La
materia de la que están constituidos el sistema solar, la Tierra, los seres
vivos y nosotros mismos, está formada, casi por completo, por átomos que, a su
vez, se basan en tres partículas elementales: protones, neutrones y electrones.
Para cada una de esas partículas, así como para otras muchas que no suelen
formar parte de los átomos, existe una antipartícula. Por lo tanto, podría
haber antiátomos de antimateria, formados por antiprotones, antineutrones y antielectrones (positrones).
Una propiedad interesante de la materia y la antimateria es que no pueden estar juntas. En cuanto se ponen en contacto, se desintegran por completo, transformándose en energía. Todos los indicios apuntan a que nuestra galaxia (la Vía Láctea) está formada casi exclusivamente por materia. También hay algo de antimateria, en forma de nubes de antipartículas, fuera de la galaxia, cerca de ella y atraída por su gravedad, pero en cantidad tan ínfima, comparada con la masa de la galaxia, que para efectos prácticos puede ignorarse. Se ha hablado también de que podría haber algunas (muy pocas) anti-estrellas.