¿Ciencia o seudociencia?

Martin Gardner
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La palabra seudociencia no está en el Diccionario de la Academia de la Lengua, pero sí está el adjetivo seudocientífico, que se define así:

Falsamente científico

En cuanto a la Wikipedia, la define así:

Afirmación, creencia o práctica presentada como científica y fáctica, pero que es incompatible con el método científico

Podemos deducir que seudociencia es una teoría o disciplina que se presenta como científica, pero no lo es. La distinción entre ciencia y seudociencia es importante, porque las seudociencias abundan, casi más que las ciencias, aunque a veces es difícil distinguirlas, porque a lo largo de la historia, las ideas sobre lo que es científico y lo que no lo es, han ido cambiando.

¿Se puede ver el inicio del universo?

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Como suelo señalar en estos artículos, los medios de comunicación generalistas, y a veces también las revistas de alta divulgación, pueden ser poco acertados cuando hablan de noticias científicas. Con los titulares, sobre todo, suelen cometer errores importantes, porque se intenta darles el mayor atractivo posible, lo que significa que también sufren las mayores distorsiones.

Veamos una noticia reciente. El titular es este:

Descubren cómo ver el comienzo del universo

Proyectos científicos de perogrullo

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La investigación científica se ha convertido en una carrera contra el reloj. Los investigadores se ven obligados a publicar cuanto más mejor en ciertas revistas, porque su sueldo depende de ello. Otra de sus obligaciones es proponer proyectos de investigación que reciban financiación oficial, de la que dependerá su capacidad de contratar becarios y financiar doctorandos, y la posibilidad de realizar viajes y pagar inscripciones a congresos donde presentarán el estado de sus investigaciones.

El problema es que algunos investigadores carecen de la imaginación suficiente para diseñar y proponer proyectos de investigación nuevos. ¿Cuál es la consecuencia? Que a menudo plantean problemas cuya solución todo el mundo conoce, y diseñan un plan de investigación para demostrarlo estadísticamente o de otra manera que parezca científica. Si el diseño es suficientemente astuto, las entidades oficiales que conceden proyectos se sentirán inclinadas a financiarlo. Por otra parte, al hacer esto, los investigadores apuestan sobre seguro, pues saben cuál va a ser el resultado de sus investigaciones antes de realizarlas.

La paradoja de la información que surge de la nada

Ted Chiang
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En un artículo anterior de este blog hablé de las paradojas que podrían ocurrir si fuese posible viajar en el tiempo. Una de ellas era esta:

  • La aparición de objetos sin causa, ilustrada por el cuento de ciencia-ficción Find the sculptor de Sam Mimes, que puede resumirse así: en su primer viaje, el inventor de la máquina del tiempo da un salto de 100 años hacia el futuro, donde encuentra una estatua que ha sido erigida en su honor. Toma la estatua, viaja con ella 100 años hacia el pasado (o sea, al punto de partida de su viaje), y la coloca en el mismo sitio en que la encontró, donde permanecerá durante 100 años sin que nadie la toque. Pero ¿quién hizo la estatua? Nadie. Es un objeto sin causa que sólo existe durante esos cien años.

La manipulación del lenguaje científico

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Hay varias formas de manipular el lenguaje científico:

  • Si se intenta aprovechar el prestigio de la ciencia, donde no viene a cuento aplicarlo, para obtener beneficios de algún tipo. Por ejemplo: cuando se anuncia un producto o un plan como resultado de un estudio científico que en realidad no ha tenido lugar. A lo largo del tiempo, este efecto suele concretarse en el uso incorrecto de los términos científicos más avanzados del momento. A finales del siglo XIX, muchos productos llevaban adjetivos relacionados con el telégrafo o la radiodifusión; a principios del siglo XX, se usaron mucho el elemento radio y la radioactividad, antes de que se descubrieran sus efectos nocivos; a mediados del siglo XX estaba de moda la palabra atómico; a finales del siglo XX, los términos computerizado, electrónico y biotecnológico; y a principios del siglo XXI los términos más utilizados han pasado a ser ecológico, sostenible y respetuoso con el medio ambiente. El valor científico de todos estos calificativos es prácticamente nulo.