La predicción del futuro social y la corrección política

2001, una odisea del espacio
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Los científicos suelen equivocarse al predecir el futuro de la ciencia. Los escritores de ciencia-ficción también, especialmente cuando tratan de predecir avances técnicos. Considérese la película 2001, una odisea del espacio. Casi todos los avances que propone para ese año resultaron equivocados. Trece años después de la fecha del título, no tenemos una base en la luna, ni viajes tripulados a Júpiter, ni inteligencia artificial propiamente dicha, ni hibernación de seres humanos...

Viene a cuento recordar la tercera ley de la futúrica, formulada por Isaac Asimov, que dice que más importante que predecir acertadamente los avances científicos futuros es predecir sus consecuencias sociales. No habría sido una buena historia de ciencia-ficción la que se hubiese limitado a predecir el automóvil sin prever el problema del aparcamiento.

En 1941, antes de que Asimov la formulase, Robert Heinlein aplicó correctamente la tercera ley de la futúrica en su cuento Solución insatisfactoria, en el que predijo el proyecto Manhattan, la bomba atómica, su utilización para poner fin a la segunda guerra mundial y el equilibrio nuclear subsiguiente entre las grandes potencias. No está mal, como ejemplo de lo que puede conseguir una ciencia-ficción bien construida.

Hay muchos ejemplos de predicciones sociales exitosas en la ciencia-ficción. Citaré algunos: 
Ray Bradbury
  • La novela de Aldous Huxley Brave new world, publicada en 1932, está cada vez más cerca de convertirse en realidad. 
  • En el mismo campo de la manipulación genética, la película Gattaca, más reciente, también parece haber dado en el clavo.
  • En 1953, Ray Bradbury publicó la novela Fahrenheit 451, también adaptada al cine. Pocos se han dado cuenta de que, en ese libro, Bradbury predijo la corrección política que treinta años más tarde se impuso en gran parte del mundo occidental. En la sociedad futura que describe Bradbury, la gente se pasa la vida pendiente de la televisión y sólo lee revistas cómicas. Los libros son peligrosos, se buscan para quemarlos. ¿Por qué? Como explica el jefe de los bomberos al protagonista, porque cualquiera que sea el libro, siempre hay alguna minoría que se siente ofendida por él.

Cartel de Fahrenheit 451
La tolerancia es la virtud favorita de nuestra sociedad. El deseo de no ofender a nadie parece el colmo de la tolerancia. Pero ésta es una virtud de término medio, como las que describe Aristóteles en su Ética. Se puede pecar contra la tolerancia, tanto por defecto (siendo intolerante), como por exceso. ¿En qué consiste el exceso? Curiosamente, también acaba en la intolerancia. En Fahrenheit 451, el exceso de tolerancia lleva a esa sociedad a volverse intolerante contra los libros y quienes los leen.

La tolerancia excesiva se destruye a sí misma: una persona extremadamente tolerante no puede tolerar ningún tipo de intolerancia, con lo que automáticamente se vuelve intolerante (contra la intolerancia). Pero hay cosas que no se deben tolerar, y para disfrazarlo se le cambia el nombre a la intolerancia y se crea un término innecesario y gramaticalmente absurdo: tolerancia cero.

La corrección política, que comenzó como el deseo de no ofender a nadie, se aplica a veces con doble rasero. Hoy se considera casi impensable ofender públicamente a quienes practican alguna religión (judaísmo, Islam, budismo, animismo...) o no practican ninguna, con una sola excepción: se puede ofender impunemente a los cristianos (y si protestan, se los acusa de no aceptar la libertad de expresión). También hay que tener cuidado para no ofender a personas de piel negra, amarilla, roja... pero los blancos pueden ser objeto de cualquier ataque. Por último, ¡cuidado con publicar nada que pueda ofender a las mujeres! Los hombres, en cambio, son presa legítima. Hoy día, en Europa y Norteamérica, el verdadero paria social es el hombre blanco cristiano. Nadie tiene por qué tener en cuenta sus sentimientos.

Puedo contar a este respecto una experiencia personal: una de mis novelas de ciencia-ficción, aún inédita, fue rechazada por una editorial. Según me dijeron, uno de sus revisores la calificó de sexista. ¿Por qué? Porque dos de sus personajes planean un acto de genocidio, el exterminio de una especie inteligente en un planeta lejano, pero la mujer es la instigadora y el hombre se deja arrastrar por ella.

Para saber si mis novelas son sexistas, no basta con leer una: hay que realizar un análisis de todos mis libros y contar cuántos de mis malos son hombres y cuántos son mujeres. Me he tomado la molestia de hacerlo: el 93% son hombres, el 7% son mujeres. Resulta que se me podría acusar de sexismo contra los hombres. Pues no, se me acusa de lo contrario. Acuso de sexistas a quienes lo hacen.


En los años ochenta, el objetivo de la corrección política era loable, pero tardó poco en pervertirse. Como predijo Bradbury, la tolerancia de que se jactan sus partidarios se convierte a menudo en un ejercicio de intolerancia, en una forma asfixiante de censura.

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Manuel Alfonseca

5 comentarios:

  1. Buenos dias,

    Hay una buena lista de recursos aqui http://www.justpublish.es/#!recursos/c1wtl

    Un saludo,

    Ben

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  2. Un hombre llamado Ernesto4 de noviembre de 2015, 19:18

    Espero que haya resuelto su problema con los editores.
    Concuerdo con usted, no soy blanco pero entiendo lo que dice.
    Imagino que se debe al hecho que en occidente el cristianismo es visto como una reliquia que entorpece "el progreso", digo los modelos a seguir para los países occidentales son los países nórdicos y los países bajos son países donde la religión ha pasado a un ámbito casi inexistente.

    Hablando de anécdotas me recordó una conferencia de un psicólogo especializado en derecho, él hablaba acerca de que cada individuo era libre y debíamos tener tolerancia con el pensamiento ajeno, la libertad sexual del lgbtq y las mujeres, sus derechos, etc.

    Un abogado ("discapacitado" por cierto) comentó respecto a la adopción gay y el derecho que poseían los niños a elegir si querían ser adoptados o no. El psicólogo se puso verde, comenzó a burlarse y a exhibir al abogado como homofóbico, retrograda, estúpido, etc. y por si fuera poco dijo que los niños carecían de derechos y que el derecho a adoptar era del colectivo.
    En fin, como decía Voltaire "Proclamo en voz alta la libertad de pensamiento y muera el que no piense como yo".

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    1. Yo tenía entendido que lo que había dicho Voltaire era lo contrario: No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo. Pero he hecho una búsqueda y he visto que la cita es apócrifs, y que aparece por primera vez en un libro de 1906 titulado The friends of Voltaire. Al menos, eso dice la Wikipedia.

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    2. Chicxulub Kukulkan14 de julio de 2016, 3:59

      Eric Arthur Blair escribió un ensayo denominado "La libertad de prensa" con la intención de ser el prólogo de "Rebelión en la granja"; el escrito fue descubierto hasta 1971. En dicho escrito aparece la cita referida y se le atribuye a Voltaire.

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    3. En cualquier caso, la cita de George Orwell es posterior a la fecha de 1906 que señala la Wikipedia para el origen de la supuesta cita. De todos modos, lo importante de estas citas de origen dudoso no es quién las dijo por primera vez, sino si estamos o no de acuerdo con ellas:-)

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