En el antiguo
Egipto, la supervivencia después de la muerte se convirtió en obsesión. Al
principio, el faraón, como representante de los dioses, era el único que podía
alcanzar la inmortalidad, pero el privilegio se extendió a otras personas.
Hacia el segundo milenio A.E.C., la democratización de la otra vida era
completa. Para los egipcios, los muertos son juzgados por un tribunal de
cuarenta y dos dioses, presididos por Osiris, señor del mundo subterráneo. La
vida ultra-terrena se consideraba simple continuación de esta. Por eso llenaban
las tumbas de objetos útiles, de figurillas de esclavos y trabajadores, para que
desempeñen el papel de sirvientes y libren al difunto de los trabajos que tenga
que hacer en la otra vida. Pero los muertos egipcios no se pasan todo el tiempo
bajo tierra. De noche salen, con un farol, a pasearse por el cielo: son las
estrellas.
Manuel Alfonseca
Recopilación de mis artículos breves de divulgación científica.
Lista completa: https://manuelalfonseca.acta.es/docs/papersd.htm.
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jueves, 23 de junio de 2016
La Tierra hueca en la religión y la literatura
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