El gran diseño

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En el año 2010, los medios dedicaron mucha atención a un libro de divulgación científica de Stephen Hawking y L.Mlodinow, The Grand Design. Ahora que ha pasado algún tiempo, me parece oportuno hacer algunos comentarios, para lo que me voy a basar en algunas citas del libro que me parecen más significativas:
·         La filosofía ha muerto… Los científicos se han convertido en los portadores de la antorcha de los descubrimientos en nuestra búsqueda de conocimiento.
Estas frases aparecen al principio del capítulo primero. Aunque la mayor parte del libro es divulgación científica e historia de la ciencia, es irónico que plantee una sola aportación original (el realismo de modelos), que es pura filosofía.
·         La realidad objetiva no es cognoscible y por tanto no podemos suponer que exista… Sólo existen los resultados de las observaciones y los modelos que construimos para explicarlos… Cada modelo es válido (real) en su campo de aplicación…Dos modelos que tienen el mismo poder de explicación son igualmente válidos… El modelo de Ptolomeo es tan válido como el de Copérnico… Sólo se distinguen porque el segundo es más sencillo que el primero.
Lo anterior no es una cita literal, sino una paráfrasis resumida del capítulo 3, que describe el realismo de modelos, la aportación original del libro (con permiso de Berkeley). Los autores olvidan que el modelo de Copérnico predijo correctamente la paralaje de las estrellas próximas, que no tiene fácil explicación en el de Ptolomeo. En este mismo capítulo, Hawking y Mlodinow descartan el modelo del universo estacionario basándose en su incapacidad para explicar ciertas observaciones realizadas sobre el universo. ¿No deberían hacer lo mismo con el de Ptolomeo?
·         [El universo] no tiene una historia, sino todas las historias posibles… El pasado es indefinido y sólo existe como un espectro de posibilidades.
Estas afirmaciones del capítulo 4 las sacan de la formulación de Richard Feynman de la mecánica cuántica, un artificio matemático alternativo y equivalente a la mecánica de matrices de Heisenberg y a la función de onda de Schrödinger, que calcula la probabilidad de un suceso cuántico integrando sobre todas las trayectorias posibles. Para poder sacar esas conclusiones, Hawking y Mlodinow necesitan que el artificio represente de algún modo la realidad (esa realidad cuya existencia objetiva niegan), y por eso han inventado el realismo de modelos. Pero no dicen nada de las paradojas que surgen cuando estas teorías se aplican a objetos macroscópicos, como la del gato de Schrödinger. En cambio, la aplican alegremente al universo entero, sin justificar por qué puede hacerse eso. Además, ¿no habíamos quedado en que la realidad objetiva no es cognoscible? Entonces, ¿cómo podemos saber si el universo existe? Los autores ni siquiera se lo plantean, quizá porque de hacerlo acabarían en una contradicción.
·         ¿Cómo podemos saber si un ser tiene voluntad libre?... No sabemos resolver las ecuaciones de tres o más partículas en interacción. Un [ente] del tamaño de un ser humano contiene mil cuatrillones de partículas… sería imposible resolver las ecuaciones y predecir su comportamiento.
Esta discusión del capítulo 8 es absurda. Una calculadora mecánica tiene también cuatrillones de partículas; sin embargo, observando su comportamiento pasado podemos deducir que no tiene voluntad libre y predecir su comportamiento futuro. Los autores olvidan que el comportamiento de los objetos macroscópicos puede analizarse sin necesidad de aplicar la física de partículas. Además, la idea de la voluntad libre no proviene de la resolución de ecuaciones, sino de la introspección.
·         No hay restricción a la creación de universos enteros… La creación espontánea es la razón por la que existe algo en lugar de nada, la razón por la que existimos.
Suponiendo que esto sea verdad (lo que es mucho suponer), aún quedaría sin explicar por qué existen leyes que permiten que esto ocurra, con lo que estamos como al principio. Por lo demás, todo lo que dice el libro respecto al multiverso como posible explicación del ajuste fino no añade nada a lo que ya sabíamos.

Los científicos que se meten a hacer filosofía (esa misma filosofía que desprecian y consideran muerta) deberían tomarse la molestia de estudiarla un poco más a fondo. Así, al menos, tendrían cuidado en no transgredir algunas de sus bases fundamentales, como el principio de no contradicción. Esta crítica no sólo se aplica a Hawking, también a otros científicos conocidos, como Richard Dawkins, que al invadir el campo de la filosofía suelen demostrar su ignorancia.

Es una pena que los errores filosóficos de bulto en que caen los autores tiendan, para el lector cuidadoso, a desacreditar la totalidad del libro. Aunque proceda de aficionados a la filosofía, sería bueno que la única propuesta original de El Gran Diseño (el realismo de modelos) fuese analizada más a fondo.

Para terminar, una cita de Woody Allen (Getting even, 1971):

¿Es cognoscible el conocimiento? De no ser así, ¿cómo podemos saberlo?

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Manuel Alfonseca

Encuestas y estadística: opiniones o hechos

Henry Whitehead (1825-1896)
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Tenemos tendencia a confundir la opinión mayoritaria con la verdad. Esta tendencia es errónea, como expresó significativamente Henry Whitehead:
No temáis nunca formar una minoría de uno; 
las mayorías suelen equivocarse.
Pero hay algo que puede ser aún más erróneo que la opinión pública: las consecuencias que se sacan de ella. En un artículo titulado ¿Somos xenófobos?, publicado en La Vanguardia el 17 de marzo de 2011, José Antonio Zarzalejos comentó el resultado de una encuesta del Centre d'Estudis d'Opinió de la Generalitat de Catalunya: 
Los ciudadanos estiman que... los inmigrantes... perciben del Estado mucho más (30,8%) o más (38,7%) de lo que aportan.
Y extrajo de ello el siguiente comentario: 
Cualquier diagnóstico sociológico entendería estas cifras como un caldo de cultivo social reactivo y xenófobo. Y sostener lo contrario es tanto como negar una realidad consistente.
Para que esto sea cierto, es necesario conocer sin género de dudas cuál es la realidad consistente. El artículo de Zarzalejos me sugiere que para interpretar la opinión de los ciudadanos es preciso conocer los hechos, que en este caso son: 
¿Los inmigrantes perciben realmente del Estado
más, igual o menos de lo que aportan?
Mientras no se conozca la respuesta a esta pregunta, no se puede sacar ninguna consecuencia. Si la respuesta fuese igual o menos, Zarzalejos podría tener razón al pensar que los ciudadanos somos xenófobos, o al menos que estamos equivocados. Quizá tengamos tendencia a creer cosas falsas respecto a los inmigrantes. 
Pero si la respuesta fuese más, la conclusión sería completamente diferente: en vez de xenófobos, los ciudadanos serían perspicaces. Por una vez, la opinión pública no estaría equivocada.
Las encuestas tienen por objeto descubrir opiniones. Pero las opiniones aisladas, en vacío, no sirven para nada. No se pueden sacar consecuencias de ellas sin confrontarlas con los hechos, que son objeto de la estadística. Otra cuestión distinta es que también los estudios estadísticos pueden deformarse. Como dijo Mark Twain: 

Lo primero que tienes que hacer es saber cuáles son los hechos. Después podrás distorsionarlos tanto como quieras.

Y hablando de encuestas, se ha puesto de moda entre los medios de comunicación realizarlas entre sus lectores. Muchas de ellas son absurdas, inútiles e irrelevantes. Siempre lo es una encuesta que sólo trate de predecir el futuro. También lo es cuando se pregunta a la gente de la calle su opinión sobre temas muy complejos, o que precisen de información privilegiada o conocimientos especializados, de los que casi nadie dispone. ¿De qué sirve saber lo que piensa la gente sobre cosas como estas, todas las cuales han sido propuestas en los últimos meses por alguno de los medios de más difusión?
  • ¿Ganará el Barça la final de la Copa al Real Madrid? (La Vanguardia, 15 de abril de 2014). Salió que no.
  • ¿Quién ganará la Champions? (El País, 11 de abril de 2014). La opinión mayoritaria votó por el Bayern de Munich.
  • ¿Apruebas la gestión de la Unión Europea en el conflicto de Crimea? (La Vanguardia, 6 de marzo de 2014). Salió que no.
  • ¿Ves bien que la justicia española ordene detener al ex-presidente de China? (La Vanguardia, 11 de febrero de 2014). Salió que no.
  • ¿Piensas que el tifón Haiyan está vinculado con el cambio climático? (La Vanguardia, 12 de noviembre de 2013). Salió que sí.
  • ¿Qué ciudad será designada para albergar los juegos olímpicos de 2020? (El País, 6 de septiembre de 2013). La opinión mayoritaria votó por Tokyo.

Todas estas encuestas, menos la segunda, daban la opción de contestar no sabe. Si lo pensamos bien, para este tipo de preguntas esa opción debería haber obtenido la respuesta mayoritaria. Pues bien, el porcentaje de respuestas que se inclinaron por ella estuvo en todos los casos entre el 2 y el 6%. Como indiqué en otro artículo de este BLOG, es dificilísimo saber decir no sé.

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Manuel Alfonseca
Publicado también en Tecno y Ciencia, 6/5/2011

¿Divulgación científica o especulación más o menos gratuita?

Colisión de dos agujeros negros
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En diciembre de 2013 apareció en algunos medios la referencia a una noticia relacionada con la parte de la física que se ha dado en llamar “gravedad cuántica”, una serie de teorías incompatibles entre sí que en los últimos 30 años no han conseguido formular ni una sola predicción comprobable, pero que suelen presentarse como el último grito de la física y dan lugar a noticias muy divulgadas por los medios de comunicación no especializados.

La noticia en cuestión llevaba este título : El entrelazamiento cuántico provoca la aparición de agujeros de gusano y de él se hizo eco Madri+d, que cada día genera una recopilación de las noticias científicas en los medios y las envía a los investigadores de la Comunidad de Madrid suscritos al servicio.

Tal como se presenta en las referencias citadas, esta noticia contiene algunas incorrecciones. Citaré dos:

1. El grupo demostró que, mediante la creación de dos agujeros negros entrelazados que se separaban a continuación, se formaba un agujero de gusano -esencialmente un ''atajo'' a través del universo-, que conectaba a los agujeros negros distantes entre sí. 
Comentario: el grupo no demostró nada. Solo ha encontrado unas ecuaciones que sugieren que eso podría suceder (o no, porque una cosa son las matemáticas y otra la física). Además, todas estas elucubraciones teóricas parten de la teoría de cuerdas, que no está contrastada y que solo es una de las diversas propuestas alternativas de la gravedad cuántica que existen en la actualidad.

Julian Schwinger, Premio Nobel 1965
2. Sonner ...primero generó quarks utilizando el efecto Schwinger, un concepto en la teoría cuántica que permite crear partículas de la nada.
Primer comentario: Sonner no generó nada, porque el efecto Schwinger aún no se ha comprobado experimentalmente, ni siquiera con pares electrón-positrón, mucho menos con quarks, así que otra vez tenemos aquí la confusión de un mero estudio teórico con algo real. Lo que realmente hizo Sonner fue suponer que el efecto Schwinger sea real y que se pueda utilizar para crear quarks en el vacío, en cuyo caso ciertas ecuaciones (que no han sido comprobadas) dicen que podría suceder esto... Como se ve, todo este estudio está literalmente apoyado sobre el vacío.
Segundo comentario: de la nada no se puede crear nada, porque la nada no existe, como sabemos desde Parménides y Bergson. Como de costumbre, se confunde la nada con el vacío. El vacío no es la nada, pues posee varias cualidades (espacio, tiempo, energía, existencia) que la nada no tiene.

Agujero negro en el centro de una galaxia
Nuestras teorías actuales sobre el vacío cuántico no pueden ser totalmente correctas, pues predicen que la energía del vacío es infinita. Los físicos resuelven este problema mediante lo que llaman renormalización, un procedimiento que esencialmente consiste en dividir por infinito (cosa que las matemáticas prohíben), y que equivale a esconder el problema debajo de la alfombra.
Hay que tener cuidado con las noticias científicas que aparecen en la prensa. Algunos medios de comunicación solo buscan un titular de impacto. La corrección científica de una noticia, que al final puede reducirse a una simple especulación gratuita, suele importar menos.


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Manuel Alfonseca

La vida artificial no está aquí


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Acaba de saltar a los medios de alta difusión (El País, 28 de marzo de 2014) la noticia de que un equipo científico ha conseguido sustituir el cromosoma más pequeño de una levadura por un cromosoma sintético que han construido basándose en la secuencia del cromosoma sustituido, pero con algunos cambios, como la eliminación de una parte. El cromosoma sintético se ha incorporado al genoma de la levadura y parece funcionar correctamente. Este artículo ha sido recogido en la recopilación de Madri+d.

El titular del artículo de El País es significativo: La vida artificial ya está aquí. Pero ¿es cierto? ¿O se trata de una de esas exageraciones a las que los medios nos tienen acostumbrados cuando se dan noticias científicas, y que he comentado en artículos anteriores, aquí mismo?
En el argot científico, el término vida artificial puede significar dos cosas completamente diferentes:

  1. Simulación del comportamiento de los seres vivos por medio de un programa de ordenador. Yo mismo he trabajado en este campo.
  2. Construcción de un ser vivo, no a partir de otros seres vivos anteriores, como hace la naturaleza, sino a partir de sustancias químicas separadas, como se supone que ocurrió hace miles de millones de años, cuando apareció la vida en la Tierra.
Es evidente que el artículo que comentamos se refiere a la segunda alternativa. Desde luego, se trata de un paso importante, pero el titular no es cierto: la vida artificial no está aquí, y falta mucho para que llegue. El titular que empleó La Vanguardia para la misma noticia fue más sensato: Avance en la creación de vida artificial.
El artículo de la Vanguardia parece identificar la creación de vida artificial con la sustitución de todo el genoma de un ser vivo unicelular por un genoma artificial completo distinto del suyo y conseguir que el resultado sea viable. Pero con esto (que está muy lejos de conseguirse) tampoco se habría creado vida artificial. Como mucho, si fuese posible (porque la incompatibilidad epigenética podría hacer que no lo fuera), se habría manipulado un individuo vivo de una especie, transformándolo en un individuo de otra especie diferente. Un gran logro también, pero no se habría creado vida, porque la célula de partida ya estaba viva. Hay que llamar a las cosas por su nombre.
¿En qué consistiría pues la creación de vida artificial? En tomar una serie de sustancias químicas independientes (proteínas, ácidos nucleicos y muchas más), introducirlas dentro de una cápsula lípido-proteica (una membrana) y, sobre todo, conseguir que aquello se comporte como un ser vivo unicelular, que lo que hayamos construido no sea el cadáver de una célula.
Para aclarar las cosas, vamos a buscar un término de comparación. Lo que se ha hecho (sustituir un cromosoma de un ser vivo por otro equivalente que funciona más o menos igual, con algunas diferencias) es parecido a insertarle a un ser humano un corazón artificial. Sí, es un logro considerable, pero ¿a alguien se le ocurriría decir que al hacerlo se ha creado un ser humano artificial? ¿O que estamos en camino de hacerlo?
Para construir un ser humano artificial, al estilo del monstruo de Frankenstein en la novela de Mary Shelley, no basta con juntar un conjunto de miembros extraídos de aquí y de allá y montar un cuerpo. Así lo único que terminaríamos construyendo es un cadáver. Para obtener un ser humano vivo hace falta algo más. Y lo que falta es precisamente lo más difícil.

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Manuel Alfonseca