Sobre el orden social


En un comentario a un artículo anterior en este blog, JI Gs escribió esto:
Todas las sociedades tienen un orden social explicito, sean fundamentalmente creyentes o no en lo inmaterial; incluso las sociedades animales y no digamos los insectos tienen un orden social estricto y no por ello tiene que actuar lo inmaterial para generarlo o mantenerlo.
Ante este párrafo tengo dos consideraciones que hacer:
Abeja solitaria (Megachile) y social (Apis)
  • Comparar las sociedades humanas con las de los insectos es un paso en falso. El orden social humano está basado en un conjunto de normas morales que a lo largo del tiempo se ha mantenido bastante constante, excepto en lo relativo a la moral sexual (véase el apéndice de La abolición del hombre de C.S.Lewis). El de los insectos está programado en sus genes y en su sistema nervioso. Mientras en la especie humana es posible, y hasta frecuente, que uno o más miembros de la sociedad se rebelen contra una o más normas, o incluso intenten echar abajo todo el orden social, a los miembros de las sociedades de insectos les resulta imposible rebelarse. Dicho de otro modo, el hombre es consciente y libre, el insecto no. Cualquier comparación entre ellos está fuera de lugar, porque se basan en estructuras totalmente diferentes.

¿Puede haber vida sin la fuerza débil?


Desintegración beta y del neutrón
El 30 de enero de este año, la revista Science News comentó un artículo recientemente publicado en arXiv en el que se afirma que en un universo en el que no existiera la fuerza débil, a pesar de ello sería posible la vida. Al leer el artículo de Science News se me ocurrió inmediatamente una objeción que podía echar por tierra, tanto la tesis del artículo original como el artículo divulgativo. Lo primero que hice fue buscar el artículo original para ver si hacía referencia a mi objeción, ya fuera para discutirla o para negarla, pero no había ni una palabra al respecto. A continuación expuse la objeción en un comentario en la versión web del artículo de Science News, pero hasta el momento nadie me ha respondido. Sin embargo, la objeción me parece muy fuerte, y mientras no se me responda, pienso que el artículo en cuestión está desacreditado.
De acuerdo con el modelo cosmológico estándar y el modelo estándar de física de partículas, existen en el universo cuatro interacciones o fuerzas fundamentales: la gravitación, la interacción electromagnética, y las interacciones fuerte y débil, que regulan el funcionamiento de los átomos y las partículas elementales. En particular, la fuerza débil afecta a todas las partículas elementales: leptones y hadrones, al revés que la interacción fuerte, que afecta sólo a los hadrones.

A vueltas con la energía oscura


Albert Einstein
En un artículo anterior mencioné que Einstein introdujo un tercer término en el segundo miembro de su ecuación cosmológica, para intentar que dicha ecuación tuviera como solución un cosmos estacionario, que no se expandiera ni se contrajera. El intento no consiguió su objetivo, porque dicho cosmos estacionario habría estado en equilibrio inestable, y la menor variación le habría empujado a expandirse o a contraerse. El término en cuestión depende de una constante (L, la constante cosmológica), que fue introducida por las buenas y en realidad no sabemos lo que es.
Ecuación cosmológica de Einstein
Durante la mayor parte del siglo XX, se dio por supuesto que el valor de la constante cosmológica debía ser cero. Con otras palabras, que el tercer término de la ecuación de Einstein no existía, que no era necesario. Sin embargo, en 1998 se descubrió que el universo parece estar en expansión acelerada. Al menos, eso parece indicar el estudio de las supernovas que aparecen en galaxias muy lejanas, a unos 1000 millones de años-luz de nosotros. Para explicarlo se resucitó el término de la constante cosmológica, pero dando a esta un valor de signo contrario al que propuso Einstein, para que en vez de contrarrestar la expansión, la acelerase. Esta propuesta se ha convertido en el modelo cosmológico estándar, en el que el primer término de la ecuación, que representa el efecto de la masa, cuenta actualmente como un 31%, mientras el tercero, el de la constante cosmológica, cuenta como un 69%. En este modelo, el segundo se considera nulo. Dejo aparte la cuestión de que el término de la masa tampoco cuadra, y ha sido preciso suponer que existe una materia oscura, que tampoco sabemos lo que es.

Cien años de La Decadencia de Occidente


Oswald Spengler
Se van a cumplir cien años desde la publicación en 1918 del primer volumen del libro La Decadencia de Occidente, de Oswald Spengler. El segundo volumen se publicó cinco años después, en 1923. En este libro se planteó por primera vez la idea de que nuestra afamada civilización Occidental está en decadencia. ¿Qué podemos decir al respecto cien años después?
El gran historiador del siglo XX, Arnold J. Toynbee, coincidió con Spengler en su idea fundamental, aunque no en los detalles. Para Toynbee, la civilización Occidental entró en colapso en el siglo XX, cuando las dos guerras mundiales mostraron su incapacidad para seguir enfrentándose a nuevos desafíos. Claro es que, para Toynbee, el colapso de una civilización no significa su desaparición, ni siquiera la preludia. Todavía tendríamos por delante –según él- unos cuantos siglos de lo que Toynbee llama Imperio Universal, ligados, eso sí, a cierto estancamiento cultural.
Lo primero que tenemos que reconocer es que, si Spengler logró detectar la decadencia de nuestra civilización, eso significa que dicha decadencia había empezado mucho antes. Los movimientos evolutivos, tanto los biológicos como los culturales, son imperceptibles al principio. Cuando se hacen visibles, están ya muy avanzados en su desarrollo.

El problema de la intencionalidad humana


Hace unas semanas mantuve en otro blog un debate que me enfrentó con tres ateos militantes que defendían el monismo materialista que sostiene, entre otras cosas, que estamos determinados por nuestras neuronas, que la consciencia es un epifenómeno irrelevante y que el libre albedrío es una ilusión. En otro artículo de este blog he tocado ese tema, mencionando las cuatro teorías filosóficas al respecto, una de las cuales es el monismo materialista.
Este es el argumento que ofrecí para defender el dualismo frente al monismo materialista:
Veamos cuál es el problema de la intencionalidad humana. Cuando digo: Voy a prestarle dinero al banco para que me pague intereses estoy diciendo que la causa por la que voy a prestarle dinero al banco es para obtener intereses. Este tipo de causa, Aristóteles lo llamaba causa final, porque es el fin hacia el que se dirige mi acción, algo que está en el futuro. Por otra parte, el monismo materialista dice que la única causa de todas nuestras acciones está formada por las descargas eléctricas de nuestras neuronas. Esto es lo que Aristóteles llamaba causa eficiente. Tenemos, por lo tanto, que para explicar el mismo fenómeno (que yo le preste dinero al banco) se nos proponen dos causas distintas: mi intención y los disparos de mis neuronas, una situada en el presente, la otra en el futuro. ¿Es esto posible?