Trasplante de cerebro e identidad personal

Daniel Dennett
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En el artículo anterior hablé del trasplante de cerebro, pero quedó pendiente considerar el problema de cómo afectaría un trasplante cerebral a la identidad personal. ¿Está nuestra identidad asociada al cerebro, y por tanto pasaría a un cuerpo diferente en caso de trasplante cerebral? ¿O podría ocurrir algo distinto?
En primer lugar, debo hacer constar que esta disquisición no es científica, sino filosófica, pues por el momento el trasplante de cerebro es pura ciencia-ficción. Ni es factible ahora, ni parece probable que llegue a serlo en bastante tiempo, suponiendo que sea posible realizarlo con éxito. O sea, que estoy apoyándome en el vacío, eso mismo que yo he criticado varias veces cuando lo hacen otros...
En 1978, el filósofo estadounidense Daniel Dennett escribió un ensayo filosófico sobre este problema titulado Where am I? (¿Dónde estoy yo?) en el que, haciendo uso del género de la ciencia-ficción, planteaba el problema de la identidad personal en el caso de que llegasen a ser posibles avances científicos hipotéticos, tales como el mantenimiento de un cerebro vivo y activo fuera del cuerpo (aunque conectado con este por wifi), o la descarga del contenido de un cerebro humano en un ordenador.

Trasplante de cerebro

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El 13 de febrero de 2017, La Razón Digital publicó una entrevista sobre trasplantes con Rafael Matesanz, de la que se hizo eco Madri+d, con el siguiente titular:
El trasplante de cerebro sería la panacea
Como de costumbre, los medios de comunicación prefieren los titulares más espectaculares, independientemente de que desvirtúen el sentido del artículo. En este caso, por ejemplo, el titular lo sacaron de una parte más bien secundaria de la entrevista. Esta:
–El cerebro.
–Sería reemplazable si supiéramos conectar las fibras que salen del sistema nervioso central con la médula, mientras no sea así... Aún estamos lejos, aunque ya nos gustaría porque eso significaría poder curar las tetraplejias y paraplejias.
...
– Fíjate lo que significaría para personas como Stephen Hawking, con un cerebro privilegiado, al que le puedas trasplantar un cuerpo sano. O muchas enfermedades vegetativas que estropean el cuerpo de forma motora, pero con el cerebro sano. Podría ser una forma de tratamiento insuperable, pero estamos lejos de conseguirlo. Conceptualmente sería la panacea.

Titulares y contenidos

Embarazo prehistórico (Science News)
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En varias ocasiones he criticado la forma en que los medios de comunicación distorsionan las noticias científicas, especialmente en los titulares, diciendo cosas que los textos contradicen, pero que al parecer tienen más gancho. Parece que muchos periodistas (al menos los que se ocupan de redactar titulares) se apuntan al viejo dicho periodístico que suele citarse en varias formas más o menos equivalentes, y que, como suele pasar con estas frases lapidarias, se ha atribuido (probablemente de forma apócrifa) a diversas personalidades, entre ellas William Randolph Hearst:
No dejes que la realidad te estropee un buen titular (o un buen reportaje).
Lo que me parece un tanto lamentable es que una revista de divulgación científica seria como Science News se apunte también a esta lacra de formular titulares atractivos, que cuando lees el texto ves que no corresponden al contenido. Veamos algunos ejemplos, correspondientes a la semana del 19 de febrero de 2017:

Intersexualidad

Hermafrodito, fresco en Herculano.
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En el artículo anterior mencioné que entre las quimeras biológicas (individuos que se forman por fusión de dos óvulos fecundados independientes) puede darse el caso de que la mayor parte del cuerpo pertenezca a un sexo, pero los órganos genitales pertenezcan al otro. Este fenómeno se llama seudohermafroditismo. También puede ocurrir (aunque es más raro) que un mismo individuo tenga los dos órganos genitales, completos o incompletos. Este fenómeno se llamaba antes hermafroditismopor el hijo de Hermes y Afrodita en la mitología griega, pero estos casos se han englobado recientemente en el concepto de intersexualidad, un término más general que abarca todos los casos que no se ajustan a la definición usual de cuerpos masculinos o femeninos, reservando la palabra hermafroditismo para animales o vegetales en los que esa condición es normal.
Para aclarar las cosas, diremos que lo normal en la especie humana es que un individuo tenga 46 cromosomas (23 pares), de los cuales el par 23 está formado por los dos cromosomas sexuales, los responsables de las diferencias entre los sexos, que pueden ser, o bien dos cromosomas X (heredados uno de su madre y el otro de su padre), en cuyo caso su dotación genética se llama XX y el individuo es hembra, o bien un cromosoma X (heredado de su madre) y un cromosoma Y (heredado de su padre), en cuyo caso su dotación genética se llama XY y el individuo es varón. Pero además de estos dos casos existen otros, mucho menos frecuentes. Citemos algunos (las cifras de frecuencia están tomadas de la Wikipedia):

Quimeras biológicas

Ratón quimera con sus crías
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Se sabe que los gemelos idénticos surgen cuando un zigoto (un óvulo fecundado) comienza a dividirse. Unos cinco días después de la fertilización, alcanza la fase de blástula y se implanta en el útero, pero por razones que no están claras puede partirse en dos partes separadas, lo que dará lugar a dos embriones independientes que pueden o no compartir la misma placenta, aunque usualmente tienen distinto saco amniótico. Los dos hermanos que nacen comparten la misma dotación genética (el mismo ADN), salvo por posibles mutaciones posteriores a la separación.
Por el contrario, dos gemelos no idénticos surgen cuando dos óvulos distintos son fecundados, cada uno por un espermatozoide, y forman dos blástulas diferentes, cada una de las cuales se implanta en el útero a través de una placenta propia. Los dos hermanos tendrán dotaciones genéticas distintas, parecidas a las de dos hermanos no gemelos, pues proceden de gametos diferentes.
Pero hay una tercera posibilidad: una quimera surge cuando dos blástulas que normalmente darían lugar a dos gemelos no idénticos se fusionan antes de implantarse en el útero y dan lugar a un sólo embrión y, por consiguiente, a un solo individuo que posee dos dotaciones genéticas diferentes, cada una, eso sí, en células distintas. Así, puede ocurrir que un individuo quimérico tenga (por ejemplo) el hígado con una dotación genética y los riñones con otra. Normalmente, las quimeras son difíciles de detectar, a menos que (por ejemplo) una de las blástulas fuese a dar lugar a un individuo albino y la otra no, en cuyo caso el individuo quimérico resultante podría tener la piel pigmentada de forma desigual, y aun así la causa podría ser diferente. También podría darse el caso (muy raramente) de que uno de los dos zigotos fuese masculino (con cromosomas X e Y) y el otro femenino (con cromosomas XX), en cuyo caso parte de las células de la quimera sería masculina y otra parte femenina.