Bendición oscura

Walter M. Miller Jr.

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Walter M. Miller Jr. fue un autor de ciencia-ficción estadounidense, conocido sobre todo por una sola obra que se ha convertido en clásica: A canticle for Leibowitz (Cántico a San leibowitz en español), posiblemente una de las mejores novelas de ciencia-ficción de todos los tiempos, al menos entre las que pertenecen al subgénero apocalíptico que describe lo que podría ocurrir después de una guerra nuclear total.
La novela se divide en tres partes: En la primera, Fiat Homo, el mundo apenas se está empezando a recobrar de la catástrofe. Como en los siglos subsiguientes a la caída del Imperio Romano de Occidente, la Iglesia católica se encarga de salvar lo poco que queda de la cultura clásica (la nuestra) a través de los monjes de una orden fundada por un tal Leibowitz, que antes de la conflagración nuclear era ingeniero electrónico. En la segunda, Fiat Lux, han pasado varios siglos, ha surgido una nueva civilización y entramos en un nuevo Renacimiento. En la tercera, Fiat Voluntas Tua, esa civilización ha llegado a su apogeo, vuelve el materialismo y la historia amenaza con repetirse. Pero esta vez Miller deja abierta una posible escapatoria: la colonización de la Galaxia.

El fenómeno humano

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Pierre Teilhard de Chardin
Que el hombre tiene mente y consciencia es algo que sabemos por experiencia propia. Que los animales parecen tener más actividades mentales cuanto más próximos están a nosotros, también resulta evidente. Así, los mamíferos tienen más mente que los reptiles, los reptiles más que los peces, los peces más que los invertebrados (con la posible excepción de los cefalópodos). Todos los animales menos las esponjas tienen sistema nervioso, aunque algunos tengan muy poco: el nematodo Caenorhabditis elegans tiene sólo 300 neuronas. Las plantas no tienen sistema nervioso, pero sí alguna sensibilidad y son capaces de realizar movimientos lentos. Y cuando Antonie van Leeuwenhoek descubrió los microorganismos en el siglo XVII, al ver su actividad nadie dudó de que estos seres diminutos están vivos. Sólo con los virus, seres aún más pequeños, los biólogos aún no se han puesto de acuerdo sobre si están vivos o no. Sobre esto he hablado en otro artículo de este blog.

Cómo surgieron las sociedades de insectos

Abeja solitaria (Megachile) y social (Apis)
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Entre los insectos del orden de los himenópteros existen bastantes especies que hacen vida independiente, pero también hay muchas que viven en común formando sociedades. La vida social ha surgido varias veces por evolución, tanto entre las hormigas (todas las cuales forman sociedades), como entre las abejas y las avispas, muchas de las cuales viven solitarias. De aquí ha surgido la necesidad de explicar por qué es tan frecuente entre estos insectos la vida social y cómo ha podido llegar a existir. Con otras palabras: qué ventajas evolutivas proporciona.
En las sociedades de insectos, la mayor parte de los individuos renuncian a reproducirse y dedican su vida a cuidar de la reina (la única que pone los huevos) y de sus hermanas y hermanos mientras son larvas. Normalmente existen al menos dos castas de individuos: los que son sexualmente activos (machos y hembras) y los neutros (usualmente hembras asexuadas). La diferencia entre las hembras activas y neutras la produce exclusivamente el tipo de alimentación que reciben durante la etapa larvaria.

El error de Malthus

Thomas Robert Malthus
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Desde los albores del siglo XIX, los anuncios apocalípticos sobre el aumento imparable de la población mundial se han sucedido sin tregua. En 1798, Thomas Robert Malthus publicó Ensayo sobre el principio de la población, en cuanto afecta a la mejora futura de la sociedad. Este ensayo contiene la famosa cita:
Si aceptamos mis postulados, afirmo que el poder de la población es infinitamente mayor que el poder de la Tierra para producir subsistencia para el hombre.
La población, si no se controla, aumenta como una progresión geométrica. La subsistencia aumenta sólo en progresión aritmética. Un ligero conocimiento de los números mostrará la inmensidad de la primera potencia en relación con la segunda.
Curva logística
En 1838, como reacción contra el catastrofismo de Malthus, Pierre François Verhoult propuso en su Nota sobre la ley de crecimiento de la población que esta no aumenta en progresión geométrica, sino siguiendo una curva logística (véase la figura). En otros artículos de este blog he hablado ya de esa curva, que suele describir bien los procesos de crecimiento que se dan en la naturaleza.
A pesar de ello, en el primer informe del Club de Roma (Los límites del crecimiento, 1975) se volvió a tocar la nota del catastrofismo al mantenerse las previsiones de Malthus de crecimiento exponencial (en progresión geométrica), sin tener en cuenta los estudios de Verhoult.
En ese contexto, algunos políticos y movimientos sociales presentaron los medios anticonceptivos y el aborto provocado como medidas inevitables para salvar a la humanidad de la catástrofe de la superpoblación.
Sin embargo, las previsiones actuales son muy diferentes. En 2012 la ONU publicó los datos del crecimiento de la población mundial desde 1950 hasta 2010, en los que se constataba que últimamente la tasa de crecimiento ha venido disminuyendo, y que el punto de inflexión del crecimiento, que cada vez se parece más a la curva logística, se atravesó hacia 1985. Partiendo de esos datos, la ONU ha realizado varias estimaciones del aumento futuro de la población mundial, de las que la más optimista (la que corresponde a un valor menor) predice que hacia el año 2050 se alcanzaría un máximo de unos 8300 millones de personas y a partir de ahí empezaría a disminuir.
A partir de esos datos, y de otros previos menos detallados que cubren el lapso entre 1900 y 1950, los autores de este artículo hemos aproximado el crecimiento real de la población mundial y su extrapolación hasta 2050 mediante la siguiente expresión matemática:

La figura adjunta compara los datos de la ONU (reales y previstos, en rojo) con los que se obtienen de la ecuación anterior (en azul). Después hemos estimado cuál hubiera sido el desarrollo de la población mundial si no se hubiesen aplicado políticas antinatalistas desde los años setenta. Hemos obtenido los siguientes resultados: el punto de inflexión habría tenido lugar unos cinco años más tarde, en 1990. Y hacia 2075 la población habría alcanzado un máximo de unos 9000 millones: 700 millones de personas más, unos veinticinco años después.
La conclusión inevitable es que las políticas antinatalistas no dan los resultados previstos. Esto se ha hecho tan evidente en China, que les ha llevado a acabar con la política del hijo único. Los cientos de millones de niños sacrificados en el altar de Moloch no lo han sido para salvar a la humanidad, sino para que nos toque un poco más, durante un poco más de tiempo. No nos extrañemos si la posteridad nos acusa de barbarie por permitir el aborto provocado en contra de toda la evidencia científica, del mismo modo que nosotros acusamos de barbarie a nuestros antepasados por haber permitido la esclavitud.

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Manuel Alfonseca
Julio A. Gonzalo