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Las Utopías, descripciones de sociedades perfectas ficticias, deben su nombre a la Utopia de Thomas More (1516), título de origen griego que significa literalmente en ningún sitio. Antes y después de la obra de More ha habido otras muchas utopías, cada una a gusto de su autor, puesto que el tema de la sociedad perfecta da mucho juego a la imaginación. Citemos como ejemplos La República de Platón, La ciudad del sol de Tomasso Campanella (1602), la Nueva Atlántida de Francis Bacon (1627), La raza que nos suplantará de Bulwer Lytton (1871), Mirando atrás de Edward Bellamy (1888, véase este artículo), Noticias de Ninguna Parte de William Morris (1890), Horizonte perdido de James Hilton (1933), o Isla de Aldous Huxley (1962).
Frente a las utopías, las
distopías describen sociedades imperfectas que permiten a su autor criticar a
la sociedad a la que pertenece, o para predecir tendencias futuras indeseables o
francamente horribles. Las distopías son más modernas que las utopías: se
remontan a la última parte del siglo XIX, han proliferado durante el siglo XX
(especialmente después del desánimo general, consecuencia de la Primera Guerra
Mundial y de la revolución comunista en Rusia), y continúan publicándose, entrado
el siglo XXI. La lista que voy a presentar no es, ni mucho menos, exhaustiva.
Su nexo de unión es que las he leído todas.
- Erewhon de Samuel
Butler (1872): su título viene a ser la palabra inglesa “nowhere”, que
significa lo mismo que Utopia, sólo que Butler la ha deletreado al revés, lo
que quiere decir que es lo contrario de una utopía (entonces no existía la
palabra distopía, que hace uso del prefijo griego dis
= malo). Butler la sitúa en una colonia británica no identificada parecida
a Nueva Zelanda, y utiliza la novela para criticar la sociedad inglesa de su
tiempo.
- Lord of the World de Robert Hugh Benson (1907): Junto con Un
Cántico a San Leibowitz,
libro del que hablé en el artículo anterior, es una de las mejores
distopías de escritores católicos.
- Nosotros de Yevgueni
Zamiatin (1921): Critica una sociedad vagamente parecida a la de la Unión
Soviética, extrapolándola hacia un futuro asfixiante.
- Un mundo feliz de
Aldous Huxley (1932): Influida por la anterior, extrapola la ciencia,
prediciendo importantes avances en la manipulación genética de embriones y
la gestación artificial, utilizados por un gobierno dictatorial “benévolo”
que utiliza la eugenesia para dividir la sociedad en clases genética e
intelectualmente diferentes, y el sexo y la droga para mantener a la
población sometida y manipulada. Los inconformistas son desterrados
permanentemente a una isla. Hablé de esta distopía en otro
artículo.
- Mil novecientos ochenta y cuatro de George Orwell (1948): Influida también por Nosotros,
critica la sociedad soviética y la extrapola hasta un dominio mundial que no
excluye la guerra, cuyos dirigentes utilizan la mentira y el miedo para
controlar a la sociedad, y el lavado de cerebro para remodelar y reeducar
a los inconformistas.
- One (o Escape to Nowhere) de David Karp (1953): Escalofriante
descripción de un lavado de cerebro y de la destrucción y reconstrucción
de un ser humano por un personaje malvado, amoral y carente de
sentimientos. Buena ilustración de la
abolición del hombre, con un final ligeramente optimista.
- Fahrenheit 451 de Ray
Bradbury (1953): Una
sociedad futura en la que la corrección política ha llegado a tal
extremo, que todos los libros están prohibidos porque, como dice uno de
los personajes, cualquier libro ofende siempre a alguna minoría. Sólo se
permite leer tiras cómicas y se persigue a los lectores de libros.
- La naranja mecánica de Anthony Burgess (1962): En una sociedad futura, la delincuencia
juvenil no tiene límites. Uno de los jóvenes delincuentes es sometido con
éxito a un programa de rehabilitación y manipulación mental, pero más
tarde los efectos del tratamiento desaparecen y el protagonista revierte a
un estado de violencia orgiástica, aunque al final madura y mejora su comportamiento.
- ¿Sueñan los androides con ovejas mecánicas? de Philip K. Dick (1968): En una sociedad futura, androides inteligentes
(replicantes) son casi indistinguibles de los seres humanos. El gobierno los
mantiene segregados para que no se mezclen con los seres humanos. Para
conseguirlo, aparece una nueva profesión, la del destructor de replicantes que
intentan hacerse pasar por humanos. Como expliqué en otro
artículo, Blade Runner, la
película basada en esta novela, es mucho mejor que ella.
- I am Margaret de Corinna
Turner (2014): En el futuro, la cultura de la muerte se ha extendido en la
Unión Europea y Gran Bretaña. Los jóvenes que no aprueban un examen son
segregados para utilizar sus órganos para trasplantes. Los católicos son
perseguidos, han tenido que pasar a la clandestinidad, y se los ejecuta
por descuartizamiento en vivo, igual que hacían los ingleses en tiempos de
los Tudor. Una de las jóvenes confinadas provoca la fuga de todos sus
compañeros, pero casi le cuesta la vida.
En un capítulo de mi libro El quinto nivel de la evolución realizo un
análisis más completo, tanto de las utopías como de las distopías, y al final
digo esto:
Las distopías suelen ser horribles, pero
tienen un poder de convicción, una verosimilitud, muy superiores a los de sus
contrarias... Cualquier sociedad que desee perpetuarse indefinidamente a toda
costa tendrá que recurrir a métodos de control inhumanos y deshumanizantes,
pues al estar compuesta de hombres libres, egoístas, inclinados al mal, tiene
que ser inestable por naturaleza, a menos que se fuerce a sus miembros a
adoptar una actitud permanentemente conformista. Es lo que C.S.Lewis denomina La abolición del hombre.
¿Qué distopía considero más probable? De las dos más conocidas, Un mundo feliz y Mil novecientos ochenta y cuatro, a menudo se dice que estamos cada vez más cerca, y en muchos aspectos tienen razón. Pero yo prefiero recordar lo que dijo Jesucristo al respecto: Las puertas del infierno no prevalecerán contra mi Iglesia (Mt. 16:18). Ni las utopías ni las distopías prevalecerán, porque el hombre es libre y puede pecar y ser redimido.
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Manuel Alfonseca
Un estupendo catálogo de novelas distópicas, tomo nota de las que no he leído. Es un tema que como sabes bien nos interesa a ambos, puesto que ya comentaste en mi artículo La utopía (in)deseable.
ResponderEliminarEn realidad, utopía y distopía pueden llegar a ser lo mismo si se pretende que la utopía sea realizable dentro de la historia, puesto que para mantener estable la sociedad utópica será necesario suprimir la libertad de modo totalitario: el fin de la historia, la congelación del tiempo, la eliminación de toda creatividad humana, la muerte del espíritu.
PD. Creo que hay una errata en la fecha de Erewhon, debería ser 1872.
Corregido, gracias. Se podía deducir de que las distopías están ordenadas por fecha de publicación.
EliminarEn efecto, la segunda parte de mi autocita se aplica por igual a las utopías y a las distopías.