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jueves, 11 de febrero de 2021

Edward Bellamy, o la ciencia-ficción filosófica

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Se suele llamar edad de oro de la ciencia-ficción al periodo comprendido entre los años 1940 y 1965. Son los mismos años que se consideran también como la edad de oro del cine. Los años anteriores del género, por el contrario, parecen claramente inferiores, plagados de pulp fiction (novelas de quiosco), y es frecuente pensar que la ciencia-ficción se encontraba en estado incipiente, que apenas había salido de las nieblas de la prehistoria literaria.

Esta idea sería claramente errónea. Durante esos años hubo obras dignas de mención, como la primera versión de The forgotten planet de Murray Leinster (1920-21); R.U.R. de Karel Capek (1920), con la primera aparición de la palabra robot; Nosotros de Zamyatin (1921), que influyó sobre Aldous Huxley y George Orwell; Un mundo feliz de Aldous Huxley (1932); y ya al final del periodo, Más allá  del planeta silencioso de C.S. Lewis (1938).

jueves, 20 de septiembre de 2018

El error de Sir Arthur Conan Doyle


Sir Arthur Conan Doyle
Conan Doyle es famoso por ser el autor del personaje de Sherlock Holmes, el detective que se apoya en la lógica para resolver los casos más abstrusos, como en la famosa cita del relato El soldado de la piel decolorada, incluido en la colección El Archivo de Sherlock Holmes:
Cuando se ha eliminado todo lo que es imposible, lo que quede, por improbable que sea, tiene que ser la verdad.
Aparte de las obras de misterio, también es bastante conocida su novela de ciencia-ficción El mundo perdido, publicada en 1912, cuyo protagonista es el profesor Challenger, un científico insoportable, que también aparece en otros cuentos cortos de Doyle. Este es el argumento de El mundo perdido:
Un grupo de exploradores consigue llegar a una mesa casi inaccesible, perdida en la selva amazónica, que está tan aislada, que allí sobreviven dinosaurios y otros animales extinguidos en el resto del mundo, además de dos razas de humanos o pre-humanos primitivos (pitecántropos y Homo sapiens). Cuando consiguen escapar y regresar a Inglaterra, Challenger da una conferencia sobre sus hallazgos, que nadie toma en serio hasta que exhibe un ejemplar de Pterosaurio, que consiguió sacar de la mesa en forma de huevo y luego incubó.

jueves, 12 de julio de 2018

Los extraterrestres en la literatura


Los extraterrestres sólo pueden aparecer en dos tipos de obras literarias: en ensayos, o si hablamos de novelas, en el género de la ciencia-ficción. En cualquier otro tipo de novela, si apareciera un extraterrestre, se convertiría automáticamente en ciencia-ficción.
En la literatura de ciencia-ficción han aparecido numerosos tipos diferentes de extraterrestres:
  • Totalmente humanoides, como los hombre rojos de la serie de Marte de Edgar Rice Burroughs, que son tan humanoides que incluso son fértiles al cruzarse con los terrestres, como demuestran los dos hijos de John Carter y Dejah Thoris, y eso a pesar de que las mujeres marcianas son ovíparas (!!!). A este grupo pertenecen también los extraterrestres de la serie El Pueblo (The people), de Zenna Henderson, que sólo se distinguen de nosotros por sus capacidades mentales, y los de Perelandra de C.S.Lewis, también conocido por el título de Viaje a Venus.
  • Parcialmente humanoides, como los de Cita Galáctica (Star Ways), de Poul Anderson, cuyas mujeres también son capaces de enamorar a los terrestres. Esta novela desarrolla un argumento típico de Anderson, el de las especies extraterrestres que difieren culturalmente de nosotros porque tienen una visión del mundo más ecológica, pero que están condenados a la derrota en su enfrentamiento con unos terrestres mucho más activos y agresivos que ellos.

jueves, 23 de marzo de 2017

Trasplante de cerebro

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El 13 de febrero de 2017, La Razón Digital publicó una entrevista sobre trasplantes con Rafael Matesanz, de la que se hizo eco Madri+d, con el siguiente titular:
El trasplante de cerebro sería la panacea
Como de costumbre, los medios de comunicación prefieren los titulares más espectaculares, independientemente de que desvirtúen el sentido del artículo. En este caso, por ejemplo, el titular lo sacaron de una parte más bien secundaria de la entrevista. Esta:
–El cerebro.
–Sería reemplazable si supiéramos conectar las fibras que salen del sistema nervioso central con la médula, mientras no sea así... Aún estamos lejos, aunque ya nos gustaría porque eso significaría poder curar las tetraplejias y paraplejias.
...
– Fíjate lo que significaría para personas como Stephen Hawking, con un cerebro privilegiado, al que le puedas trasplantar un cuerpo sano. O muchas enfermedades vegetativas que estropean el cuerpo de forma motora, pero con el cerebro sano. Podría ser una forma de tratamiento insuperable, pero estamos lejos de conseguirlo. Conceptualmente sería la panacea.

jueves, 23 de junio de 2016

La Tierra hueca en la religión y la literatura



La idea de que el interior de la Tierra es hueco y habitado es probablemente tan vieja como el hombre. En casi todas las religiones antiguas, los habitantes de la Tierra hueca son los muertos. El origen de esta creencia depende quizá de la costumbre de enterrar los cadáveres, que se remonta al menos hasta el hombre de Neanderthal. Los volcanes y movimientos sísmicos contribuyeron también a esta idea, y las cavernas que se hunden en las entrañas de la Tierra parecían ser las entradas del mundo subterráneo.
En el antiguo Egipto, la supervivencia después de la muerte se convirtió en obsesión. Al principio, el faraón, como representante de los dioses, era el único que podía alcanzar la inmortalidad, pero el privilegio se extendió a otras personas. Hacia el segundo milenio A.E.C., la democratización de la otra vida era completa. Para los egipcios, los muertos son juzgados por un tribunal de cuarenta y dos dioses, presididos por Osiris, señor del mundo subterráneo. La vida ultra-terrena se consideraba simple continuación de esta. Por eso llenaban las tumbas de objetos útiles, de figurillas de esclavos y trabajadores, para que desempeñen el papel de sirvientes y libren al difunto de los trabajos que tenga que hacer en la otra vida. Pero los muertos egipcios no se pasan todo el tiempo bajo tierra. De noche salen, con un farol, a pasearse por el cielo: son las estrellas.