Consecuencias del fraude científico: una lección para los políticos

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En un artículo anterior sobre el fraude científico mencioné una de sus consecuencias morales: el problema de la presunción de inocencia, en relación con el caso que afectó al premio Nobel David Baltimore y a su colaboradora Thereza Imanishi-Kari, que durante diez años tuvo que luchar contra una acusación de fraude que finalmente resultó infundada.
También pueden presentarse problemas éticos cuando se descubre que el fraude científico sí ha tenido lugar. La novela policíaca Gaudy night (1936) de Dorothy L. Sayers, traducida al castellano como Los secretos de Oxford, plantea un ejemplo concreto. Cuando está a punto de presentar su tesis, un investigador descubre un documento poco conocido que la echa por tierra. La tentación es demasiado fuerte: el investigador hace desaparecer el documento y sigue adelante con su tesis. Desgraciadamente para él, uno de los miembros del tribunal conocía el documento, y al ir a consultarlo descubre que ha desaparecido y quién fue el último que lo consultó. El fraude queda, pues, al descubierto, la tesis es rechazada, el caso se hace público y el investigador es despedido con pronunciamientos desfavorables, lo que le obliga a abandonar la carrera investigadora. Como tiene que mantener una familia, tiene que aceptar un trabajo por debajo de su capacidad y termina suicidándose.

El multiverso no resuelve el problema del ajuste fino

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Los ateos recurren a las teorías del multiverso para escapar de la necesidad de aceptar la existencia de Dios como causa de un universo que parece diseñado para que sea posible la vida (ajuste fino). Al hacerlo, entran en contradicción con uno de los argumentos más empleados desde el siglo XIX para negar la existencia de Dios. Dicho argumento decía lo siguiente:
La hipótesis teísta ofrece una explicación del origen del mundo basada en dos entidades: Dios y el universo.
La hipótesis atea sólo precisa de una única entidad: el universo.
Luego la navaja de Occam favorece la explicación atea.
Como se sabe, el principio de la parsimonia, también llamado navaja de Occam, una de las bases fundamentales del método científico, afirma que, cuando hay que elegir entre dos teorías, debe preferirse la que necesite recurrir al menor número de entidades.
Pero la situación actual es muy diferente. Ahora la alternativa a la hipótesis teísta no es una única entidad, el universo, sino muchas (entre 10500 e infinitos universos). Es preciso, pues, reescribir el argumento, que ahora queda así:

El multiverso y el problema del ajuste fino

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Las teorías del multiverso aparecieron en cosmología hace más de medio siglo, pero han proliferado y se han extendido mucho a partir de los años ochenta del siglo xx, justo a la vez que se descubría el fenómeno del ajuste fino, la constatación de que el universo parece diseñado para que sea posible la vida y nuestra existencia, pues muchos de los parámetros físicos que consideramos independientes parecen adoptar valores muy críticos, y si tuvieran otros valores un poco diferentes el universo habría sido completamente hostil a la vida, pues habría sido imposible su aparición.
El problema del ajuste fino tiene tres soluciones posibles:
·         Ha habido diseño cósmico: el universo tiene un creador.
·         Nos encontramos ante una enorme e increíble casualidad.
·         Existen muchos universos y nosotros estamos en el que hace posible nuestra existencia (hipótesis del multiverso).

La probabilidad de la existencia de inteligencia extraterrestre

Distribución estadística normal.
El texto se refiere a una distribución uniforme.



La probabilidad es un concepto matemático bien conocido que se definió inicialmente para cuantificar datos aleatorios en entornos matemáticamente conocidos. Después se ha ido extendiendo a otras situaciones.
Por ejemplo, la probabilidad de que el próximo coche que pase a mi lado tenga una matrícula con las cuatro cifras iguales se calcula dividiendo el número de casos favorables entre el número de casos posibles. El número de casos favorables es diez: 0000, 1111, 2222, ... , 9999. El número de casos posibles es diez mil: 0000, 0001, 0002, ... , 9998, 9999, con una distribución uniforme. Luego la probabilidad mencionada es igual a una milésima. No hemos tenido en cuenta la posible retirada de vehículos de la circulación, que constituye un proceso aleatorio independiente que no debería afectar significativamente el resultado del cálculo.
El problema es que, muchas veces, puede interesar cuantificar los datos en entornos matemáticamente desconocidos. Esto puede ocurrir, por ejemplo, cuando se desconoce el número de casos favorables, o el número de casos posibles, o ambos a la vez. En tales situaciones puede interesar realizar estimaciones de los datos desconocidos, con más o menos incertidumbre. Se habla entonces de probabilidad a priori.