La paradoja de la información que surge de la nada

Ted Chiang
The same post in English

En un artículo anterior de este blog hablé de las paradojas que podrían ocurrir si fuese posible viajar en el tiempo. Una de ellas era esta:

  • La aparición de objetos sin causa, ilustrada por el cuento de ciencia-ficción Find the sculptor de Sam Mimes, que puede resumirse así: en su primer viaje, el inventor de la máquina del tiempo da un salto de 100 años hacia el futuro, donde encuentra una estatua que ha sido erigida en su honor. Toma la estatua, viaja con ella 100 años hacia el pasado (o sea, al punto de partida de su viaje), y la coloca en el mismo sitio en que la encontró, donde permanecerá durante 100 años sin que nadie la toque. Pero ¿quién hizo la estatua? Nadie. Es un objeto sin causa que sólo existe durante esos cien años.

Como expliqué en otro artículo, este tipo de viajes en el tiempo supone una transgresión del principio de la conservación de la energía. El objeto que existe durante un bucle en el tiempo aparece bruscamente cuando el viajero lo coloca en el pasado y desaparece bruscamente cien años después, cuando el viajero se lo lleva hacia atrás en el tiempo. La energía total del universo sufre un aumento súbito al principio del bucle, y al final del bucle vuelve súbitamente a su valor normal. Esta transgresión del principio más importante de la física es un argumento muy potente para llegar a la conclusión de que los viajes en el tiempo son imposibles.

En su cuento de ciencia-ficción The Merchant and the Alchemist’s Gate, el escritor de ciencia-ficción Ted Chiang ofrece una versión de esta paradoja que, en lugar de aplicarse a objetos, se aplica a la información. Veamos el argumento:

  • Un pequeño mercader del Egipto islámico viaja 20 años hacia el futuro y se encuentra consigo mismo, que entre tanto se ha convertido en un hombre muy rico. Su yo más viejo le aconseja que vuelva al pasado y excave en un lugar desierto. Lo hace, y encuentra un tesoro escondido, gracias al cual se hace rico. Vuelve al futuro y le pregunta a su otro yo: ¿cómo sabías que el tesoro estaba allí? Y su yo más viejo le responde: porque me acordaba de haberlo encontrado allí. Pero ¿de dónde salió inicialmente la información sobre el tesoro? De ningún sitio. Y el comerciante viejo añade: No tengo explicación, salvo que fue la voluntad de Alá, y esa explicación vale para todo.

Stephen Hawking

La paradoja de la información que surge de la nada no es tan destructiva como la paradoja de los objetos sin causa, porque no transgrede el principio de la conservación de la energía, pero sí transgrede el principio de la conservación de la información, menos conocido, pero que quizá sea tan importante como el otro. Este principio fue puesto en duda por Stephen Hawking en relación con el teorema de la calvicie de los agujeros negros, del que hablé en otro artículo, aunque al final de su vida pasó a defender la postura contraria: que la información cuántica contenida en un objeto no se pierde: ni se crea ni se destruye.

En uno de los primeros artículos de este blog ofrecí una demostración de que los viajes en el tiempo y el libre albedrío son incompatibles. De ahí, dado que tenemos constancia de que el libre albedrío existe, deberíamos llegar a la conclusión de que los viajes en el tiempo son imposibles. En otro de sus cuentos (What’s expected of us) Ted Chiang juega con la conclusión opuesta: que, como los viajes en el tiempo son posibles (cosa que su cuento da por supuesta) el libre albedrío no existe. Si fuera verdad, los materialistas seguramente lo utilizarían como prueba científica de su filosofía, aunque es imposible que la ciencia demuestre que sólo existe la materia.

Sin embargo, no me atrevo a pensar que sea esto lo que piensa Ted Chiang, porque en sus cuentos de ciencia-ficción parte a menudo de puntos de partida escandalosamente extraños como si fuesen reales, para deducir las consecuencias que traerían consigo esas premisas. Esto no significa que Chiang crea que esas cosas son posibles; se trata de un juego que el autor juega consigo mismo y con el lector.

En cualquier caso, el número de paradojas distintas que podrían tener lugar si los viajes en el tiempo fuesen posibles crece continuamente. A cada paradoja nueva que surge, disminuye la probabilidad de que sea factible viajar en el tiempo. Lo más probable, después de todo, es que la teoría A del tiempo sea la correcta, que el pasado no existe, y que por tanto es imposible viajar a él.

Hilo Temático sobre el Tiempo: Anterior Siguiente

Manuel Alfonseca

2 comentarios:

  1. El colmo de estas paradojas es que desde el futuro alguien envía una máquina del tiempo que nadie sabe nunca cómo funciona. Como es lógico, regresa al futuro cuando pasan los años que quedan para que sea presente. Es como la paradoja de la estatua que nadie esculpió pero al revés. del futuro al presente. Creo que autores de ciencia ficción han utilizado esta paradoja para resolver el problema de cómo se viajaría en el tiempo.

    ResponderEliminar

NORMAS PARA PONER COMENTARIOS:

1. Estos comentarios están moderados para evitar la publicación de comentarios insultantes o irrelevantes. Los que no cumplan estas normas no serán publicados.

2. Los comentarios deben tener algo que ver con el tema del artículo al que se asocian.

3. También son aceptables comentarios del tipo: "Por favor, considere la posibilidad de publicar un artículo sobre tal tema".

4. No son aceptables comentarios que digan: "¿Qué opina de este artículo?", seguidos de un enlace. Este blog no es un consultorio. No tengo tiempo para leer tantos artículos. Además, ya he contestado a la mayor parte de las preguntas que se me hacen, ya sea en artículos o en comentarios anteriores. Utilicen la búsqueda en el blog para localizarlos.

5. No ponga Anónimo o Unknown como firma del comentario. Ponga cualquier nombre, o al menos diga dentro del texto de quién se trata (no tiene que ser su nombre y apellidos). Si todos pusieran Anónimo o Unknown, no sabría si estoy hablando con una persona o con varias.

6. Sea lo más conciso que le sea posible. Los comentarios no deben competir en longitud con el artículo.

Aunque este blog está preferentemente dirigido a la divulgación de la ciencia, es inevitable que mis ideas influyan en mis artículos. Si a algún lector le molestan mis ideas hasta el punto de no poder mantener la calma, le recomiendo que deje de leerme. Pero si se empeña en discutirlas, exijo respeto, y que se evite la falacia ad hominem. De lo contrario, el comentario no será publicado.