Caos y catástrofes


La novela Parque Jurásico de Michael Crichton es un alegato contra el uso insensato de la ciencia. En palabras del Dr. Ian Malcolm, uno de los personajes de la obra:
A los científicos sólo les preocupa conseguir resultados. Sólo se plantean si algo es factible. Nunca se detienen a preguntarse si ese algo debe hacerse o no. Es muy conveniente para ellos definir esas consideraciones como inútiles. Si no lo hago yo, otro lo hará. Los descubrimiento, eso creen, son inevitables. Por eso sólo intentan ser los primeros. Ese es el juego de la ciencia. Incluso un descubrimiento científico puro es un acto agresivo y penetrante... Todo descubrimiento es siempre una violación del mundo natural. Siempre.
Este problema se plantea especialmente en el campo científico que sirve de base a la novela de Crichton, la ingeniería genética, que plantea muchos problemas éticos importantes. Hay muchas cosas que ya podemos hacer, o estamos cerca de conseguir, pero ¿debemos hacerlas? Citaré algunas:

La estrella de Belén


Giotto - Adoración de los Magos
El capítulo 2 del Evangelio de San Mateo comienza con estas palabras:
Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarle.
Lo primero, algunas consideraciones sobre este texto:
·     Mago es un término con distintas acepciones. Estrictamente hablando, se aplicaba a los sacerdotes del mazdeísmo, la religión de Zoroastro. Como los magos mazdeístas solían dedicarse a la astrología (nombre que entonces daban a la ciencia que hoy llamamos astronomía), en sentido amplio podía aplicarse a todo aquel que se dedicara a esa ciencia. El Nuevo Testamento no dice en ningún sitio que fuesen reyes. Esa es una tradición posterior.
·       Se observará que el texto no dice que fuesen tres. Por lo menos eran dos, pues el término está en plural, pero pensadores posteriores han discutido si fueron dos, tres, o hasta seis. Lo de los tres magos es también una tradición posterior.
·       Se indica explícitamente que el rey Herodes estaba vivo. ¿Cuándo murió Herodes? Desde Emil Schürer (1896) se ha supuesto que murió en el año 750 ab Urbe condita (a.U.c., desde la fundación de Roma), que corresponde al año 4 a.e.C. (antes de la era Cristiana). De aquí, muchos historiadores dedujeron que Jesucristo debió de nacer antes de esa fecha, y por tanto Dionisio el Exiguo, autor de la idea de fechar los años a partir del nacimiento de Cristo, se equivocó al asignarle el año 754 a.U.c. Pero algunos historiadores modernos piensan que Herodes murió en el año 753 a.U.c. (el año 1 a.e.C.), y que sus hijos hicieron retroceder el principio de su reinado, causando así la discrepancia y llevando a Emil Schürer a una conclusión errónea. En consecuencia, la fecha más probable del nacimiento de Cristo estaría comprendida entre el año 7 a.e.C y el año 2 a.e.C.

Cuestiones científicas en Blade Runner


La novela de ciencia-ficción de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas mecánicas?, publicada en 1968, se convirtió rápidamente en una obra de esas que llaman de culto, con muchísimos partidarios y, eso sí, no pocos detractores, entre los que me cuento. Catorce años después de su publicación, su adaptación al cine bajo el título Blade Runner multiplicó el número de sus partidarios.
En otro artículo en este blog he mencionado que, en mi opinión, la película es mucho mejor que la novela, que cuando la leí no me gustó nada. Ha llegado el momento de explicar por qué. El argumento  es este:
En un mundo futuro, en el año 2019, el avance de la tecnología permite construir androides (replicantes en la película), seres de apariencia idéntica a la humana, dotados de inteligencia, pero que no han nacido de la manera usual, sino que han sido construidos. Dicha sociedad futura intenta mantener segregados a los replicantes para que no se mezclen con los humanos tradicionales. Para conseguirlo, aparece una nueva profesión, la del destructor de replicantes que intentan hacerse pasar por humanos. En cuanto se detecta que uno de ellos lo está haciendo, el destructor lo persigue y lo elimina (o sea, lo mata) a sangre fría, sin necesidad de juicio alguno.
El resumen anterior puede aplicarse casi por igual a la novela y a la película. Hasta aquí, el argumento es interesante, original y atractivo. ¿Por qué entonces he dicho que la novela no me gustó, pero la película sí?

¿Azar o seudo-azar?


Gregory Chaitin
En la programación de ordenadores se utilizan desde hace tiempo, para simular el azar, ciertos algoritmos (llamados seudo-aleatorios) que generan series de números que cumplen las condiciones que exige la estadística para decidir sobre la aleatoriedad de una sucesión.
Sin embargo, esos algoritmos, por el hecho de ser algoritmos, han sido diseñados por alguien (el programador que los ideó). De hecho, no suelen ser aleatorios, en el sentido de que, si se ejecutan varias veces consecutivas, dan siempre los mismos resultados.
Tenemos un caso semejante con las cifras del número p. Se conocen diez billones de cifras de p, y el número de cifras conocidas crece constantemente. Hasta ahora, las cifras de p han cumplido todas las pruebas estadísticas de aleatoriedad. Sin embargo, es evidente que no pueden ser realmente aleatorias, sino que están diseñadas. Existen algoritmos bastante sencillos que las generan una tras otra, en el orden correcto.
Volvamos al experimento mental del artículo anterior de este blog. Si llegaran a surgir seres inteligentes en un experimento de vida artificial,
¿Serían esos seres capaces de distinguir entre el azar y el diseño como origen de su propia existencia?