Inteligencia computacional y consciencia

Eduardo César Garrido Merchán
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En los últimos años ha habido avances considerables en inteligencia artificial, especialmente en el campo de la generación automática de textos e imágenes que a veces compiten con éxito con las producciones humanas. Ante esto, los medios, e incluso algunos científicos, han lanzado las campanas al vuelo anunciando que estamos a punto de crear inteligencias artificiales conscientes, que competirían con los seres humanos como iguales nuestros. Pero otros piensan que ese objetivo, si fuera posible (lo que no está claro), está mucho más lejos de lo que algunos piensan.

En un artículo firmado por Eduardo César Garrido Merchán y Sara Lumbreras y publicado en la revista philosophies con el título Can Computational Intelligence Model Phenomenal Consciousness, los autores revisan la analogía de Bertrand Russell, que sostiene que la consciencia y la inteligencia están íntimamente correlacionadas. O sea, que cualquier ente que posea consciencia poseerá también un alto nivel de inteligencia, y viceversa. En cierto modo, esta analogía es semejante a la Prueba de Turing, mucho más conocida.

La productividad científica disminuye

Teoría de cuerdas

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Un equipo de investigadores chinos y estadounidenses ha publicado en arXiv en septiembre de 2024 un artículo que resume su estudio sobre el desarrollo de la ciencia y la tecnología a lo largo de más de dos siglos. El estudio analiza 213 millones de artículos científicos publicados entre 1800 y 2020, junto con 7,6 millones de patentes concedidas entre 1976 y 2020.

El resultado de su estudio es que, mientras el número de publicaciones científicas ha crecido exponencialmente, el conocimiento obtenido por la humanidad crece linealmente; o sea, que la velocidad de adquisición de conocimientos es constante y no crece en la misma proporción que el número de publicaciones.

¿Fue perseguido Teilhard de Chardin por defender la evolución?

Pierre Teilhard de Chardin

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En un artículo anterior he mencionado algunos de los mitos relacionados con la persecución de los científicos como consecuencia de sus ideas científicas y por motivos religiosos. Mencioné, por ejemplo, a Giordano Bruno y Miguel Servet, presentados erróneamente como mártires de la ciencia, cuando en realidad fueron perseguidos por sus ideas religiosas, no por sus actividades científicas, que en el caso de Bruno fueron prácticamente inexistentes.

En la presentación de un vídeo publicado hace poco se da publicidad a uno de estos mitos, también bastante extendido: el que afirma que Teilhard de Chardin fue reprimido por su orden jesuita por abogar por la evolución. Que esto es falso se puede deducir fácilmente del hecho de que Teilhard pudo publicar sin problemas decenas de artículos sobre la evolución de los antepasados del hombre en revistas científicas y filosóficas de impacto, sin que su orden se lo impidiera. Una de esas revistas fue Études, editada precisamente por los jesuitas. Curiosa manera de reprimirle por abogar por la evolución.

Éxitos y fracasos de la conservación biológica y ambiental

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Usualmente, cuando los medios hablan de la conservación ambiental y de las especies en peligro, las noticias que dan suelen ser casi siempre negativas: todo va muy mal; cada vez hay más especies en riesgo de extinción; las actividades humanas corrompen el medio ambiente; nuestro planeta está en peligro de convertirse en un erial incompatible con la vida… En realidad, al decir la frase resaltada, estamos utilizando el tropo llamado sinécdoque, en la versión que consiste en nombrar el todo por la parte, pues no es el planeta el que está en peligro, sino nosotros, los seres humanos, junto con otros muchos seres vivos.

Acabo de leer un libro publicado en 2012, escrito por Andrew Balmford y titulado Wild hope: on the front lines of conservation success, que intenta poner énfasis en todo lo contrario: no todas las noticias son negativas; últimamente se están produciendo algunos éxitos en la conservación de especies animales en peligro de extinción, o de entornos amenazados por la voracidad humana. El análisis que realiza de estos casos señala deficiencias en los procesos de conservación ambiental dirigidos por los políticos, que a veces consiguen exactamente lo contrario de lo que se proponían, como indiqué en este blog en un artículo publicado hace casi seis años, titulado La ignorancia ecológica de los ecologistas.

Boecio, el tiempo y la eternidad

Manuscrito medieval de
La Consolación de la Filosofía
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Han transcurrido 1500 años desde la muerte de Boecio, pero la efeméride ha pasado desapercibida. Hace un siglo eso no habría ocurrido, pues entonces aún se estudiaba historia. Nuestra época, en cambio, desprecia la historia. Y ya sabemos lo que ocurre a quienes la desprecian, en frase atribuida a George Santayana: quienes no conocen el pasado, están obligados a repetirlo.

Anicio Manlio Severino Boecio fue un político y filósofo del siglo V y VI, que desempeñó cargos importantes en el reino ostrogodo que surgió en Italia poco después de la caída del Imperio Romano de Occidente. En su actividad política, Boecio fue sucesivamente senador, cónsul y consejero del rey ostrogodo Teodorico.

Verdad frente a utilidad

Alvin Plantinga

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Como dije en un artículo anterior, la selección natural es la constatación estadística de que, en general, los individuos mejor adaptados a su medio ambiente suelen dejar más descendientes que los menos adaptados. Es, por tanto, una cuestión de utilidad. Un rasgo que es útil para aumentar la reproducción de un individuo será, en principio, favorecido estadísticamente por la selección natural.

En otro artículo, en el que hacía referencia a un libro mío de divulgación científica (Evolución biológica y evolución cultural en la historia de la vida y del hombre)  mencioné que 

La evolución actúa en el universo, tanto sobre la vida como sobre la cultura, aunque su forma de actuar se adapta al entorno concreto sobre el que se aplica (genes, sistemas nerviosos o elementos culturales). 

¿Se desinfla la investigación en generadores de lenguaje?

John McCarthy

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Parece como si el sino de ese campo de la tecnología informática mal llamado inteligencia artificial fuese alternar entre el optimismo excesivo y el pesimismo desatado. Veamos un esbozo de la historia de esta tecnología:

  1. En el curso de verano del Dartmouth College, en 1956, se propuso el nombre de inteligencia artificial para los programas de ordenador que realizaran tareas que tradicionalmente se habían considerado exclusivamente humanas, como jugar al ajedrez y traducir de una lengua humana a otra. Los asistentes, dirigidos por John McCarthy, lanzaron las campanas al vuelo y predijeron que en diez años se habrían resuelto esos dos problemas. Esperaban que para 1966 habría programas capaces de ganar al campeón del mundo de ajedrez, y otros que podrían traducir perfectamente entre dos lenguas humanas cualesquiera. Cuando esos objetivos no se consiguieron tan pronto, la investigación en inteligencia artificial se detuvo. En las universidades, los temas de investigación en este campo estaban mal vistos, porque se pensaba que no tenían futuro.

El imperio de la mentira

Abraham Lincoln

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A Abraham Lincoln se le atribuye esta frase:

Se puede engañar a algunas personas todo el tiempo. Se puede engañar a todo el mundo durante algún tiempo. Pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo.

Cuando yo era joven se decía que, si a un político se le pillaba en una mentira, tenía que dimitir, porque había engañado al pueblo. Por entonces, esto era cierto. Entre los políticos más famosos que dimitieron durante esos tiempos por haber mentido se pueden mencionar John Profumo, ministro del Reino Unido, en 1963, y a Richard Nixon, presidente de los Estados Unidos, en 1974.

Estas cosas ya no son así. Hoy los políticos que dimiten cuando se les pilla mintiendo no son la regla, sino la excepción. Muchos políticos mienten cada vez que hablan a sabiendas de que todo el mundo sabe que mienten, y no les importa lo más mínimo. Es una muestra del descrédito en que ha caído el concepto de la verdad, uno de los criterios más importantes de la historia, no sólo para la política, sino para la ciencia y todas las formas del pensamiento humano.

¿Persecución religiosa de los científicos?

William Harvey

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Este verano, Jesús Lizcano publicó en El Imparcial un artículo titulado Un recuerdo para los científicos perseguidos en la historia. Los clasifica en tres grupos: a) perseguidos por razones políticas; b) perseguidos por razones religiosas; y c) perseguidos por razones de tendencia sexual. Aquí voy a referirme a los del segundo grupo, que me parecen discutibles.

Entre los once científicos perseguidos por razones religiosas, según Lizcano, no podían faltar Hipatia y Galileo, que siempre son mencionados, a veces con exageraciones manifiestas, como demuestra el hecho de que mucha gente cree que Galileo fue quemado vivo por la Inquisición, cuando en realidad fue condenado a arresto domiciliario, que fue suavizándose a lo largo del tiempo. Pero aquí voy a hablar de los otros nueve que menciona el artículo.

Paradojas de la información

Woody Allen

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Como he mencionado varias veces, los viajes en el tiempo, si fuesen posibles, provocarían muchas paradojas. En un artículo anterior mencioné la paradoja de la información que surge de la nada, que puede resumirse así:

Un viajero en el tiempo que vive en el tiempo 3 sabe que cierta persona A dijo o hizo algo en el tiempo 2, anterior al suyo. 

El viajero viaja hacia el pasado hasta el tiempo 1, anterior al tiempo 2, donde se encuentra con A. 

Mientras están juntos, le sugiere la idea que sabe que esa persona hará o dirá en el futuro, y que todavía no se le ha ocurrido. 

¿De quién fue originalmente la idea? Del viajero no, porque en el tiempo 3 lo aprendió de la historia de la persona A. De la persona A tampoco, porque la idea se la sugirió el viajero. 

La información en cuestión ha surgido de la nada, sin que se le ocurra a nadie.

Véase un diagrama que lo explica.