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jueves, 26 de diciembre de 2024

Los mundos perdidos de 2001

Arthur C. Clarke

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2001, una odisea del espacio (1968) es una de las películas más representativas de la ciencia-ficción en el mundo del cine. Su guion, cuya construcción llevó varios años, fue elaborado conjuntamente por Arthur C. Clarke, escritor consagrado de ciencia-ficción durante la edad de oro de este género, y Stanley Kubrick, afamado director de cine. Mientras participaba en el guion, Clarke escribió un libro con el mismo título que la película, que se publicó después del estreno de esta.

En 1972 Arthur C. Clarke publicó un libro titulado Los mundos perdidos de 2001, en el que mezcla reminiscencias sobre la construcción del guion con capítulos descartados del libro. Al leerlo, es posible seguir el proceso de elaboración de la película por parte de Clarke y Kubrick y las etapas sucesivas por las que pasó el argumento. Coincido con ellos en que el guion definitivo quedó mucho mejor que cualquiera de las versiones intermedias.

jueves, 12 de diciembre de 2024

Ciencia-ficción y viajes en el tiempo

H.G. Wells

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Hace algunos años publiqué en este blog una serie de artículos sobre el aspecto científico de los viajes en el tiempo, las paradojas que podría provocar si fuese posible (casi seguro no lo es) y soluciones propuestas para dichas paradojas, como el multiverso cuántico, una de las teorías más absurdas que jamás han pergeñado los físicos. En otro artículo hablé de los errores científicos en la novela de ciencia-ficción Timeline de Michael Crichton, que intenta resolver las paradojas de este modo, pero lo hace mal.

Aquí voy a referirme a los viajes en el tiempo desde el punto de vista literario, como subgénero de la ciencia-ficción. En este contexto, la posibilidad de realizar viajes en el tiempo es irrelevante. La cuestión nos interesa porque se trata de uno de los temas más frecuentes de este tipo de literatura.

jueves, 20 de junio de 2024

La ilusión de la antigravedad

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El hombre siempre ha deseado poder volar. Ver cómo lo hacen las aves y no poder hacerlo le ha obsesionado, hasta el punto de provocar no pocos accidentes. Es un ansia que ya conocen los niños muy pequeños. Sirvan de prueba algunos percances que provocó a finales de los años setenta la visión de la película Superman.

A finales del siglo XIX se conocían dos interacciones fundamentales: la electromagnética y la gravitatoria. En un respecto, las dos son muy diferentes. Los cuerpos cargados de electricidad pueden tener carga positiva o negativa. Una carga positiva y una negativa se atraen; dos positivas o dos negativas se repelen. De igual manera, los cuerpos magnéticos presentan dos extremos con magnetismo de tipo diferente, norte y sur. Si acercamos dos imanes, el extremo norte de uno y el extremo sur del otro se atraen; los extremos del mismo tipo se repelen.

jueves, 18 de abril de 2024

¡Que vienen los extraterrestres!

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Antes del siglo XX, algunos filósofos se plantearon la posibilidad de existencia de seres inteligentes extraterrestres. Podemos citar a Lucrecio (De Rerum Natura, libro II, siglo I a.C.), Nicolás de Cusa (siglo XV), y Giordano Bruno (siglo XVI). La idea fue adoptada con alegría por los escritores de ciencia-ficción, como Luciano de Samósata (Vera Historia, siglo II) y Cyrano de Bergerac (Historia cómica de los estados e imperios de la Luna, 1656), de los que hablé en otro artículo.

Durante el siglo XIX, la atención del público se centró en posibles habitantes inteligentes de otros astros del sistema solar, especialmente la luna y Marte. En 1835, el diario Sun de Nueva York publicó seis reportajes falsos en los que declaraba que se había descubierto la presencia de hombres voladores en la luna. Se dice que nueve de cada diez estadounidenses lo creyeron. En realidad, el Sun publicó una novela de ciencia-ficción como si fuera real, haciendo referencia a personas existentes, como el astrónomo Sir John Herschel. Casi al final del siglo, la novela de H.G. Wells La guerra de los mundos (1898) planteó la posible existencia de marcianos, coincidiendo con la polémica científica sobre los canales de Marte, que no quedó definitivamente resuelta hasta 1965.

jueves, 28 de diciembre de 2023

Respuestas a un lector que rechaza el Cristianismo

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Un lector muy fiel a mi blog, que alaba mi forma de tratar la ciencia, en cambio rechaza el Cristianismo, y parece que le molesta que de mis artículos se pueda deducir que yo soy católico creyente. En una andanada de comentarios que lanzó en uno de mis artículos, detalla sus argumentos. Allí no le contesté porque no era oportuno hacerlo, dada la longitud de sus comentarios, que en total contienen 3346 palabras, mientras que mi artículo sólo tiene 644 (más de cinco veces menos).

Creo que a este lector conviene calificarle más bien como agnóstico que como ateo, como parece deducirse de estas palabras:

Divagar sobre la posible existencia de Dios y caer del lado de "voy al 100% con que sí existe" no tiene nada de estúpido. El universo es TAN complejo que, mientras no haya ninguna prueba en contra, creer que puede existir alguien/algo que "diseñó" todo esto… no se puede tachar de "pensamiento estúpido".

Creo que las diversas críticas del lector pueden resumirse citando estas palabras, que también aparecen en su primer comentario:

El problema viene cuando se pretende utilizar todos estos razonamientos (que, en principio, hablan de Dios como algo completamente etéreo e impersonal) para tratar de validar la historia de Jesucristo, que parece que es la finalidad.

Está claro, ¿no? El lector acepta que yo hable de Dios, pero no de Jesucristo. Al parecer, le molesta profundamente que lo haga. He nombrado a Jesucristo en ocho artículos entre más de 450, aunque es posible que mi cristianismo se desprenda también de artículos en los que no le nombro. Y me acusa de tratar de llevar el agua a mi molino (o de barrer para casa). Se trata de un caso de libro de la falacia ad hominem. Ya sabemos que a esa falacia (que en este caso puede resumirse así: dices esto porque eres católico) se puede responder de la misma manera: dices eso porque eres ateo, o agnóstico, o lo que corresponda.

La mayor parte de sus comentarios (2092 palabras) se dirige contra la posibilidad de que haya milagros, y en particular contra el milagro de Fátima, al que he dedicado varios artículos de este blog. Sospecho que el lector piensa que sus argumentos contradicen lo que yo dije en esos artículos, pero en conjunto pienso que no ha hecho más que confirmarlo. Yo dije en su momento que:

  1. O bien ese hecho ocurrió de verdad, o sea, los testigos que lo atestiguan dijeron la verdad.
  2. O bien el hecho no ocurrió, y los testigos mintieron deliberadamente.
  3. O bien el hecho no ocurrió, pero los testigos no mintieron, simplemente estaban equivocados, o habían sido presa de una alucinación colectiva, o alguna explicación equivalente.

Y añadí:

Los escépticos sostienen que el milagro fue una alucinación colectiva, o bien un efecto óptico debido a la contemplación del sol. Los creyentes preferimos la primera opción.

G.K.Chesterton

¿Y qué hace el lector? Sostener que las únicas alternativas válidas de mi trilema son la segunda y la tercera. O sea, lo mismo que yo había previsto que haría quien esté en su caso. Un agnóstico o un ateo tiene que negar la posibilidad de que haya milagros, luego tienen que adoptar forzosamente las otras dos alternativas. Un creyente dispone de una alternativa más, la primera. (Los católicos no aceptamos automáticamente todo lo que se nos dice que es un milagro, como demuestran los cuentos de G.K. Chesterton agrupados en la colección La incredulidad del Padre Brown). Luego esas 2000 y pico palabras confirman lo que yo había previsto.

Por cierto, en el caso del milagro de Fátima, muchos protestantes se suman a los ateos y los agnósticos contra los católicos, porque uno de sus dogmas de partida (que la Virgen María no puede participar en nuestra salvación) les impide aceptarlo. Lo contrario ocurre con la resurrección de Cristo, que sí aceptan los protestantes.

Hay también alguna referencia al otro argumento que suelen usar los ateos para negar la existencia de Dios: el problema del mal. A este respecto dice:

Que los aviones que iban a impactar contra las Torres Gemelas se hubieran quedado congelados en el aire a 20 metros del impacto… hubiera sido alucinante, no hubiera habido explicación de ningún tipo y hubiera quedado registrado en vídeo… Sin embargo eso no ocurrió… Y murieron miles de personas. Y otras tantas sufrieron un impacto psicológico alucinante. Parece ser que los milagros sólo ocurren para hacer tonterías intrascendentes.

Este es el problema del mal humano, al que la respuesta usual es señalar que se está tratando de echar a Dios la culpa del mal que hacen los hombres. O como parece que dijo Mark Twain: Hay muchos chivos expiatorios, pero el más frecuente es la Providencia. En este caso concreto se echa en cara a Dios no haber realizado un milagro para evitar un acto humano de barbarie. Otros suelen nombrar Auschwitz. Esta exigencia de milagros delata un concepto mágico-mecánico de Dios, que sólo sería el corrector automático del mal que realizamos los seres humanos. Los tiempos no cambian; eso fue también lo que le dijeron a Cristo crucificado: ¡Sálvate a ti mismo bajando de la cruz! (Mc. 15:30).

Es curioso: antes de que el lector pusiera estos comentarios en mi blog, yo había utilizado argumentos parecidos en una discusión sobre la existencia de Dios entre dos inteligencias artificiales en mi última novela de ciencia-ficción: Operación Viginti. El debate termina en tablas, que es lo que suele ocurrir en este tipo de discusiones. Es casi imposible llegar a un acuerdo, porque ambas partes del debate parten de axiomas diferentes: uno afirma que Dios existe, el otro lo niega o lo pone en duda, y es difícil encontrar un argumento que sea capaz de convencerles.

Hilo Temático sobre Ciencia, Fe y Ateísmo: Anterior Siguiente

Manuel Alfonseca

jueves, 28 de septiembre de 2023

Descripciones y explicaciones

Lavoisier
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Voy a ilustrar con un ejemplo la diferencia entre estos dos conceptos:

  • A Antoine-Laurent de Lavoisier se le considera el padre de la química moderna. Su Tratado Elemental de Química revolucionó muchas de las ideas que hasta entonces habían dominado esta ciencia. Sin embargo, en lo que respecta a las reacciones químicas que describe, este libro es un simple catálogo. Así, nos dice algo parecido a esto:

Si mezclamos gas oxígeno y gas hidrógeno y aplicamos a la mezcla fuego o una chispa eléctrica, se produce una explosión y el resultado es agua.

Esto es una descripción. Cuenta lo que ocurre, pero no ofrece ninguna explicación del fenómeno.

jueves, 21 de septiembre de 2023

La exploración del sistema solar en la ciencia-ficción

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La exploración del sistema solar es uno de los temas clásicos de la ciencia-ficción, aunque la exploración de la galaxia le supera, tanto en número de obras como en la variedad de argumentos a los que ha dado lugar.

Entre mis obras favoritas sobre este tema citaré las siguientes:

  • Exploración y colonización de la luna. Dos novelas que se continúan: De la Terre à la Lune y Autour de la Lune de Julio Verne, en las que los protagonistas circunvalan la luna, pero no consiguen descender en ella; y dos cuentos cortos: The singing bell de Isaac Asimov y The menace from Earth de Robert Heinlein. En el segundo hay en la luna una base bien establecida.

jueves, 9 de marzo de 2023

La paradoja de la información que surge de la nada

Ted Chiang
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En un artículo anterior de este blog hablé de las paradojas que podrían ocurrir si fuese posible viajar en el tiempo. Una de ellas era esta:

  • La aparición de objetos sin causa, ilustrada por el cuento de ciencia-ficción Find the sculptor de Sam Mimes, que puede resumirse así: en su primer viaje, el inventor de la máquina del tiempo da un salto de 100 años hacia el futuro, donde encuentra una estatua que ha sido erigida en su honor. Toma la estatua, viaja con ella 100 años hacia el pasado (o sea, al punto de partida de su viaje), y la coloca en el mismo sitio en que la encontró, donde permanecerá durante 100 años sin que nadie la toque. Pero ¿quién hizo la estatua? Nadie. Es un objeto sin causa que sólo existe durante esos cien años.

jueves, 26 de enero de 2023

El mundo de los taquiones y la ciencia-ficción

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En artículos anteriores de este blog he mencionado diversos procedimientos que suelen emplear los autores de novelas de ciencia-ficción para hacer que los viajes interestelares sean casi tan sencillos y breves como los viajes actuales en avión a distintos puntos de la Tierra. Uno de esos procedimientos consiste en desintegrar la nave y reintegrarla en el universo de los taquiones, que son partículas hipotéticas, compatibles con la teoría de la relatividad, que siempre viajarían a velocidades mayores que la de la luz. Así sería posible (en principio) viajar muy deprisa al punto que nos interesara, reintegrar la nave en el mundo de los tardiones (o sea, en el nuestro), y ¡presto! hemos viajado a velocidad mayor que la de la luz.

Lo que pasa es que los autores de esas novelas (entre los que me incluyo) no solemos entrar en detalles sobre cómo sería el mundo de los taquiones. Simplemente damos por supuestas tres condiciones necesarias para que los viajes interestelares sean posibles:

jueves, 6 de octubre de 2022

Klara y el Sol

Kazuo Ishiguro
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No es corriente que aquellos a quienes se considera grandes escritores dediquen parte de sus esfuerzos a la ciencia-ficción. Este género se ha considerado tradicionalmente de segunda categoría, a pesar de que algún autor de prestigio se haya dedicado ocasionalmente a él. La obra más citada, en este contexto, es Un mundo feliz de Aldous Huxley (1932), un libro de rabiosa actualidad, del que he hablado en varios artículos anteriores de este blog.

Por eso aplaudo la reciente incursión en este campo, nada menos que de un Premio Nobel de Literatura: Kazuo Ishiguro, que escribe en inglés y recibió ese premio en 2017. Se le conoce por obras como Lo que queda del día, o Un artista del mundo flotante, así como su novela perteneciente al género de la ciencia-ficción, Nunca me abandones, una distopía que toca un tema en la misma línea de I am Margaret, de Corinna Turner, que mencioné en mi artículo sobre distopías en este blog. Ahora, en 2021, ha publicado una novela de ciencia-ficción que incide en el tema de la inteligencia artificial fuerte.

jueves, 15 de septiembre de 2022

Viajes en el tiempo y transferencia de materia

C.S. Lewis
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Además de las Crónicas de Narnia, C.S. Lewis escribió una trilogía de ciencia-ficción y dejó inacabada una cuarta novela, La Torre Oscura, que fue publicada tal como estaba después de su muerte. En esta novela, Lewis ofrece un argumento contra la posibilidad de viajar en el tiempo que no suele aducirse cuando se habla del tema, porque usualmente se recurre a una versión temporal de la paradoja de Fermi, o a la enumeración de las paradojas que podrían producirse si fuese posible viajar hacia el pasado, y en algunos casos también hacia el futuro.

El argumento de C.S. Lewis consta de dos partes:

jueves, 8 de septiembre de 2022

Andy Weir y el Proyecto Ave María

Andy Weir
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Andy Weir se hizo famoso por su novela de ciencia-ficción de 2011 The Martian (El Marciano), en la que un astronauta es abandonado en Marte por error, cuando la tercera expedición tiene que cancelarse precipitadamente por culpa de una tormenta de polvo demasiado violenta. La novela sirvió como base para una película, que lleva el mismo título, y que hizo famoso a su autor.

Weir no es un escritor prolífico. En 2021 se publicó su tercera novela, Project Hail Mary (Proyecto Ave María), que en mi opinión es una de las siete mejores novelas de ciencia-ficción de todos los tiempos. Mis otras seis obras favoritas de este género pueden verse aquí.

Project Hail Mary es una novela de ciencia-ficción dura sobre aventuras espaciales bastante típicas en el género. Incluye cuestiones como viajes interestelares a velocidades relativistas, encuentro con inteligencias extraterrestres, o la invasión del sistema solar por formas de vida extraterrestre que amenazan nuestra supervivencia. Todo esto integrado de forma muy coherente.

jueves, 16 de junio de 2022

Cántico a San Leibowitz

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Esta novela, una de mis favoritas del género de ciencia-ficción, pertenece al subgénero catastrofista, también llamado postapocalíptico. Su argumento resumido es este:

Una guerra atómica ha destruido nuestra civilización. Después de la catástrofe, las masas supervivientes odian la ciencia y los libros, pues los consideran responsables de la tragedia. Igual que tras la caída del Imperio Romano, La Iglesia Católica se encarga de recoger los restos del conocimiento y conservarlos para la posteridad, por si algún día surge una nueva civilización capaz de entenderlos. Pero cuando esto ocurre, la historia se repite y el hombre vuelve a autodestruirse.

jueves, 21 de abril de 2022

El uno de octubre será demasiado tarde

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Fred Hoyle fue uno de los grandes científicos del siglo XX, así como uno de los más controvertidos, por las excéntricas teorías que defendía. Su descubrimiento científico más importante tuvo que ver con la nucleosíntesis de elementos en las estrellas, más pesados que el hidrógeno y el helio, que son los más sencillos y ligeros que existen. En particular, a partir de su teoría sobre la formación de los átomos de carbono, Hoyle dedujo una primera versión del ajuste fino, que le llevó del ateísmo a una postura vagamente teísta, como se ve en este párrafo de su artículo The universe: past and present reflections (Engineering & Science, 1981):

Es inevitable llegar a la siguiente conclusión: "Algún intelecto súper-calculador tiene que haber diseñado las propiedades del átomo de carbono, de lo contrario, la probabilidad de que yo descubra precisamente ese átomo como resultado de la acción de las fuerzas ciegas de la naturaleza sería minúscula… Una interpretación de los hechos basada en el sentido común sugiere que un súper-intelecto ha jugado con la física, junto con la química y la biología, y que en la naturaleza no vale la pena hablar de fuerzas ciegas. Los números que uno calcula a partir de los hechos me parecen tan abrumadores como para que esta conclusión esté casi fuera de toda duda."

jueves, 24 de marzo de 2022

Viajes interestelares hiperlumínicos

James H. Schmitz
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La imaginación humana no conoce límites. Einstein puede decirnos que la velocidad de la luz establece un límite infranqueable para objetos con masa, pero en el fondo no nos lo creemos. ¡Tiene que haber una manera de romper ese límite! Si no, ¿cómo podríamos llegar a las estrellas durante el breve lapso de nuestra vida, volver a la Tierra y contar lo que hemos visto?

La gente de nuestra época, especialmente la de nuestra civilización, está empeñada en que tenemos que conseguir todo lo que queremos. Quiero ser inmortal, luego lo seré, y si no lo soy yo, lo serán mis hijos o mis nietos. (Más allá de los nietos, usualmente no llegamos…) Quiero viajar al centro de la galaxia, y si no puedo yo, alguien podrá hacerlo. Quiero hacer todo lo que quiera con mi vida, y lo haré… caiga quien caiga.

jueves, 17 de marzo de 2022

Viajes a la velocidad de la luz

Imagen de
"2001, una odisea del espacio"
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En realidad, el título de este artículo es incorrecto. Viajar a la velocidad de la luz es imposible, porque haría falta una energía infinita para acelerar hasta esa velocidad un cuerpo de masa en reposo mayor que cero. De lo que voy a hablar aquí es de posibles viajes a velocidades relativistas (próximas a la de la luz), lo que significa más de un 10% de la velocidad de la luz (o sea, 30.000 kilómetros por segundo).

jueves, 10 de marzo de 2022

Viajes interestelares en animación suspendida

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La mayor parte de los problemas mencionados al final del artículo anterior desaparecerían si se combinara la técnica del viaje generacional con otro avance científico que no parece, a primera vista, imposible: la conservación de los seres humanos en estado de vida latente durante periodos de tiempo muy prolongados. Este estado, que se parece al que adoptan muchos seres vivos cuando las condiciones ambientales son desfavorables, recibe el nombre de hibernación cuando es una respuesta al frio, y estivación cuando se utiliza como defensa contra el calor y la sequedad. 

En las condiciones actuales de la ciencia, la hibernación humana no es factible. Es verdad que se ha conseguido disminuir mucho el ritmo vital mediante la aplicación de bajas temperaturas, una técnica que se utiliza en cirugía para realizar operaciones muy complejas o delicadas, pero la suspensión total de las actividades vitales es siempre transitoria y se limita a un plazo breve que se mide en horas. 

jueves, 2 de diciembre de 2021

¿Seremos capaces de construir seres conscientes?

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Utilizo el término seres conscientes, porque el de máquinas conscientes tiene connotaciones materialistas que no comparto, y el de inteligencia artificial está quemado, por el abuso que los medios generalistas suelen hacer de él.

Antes de entrar en materia quiero hacer unas aclaraciones previas:

  1. Ya somos capaces de construir seres conscientes: nuestros hijos. Cuatro mil millones de años de evolución han llevado a la aparición de unos seres (nosotros) dotados de autoconsciencia y capaces de reproducirse. Se trata de un proceso natural, que no hemos desarrollado nosotros mismos, sino que nos ha venido dado desde antes de nuestra existencia. Cuando se plantea una pregunta como la del título de este artículo, usualmente se interpreta así: ¿seremos capaces de construir seres conscientes artificiales, construidos por medios diferentes de los naturales, ideados y desarrollados exclusivamente por nosotros mismos?

jueves, 11 de noviembre de 2021

La increíble gente menguante

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Como mencioné en el artículo anterior, Isaac Asimov escribió la novela Viaje Alucinante (Fantastic  Voyage en inglés) basándose en el guion de la película de ciencia-ficción del mismo título; no al revés, como mucha gente cree. En la película y en la novela, un submarino y su tripulación son reducidos a tamaño microscópico e inyectados en una arteria de un ser humano en coma, para realizar desde dentro una operación en su cerebro que sería imposible desde fuera.

¿Será posible alguna vez en el futuro hacer algo así? ¿O existen límites para lo que la tecnología puede conseguir?

jueves, 21 de octubre de 2021

¿Un gobierno mundial?

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Los economistas hablan de economía de escala, con lo que se refieren a la idea de que cuanto mayor sea una empresa, menores serán los costes de producción, y por tanto mayores los beneficios. La consecuencia de aceptar esta idea es la creencia de que, para aprovechar mejor los recursos, las empresas deben ser cada vez más grandes, y por lo tanto, su número más pequeño. No se suele tener en cuenta que esto da lugar a problemas, como el descenso de la calidad de los productos, consecuencia casi inevitable de la pérdida de competencia. Además existe un punto de diseño óptimo, que si se sobrepasa da lugar a que los descensos de costes se inviertan, y se conviertan en aumentos.

Después de publicar su famoso libro, Small is beautiful, Ernest Schumacher recibió una carta que decía lo siguiente:

El punto crucial es este: a medida que una organización monolítica aumenta de tamaño, el problema de la comunicación entre sus componentes aumenta exponencialmente. Generalmente se calcula que el tamaño máximo de un equipo productivo de investigación científica es igual a doce; por encima de ese tamaño, todos pasan todo el tiempo averiguando qué es lo que hacen los demás. (Citado por Joseph Pearce en su libro Small is still beautiful).

Pearce dice que las ideas de la economía de escala se han extendido a la política de escala, lo que llevaría indefectiblemente a un gobierno mundial:

[L]a democracia se somete a la teoría de la centralización progresiva. Los individuos delegan sus funciones democráticas en un Ayuntamiento; el Ayuntamiento delega sus funciones en un gobierno autonómico; los miembros del gobierno autonómico delegan en el gobierno nacional; los miembros del gobierno nacional en la unión continental; y por último (así lo da a entender esta teoría), la unión continental delegará en un gobierno mundial…

Sin embargo, si este teórico gobierno mundial llegara a convertirse en realidad, es casi seguro que dirá que es una democracia. La gente tendrá voto, aunque no tenga voz. El problema, por lo tanto, no es si la democracia es el camino a seguir, porque casi todo el mundo cree que lo es. El problema es la "democracia" antidemocrática.

A lo largo de la historia ha habido varios intentos de formar ese gobierno mundial. Recordemos nombres como Napoleón Bonaparte, que intentó unificar Europa sustituyendo a los gobernantes máximos por miembros de su propia familia y generales de su ejército; a Adolf Hitler, que quiso fundar un Imperio que duraría 1000 años; a Stalin, Mao Zedong y otros comunistas, que creían que el comunismo acabaría imponiéndose en todo el mundo, lo que llevaría a un gobierno mundial comunista, y a quienes no les importaba la muerte de millones de personas, con tal de imponer su ideología. Algunos piensan que ese gobierno mundial está a punto de imponerse, a partir del actual predominio Occidental en la Organización de Naciones Unidas. Pero ¿es aconsejable crear un gobierno mundial?

Personalmente soy escéptico, y lo he demostrado en varias de mis novelas de ciencia-ficción futuristas, en las que el Gobierno Mundial desempeña casi siempre el papel del villano.

  • En Bajo un cielo anaranjado (1993, 2016), el gobierno mundial quiere poner en marcha la terra-formación de Marte, a pesar del hecho de que eso causaría la muerte de todos los marcianos, seres inteligentes que habitan en el subsuelo del planeta.
  • En la continuación del libro anterior, Descenso al infierno de Venus (1999, 2016), se explican con las siguientes palabras algunos de los peligros del Gobierno Mundial: Aunque el mundo está unido, sigue habiendo conflictos, todos civiles, naturalmente, pero ya se sabe que la guerra civil suele ser la más inhumana y cruel de todas. También se plantea la posibilidad de que dicho Gobierno Mundial sea ocupado por un dictador que lo utilice en su propio beneficio.
  • Finalmente, en Operación Quatuor (2014), el Gobierno Mundial se ha convertido en uno de los principales antagonistas de la novela. Como explica uno de los personajes: [E]l gobierno ha conseguido detener el aumento de población. Ahora quiere hacerla disminuir y ha instaurado el aborto forzado para los que ya tienen un hijo, y la eutanasia obligatoria para los mayores de noventa años.

Partiendo del principio de que todo lo que crea el hombre es susceptible de ser mal utilizado, es preciso admitir que un gobierno mundial probablemente se convertiría en una herramienta extremadamente peligrosa, que dejaría pequeñas las predicciones de la novela de George Orwell, Mil Novecientos Ochenta y Cuatro, en la que dicho gobierno mundial ni siquiera había llegado a construirse, pues el mundo estaría dividido en tres superpotencias (Oceanía, Este-Asia y Eurasia) en guerra permanente las unas contra las otras, y que se han convertido en dictaduras asfixiantes.

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Manuel Alfonseca

Este artículo fue publicado por La Nueva Razón el 4 de septiembre de 2021