James H. Schmitz |
La imaginación humana no conoce
límites. Einstein puede decirnos que la velocidad de la luz establece un límite
infranqueable para objetos con masa, pero en el fondo no nos lo creemos. ¡Tiene
que haber una manera de romper ese límite! Si no, ¿cómo podríamos llegar a las
estrellas durante el breve lapso de nuestra vida, volver a la Tierra y contar
lo que hemos visto?
La gente de nuestra época, especialmente la de nuestra civilización, está empeñada en que tenemos que conseguir todo lo que queremos. Quiero ser inmortal, luego lo seré, y si no lo soy yo, lo serán mis hijos o mis nietos. (Más allá de los nietos, usualmente no llegamos…) Quiero viajar al centro de la galaxia, y si no puedo yo, alguien podrá hacerlo. Quiero hacer todo lo que quiera con mi vida, y lo haré… caiga quien caiga.