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Pierre Teilhard de Chardin |
Que el hombre tiene mente y consciencia es
algo que sabemos por experiencia propia. Que los animales parecen tener más
actividades mentales cuanto más próximos están a nosotros, también resulta
evidente. Así, los mamíferos tienen más mente que los reptiles, los reptiles
más que los peces, los peces más que los invertebrados (con la posible
excepción de los cefalópodos). Todos los animales menos las esponjas tienen
sistema nervioso, aunque algunos tengan muy poco: el nematodo Caenorhabditis elegans tiene sólo 300
neuronas. Las plantas no tienen sistema nervioso, pero sí alguna sensibilidad y
son capaces de realizar movimientos lentos. Y cuando Antonie van Leeuwenhoek
descubrió los microorganismos en el siglo XVII, al ver su actividad nadie dudó
de que estos seres diminutos están vivos. Sólo con los virus, seres aún más pequeños,
los biólogos aún no se han puesto de acuerdo sobre si están vivos o no. Sobre
esto he hablado en otro
artículo de este blog.
Ante esta situación, los pensadores suelen
tomar una de las dos posturas contradictorias siguientes:
- La mente es un epifenómeno sin interés alguno. Como mucho, es un factor secundario que ayuda a la supervivencia de algunas especies.
- La mente es el fenómeno fundamental del universo. Cualquier explicación cósmica que la pase por alto es una explicación inválida, pues deja fuera el factor más importante.
El paleontólogo jesuita Pierre Teilhard de
Chardin adoptó la segunda alternativa, pero dio un paso más: si la mente es el
fenómeno más importante del universo, cualquier forma de materia debe poseerla
en algún grado. Por eso, además de asignar a los microorganismos una actividad
mental incipiente, propuso que toda la materia, incluso en los niveles más
elementales, como átomos o electrones, tiene que tener actividad mental de
algún tipo, aunque en el caso de la materia inerte esa actividad sea
indetectable. No podemos constatarla, pero está ahí.
En 2015 se cumplen 60 años de la muerte de
Teilhard de Chardin, uno de los personajes clave del siglo XX. Su figura ha
sido fuente de inspiración para los novelistas, que a veces han basado en él
alguno de sus personajes. Citemos como ejemplo al padre Telemond en Las
sandalias del pescador de Morris West, o al exorcista de la novela del
mismo nombre de William Peter Blatty. Las dos novelas han sido adaptadas con
éxito al cine.
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Cartel de Las Sandalias del Pescador |
Teilhard chocó con sus superiores jesuitas debido
a dos notas breves que escribió en 1920 y 1922, en las que describía sus ideas
sobre el pecado original, que entraban en conflicto con la doctrina de la
Iglesia Católica. Esas notas no fueron publicadas hasta 1969 en la colección de
artículos Cómo yo creo, pero fueron suficientes para que se le prohibiera
la docencia y la publicación de sus libros. No se le prohibió, en cambio,
publicar decenas de artículos científicos y filosóficos en revistas
especializadas, que luego se recogieron en ocho colecciones editadas entre 1956
y 1973.
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Cartel de El Exorcista |
Aunque Teilhard, por obediencia a sus
superiores, no publicó ninguno de sus libros en vida, dejó prevista la
publicación después de su muerte. En 1955, el mismo año de su muerte, salió el
primero, El fenómeno humano, en el que describe sus ideas desde el punto
de vista científico y filosófico. En este libro explica con detalle, no sólo su
teoría de la mente como propiedad universal de la materia, sino sus
predicciones hacia el porvenir: la evolución, a partir del hombre actual,
dejará de ser divergente y entrará en convergencia (hoy quizá la llamaríamos globalización)
hacia un punto crítico final: el punto Omega.
Dos años después apareció su segundo libro, El medio divino, sin leer el cual es
difícil entender el primero. Como he indicado en otro
artículo de este blog, quienes sólo leen El fenómeno humano suelen
interpretar que Teilhard creía que el punto Omega sería una especie de paso del
hombre al superhombre, algo así como Dios creado por la naturaleza. Sus ideas,
sin embargo, eran precisamente opuestas, y en El medio divino las deja claras:
para Teilhard, el punto Omega será el encuentro de Dios con el hombre, la
segunda venida de Cristo, el fin de este mundo y el paso a la salvación, no gracias
a la acción del hombre, sino por la atracción de un Dios preexistente y
creador.
Aparte de sus ideas dudosas sobre el pecado
original que, salvo por las dos notas breves mencionadas, no volvieron a
aparecer en sus escritos, las ideas de Teilhard nunca fueron oficialmente
condenadas por la Iglesia Católica (sus libros no estuvieron en el índice de
libros prohibidos), y fueron reivindicadas, ya en 1968, en el libro Introducción
al cristianismo de Joseph Ratzinger, que después fue cardenal prefecto
de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y más tarde papa Benedicto XVI.
En uno de mis libros, del que hablé en otro
artículo en este blog, he descrito con más detalle la vida y la obra de
Pierre Teilhard de Chardin, junto con mi propia versión de sus ideas.
Manuel Alfonseca
Tomaré este artículo como sugerencia de que debo leer a Teilhard. Gracias por su trabajo señor Alfonseca.
ResponderEliminarPor cierto estaba viendo el calendario y noté que el próximo jueves cae 24 ¿hará algún especial navideño como la discusión sobre si la Navidad tiene orígenes históricos páganos o todo lo contrario? Solo curiosidad mía, Saludos.
Como los días 24 y 31 no son días para andar leyendo blogs, he decidido que en esos días no pondré ningún artículo nuevo. En cambio, pondré uno el día 28. No porque sea el día de los Inocentes, a los que ya dediqué un artículo aquí:
Eliminarhttp://populscience.blogspot.com/2015/04/the-slaughter-of-innocents.html
sino porque está a mitad de camino entre ambos jueves. Luego, a partir del 7 de enero, volveremos a la tradición joviana.
De todos modos, gracias por la sugerencia para un posible artículo. Quizá la aproveche en algún momento.
Creo que ha habido y en cierta forma sigue habiendo, muchos Teilhard, muchos bruno-galileanos, muchos valentinianos, muchos pitagóricos... incomprendidos en sus épocas respectivas. Pero estos sabios espíritus y sus respectivas verdades, finalmente serán escuchados y entendidos cuando la mediocridad de la humanidad, vaya progresivamente superándose. Creo como Pitágoras y Sócrates que es mejor la trasmisión oral de las ideas filosóficas, excepto para quienes no tienen la oportunidad de escucharte. Por eso es bueno dejar por escrito lo que de forma directa no te dejen decir o no estén preparados para escuchar.
ResponderEliminarEstás mezclando en tu comentario casos muy diferentes:
Eliminara) Giordano Bruno fue condenado por la Iglesia Católica por negar la presencia de Cristo en la Eucaristía. Ni fue científico, ni pretendía serlo. No veo por qué la humanidad ha de acabar escuchándole y entendiéndole. No hay en sus teorías condenadas nada que sea difícil de entender. En cuanto al mito que afirma que fue castigado por defender la existencia de vida en otros mundos, es sólo eso: un falso mito.
b) El caso Galileo ha sido exhaustivamente analizado y no tiene nada que ver con el de Teilhard de Chardin.
c) Teilhard no puso en duda su obligación de obedecer a sus superiores y nunca fue condenado. Simplemente, algunas de sus ideas no publicadas fueron puestas en entredicho.
Feliz año nuevo.
Existe algun trabajo y/o ensayo acerca de este texto.?
ResponderEliminarYo prefiero leer los textos originales a los libros escritos para "explicarlos", que usualmente son más difíciles de tragar. De todos modos, mi libro "El quinto nivel de la evolución", que cito en el artículo, habla mucho de Teilhard y está influido por sus ideas.
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