En el artículo anterior detallé
algunos de los avances recientes realizados en el campo de la biología
sintética y afirmé, sin decir por qué, que el objetivo de crear una célula viva
artificial no me parece tan próximo como opinan los investigadores más
optimistas, como Craig Venter.
Para explicar por qué pienso
esto, voy a establecer una comparación entre una célula viva y uno de los
artefactos más complejos que ha hecho el hombre: el ordenador. Un
ordenador consta de las dos partes siguientes principales:
- CPU (unidad central de proceso): como indica su nombre, es el centro de control y el sitio donde se ejecutan los programas. Uno de sus elementos fundamentales es el lenguaje de la máquina, un código binario relativamente complejo que los circuitos de la unidad interpretan y ejecutan. Todo programa, para poder ejecutarse, tiene que estar escrito en el lenguaje de la máquina.
- Memoria. La hay de varios tipos: disco duro, donde se guardan los programas y los datos a los que tiene acceso el ordenador, incluido el sistema operativo, aunque muchos de ellos no se utilizarán jamás; memoria caché, más rápida que el disco duro, donde se almacenan los programas y los datos que se están ejecutando, para acelerar su proceso; memorias externas (como la memoria flash), que sirve para transmitir datos y programas de un ordenador a otro, o para guardar copias para el caso de pérdida de información.