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jueves, 22 de mayo de 2025

La ciencia no puede demostrar que Dios no existe

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En varios artículos he señalado que es imposible demostrar científicamente que Dios existe, como también es imposible demostrar científicamente que Dios no existe. La razón es que el objeto de la investigación científica es el mundo material, y Dios no es parte de ese mundo, y por tanto está fuera del alcance de la ciencia.

En un artículo anterior critiqué un libro que intentaba hacer lo primero, desde el punto de vista de autores creyentes. En este voy a criticar otro libro que intenta hacer lo segundo, desde el punto de vista ateo. Se trata de M-E: The God Within, cuyo autor es Joseph R. Abrahamson.

Aunque el autor dice que se apoya en los principios de la lógica y del método científico, comete errores importantes que indican que no conoce a fondo esas disciplinas. El argumento que presenta como demostración de que Dios no existe, aunque no aparece explícitamente en el libro, está difuso en él, se deduce de su lectura y puede resumirse así:

jueves, 20 de marzo de 2025

Indicios científicos y racionales sobre la existencia de Dios

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En el artículo anterior mencioné que la ciencia no proporciona pruebas de la existencia de Dios, pero sí indicios. En un libro mío que se publicó en 2013 con el título ¿Es compatible Dios con la ciencia? Evolución y Cosmología presenté una lista de indicios. Aquí voy a resumir algunos de ellos. Los tres primeros son científicos, los demás no.

  1. El universo es un objeto físico. Durante el siglo XIX, algunos filósofos ateos negaron que el universo sea un concepto aplicable a un objeto concreto que existe fuera de nuestra mente. Usualmente se define el universo como el conjunto de todo lo que existe. Según esos filósofos, tal conjunto no existe, pues el concepto de universo es una pura elucubración de la mente humana, que no se corresponde con ningún objeto físico. Por lo tanto, no sería necesario buscarle origen (causa) fuera de nuestra mente. Este argumento cayó por tierra en el siglo XX: la teoría de la relatividad general de Einstein lleva a una ecuación cosmológica que se aplica al universo, lo que implica que el cosmos tiene existencia real, que es un objeto físico.

jueves, 13 de marzo de 2025

¿Pruebas científicas de la existencia de Dios?

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Dos ingenieros franceses, Michel-Yves Bolloré y Olivier Bonnassies, han publicado un best-seller titulado en su traducción española Dios - La ciencia - Las pruebas: El albor de una revolución, en el que afirman que la ciencia ha demostrado la existencia de Dios. El libro es interesante, porque contiene numerosas anécdotas y citas de científicos, y algunos datos poco conocidos. No obstante, no estoy de acuerdo con su enfoque, que queda claro ya desde el título del libro.

¿Se puede demostrar mediante la ciencia la existencia de Dios? Como he dicho en este blog más de una vez, la respuesta a esta pregunta tiene que ser negativa. El objeto de la ciencia es el estudio del mundo material. Pero Dios no está en el mundo material, no es parte de él. Por lo tanto, no puede ser objeto de estudio por la ciencia. Esto significa que la ciencia jamás conseguirá demostrar la existencia de Dios, como tampoco conseguirá demostrar su inexistencia.

Como expliqué en otro artículo, el Papa Pío XII quizá se vio tentado a pensar que la ciencia había demostrado la creación, aunque se sospecha que Georges Lemaître, descubridor de la ley de Hubble-Lemaître y de la teoría del Big Bang, le disuadió de ello, porque el Papa, en un discurso posterior a la entrevista, dijo esto: la ciencia, aunque progresa a pasos agigantados, jamás estará en condiciones de responder a las preguntas finales, como la del origen de todas las cosas.

jueves, 28 de diciembre de 2023

Respuestas a un lector que rechaza el Cristianismo

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Un lector muy fiel a mi blog, que alaba mi forma de tratar la ciencia, en cambio rechaza el Cristianismo, y parece que le molesta que de mis artículos se pueda deducir que yo soy católico creyente. En una andanada de comentarios que lanzó en uno de mis artículos, detalla sus argumentos. Allí no le contesté porque no era oportuno hacerlo, dada la longitud de sus comentarios, que en total contienen 3346 palabras, mientras que mi artículo sólo tiene 644 (más de cinco veces menos).

Creo que a este lector conviene calificarle más bien como agnóstico que como ateo, como parece deducirse de estas palabras:

Divagar sobre la posible existencia de Dios y caer del lado de "voy al 100% con que sí existe" no tiene nada de estúpido. El universo es TAN complejo que, mientras no haya ninguna prueba en contra, creer que puede existir alguien/algo que "diseñó" todo esto… no se puede tachar de "pensamiento estúpido".

Creo que las diversas críticas del lector pueden resumirse citando estas palabras, que también aparecen en su primer comentario:

El problema viene cuando se pretende utilizar todos estos razonamientos (que, en principio, hablan de Dios como algo completamente etéreo e impersonal) para tratar de validar la historia de Jesucristo, que parece que es la finalidad.

Está claro, ¿no? El lector acepta que yo hable de Dios, pero no de Jesucristo. Al parecer, le molesta profundamente que lo haga. He nombrado a Jesucristo en ocho artículos entre más de 450, aunque es posible que mi cristianismo se desprenda también de artículos en los que no le nombro. Y me acusa de tratar de llevar el agua a mi molino (o de barrer para casa). Se trata de un caso de libro de la falacia ad hominem. Ya sabemos que a esa falacia (que en este caso puede resumirse así: dices esto porque eres católico) se puede responder de la misma manera: dices eso porque eres ateo, o agnóstico, o lo que corresponda.

La mayor parte de sus comentarios (2092 palabras) se dirige contra la posibilidad de que haya milagros, y en particular contra el milagro de Fátima, al que he dedicado varios artículos de este blog. Sospecho que el lector piensa que sus argumentos contradicen lo que yo dije en esos artículos, pero en conjunto pienso que no ha hecho más que confirmarlo. Yo dije en su momento que:

  1. O bien ese hecho ocurrió de verdad, o sea, los testigos que lo atestiguan dijeron la verdad.
  2. O bien el hecho no ocurrió, y los testigos mintieron deliberadamente.
  3. O bien el hecho no ocurrió, pero los testigos no mintieron, simplemente estaban equivocados, o habían sido presa de una alucinación colectiva, o alguna explicación equivalente.

Y añadí:

Los escépticos sostienen que el milagro fue una alucinación colectiva, o bien un efecto óptico debido a la contemplación del sol. Los creyentes preferimos la primera opción.

G.K.Chesterton

¿Y qué hace el lector? Sostener que las únicas alternativas válidas de mi trilema son la segunda y la tercera. O sea, lo mismo que yo había previsto que haría quien esté en su caso. Un agnóstico o un ateo tiene que negar la posibilidad de que haya milagros, luego tienen que adoptar forzosamente las otras dos alternativas. Un creyente dispone de una alternativa más, la primera. (Los católicos no aceptamos automáticamente todo lo que se nos dice que es un milagro, como demuestran los cuentos de G.K. Chesterton agrupados en la colección La incredulidad del Padre Brown). Luego esas 2000 y pico palabras confirman lo que yo había previsto.

Por cierto, en el caso del milagro de Fátima, muchos protestantes se suman a los ateos y los agnósticos contra los católicos, porque uno de sus dogmas de partida (que la Virgen María no puede participar en nuestra salvación) les impide aceptarlo. Lo contrario ocurre con la resurrección de Cristo, que sí aceptan los protestantes.

Hay también alguna referencia al otro argumento que suelen usar los ateos para negar la existencia de Dios: el problema del mal. A este respecto dice:

Que los aviones que iban a impactar contra las Torres Gemelas se hubieran quedado congelados en el aire a 20 metros del impacto… hubiera sido alucinante, no hubiera habido explicación de ningún tipo y hubiera quedado registrado en vídeo… Sin embargo eso no ocurrió… Y murieron miles de personas. Y otras tantas sufrieron un impacto psicológico alucinante. Parece ser que los milagros sólo ocurren para hacer tonterías intrascendentes.

Este es el problema del mal humano, al que la respuesta usual es señalar que se está tratando de echar a Dios la culpa del mal que hacen los hombres. O como parece que dijo Mark Twain: Hay muchos chivos expiatorios, pero el más frecuente es la Providencia. En este caso concreto se echa en cara a Dios no haber realizado un milagro para evitar un acto humano de barbarie. Otros suelen nombrar Auschwitz. Esta exigencia de milagros delata un concepto mágico-mecánico de Dios, que sólo sería el corrector automático del mal que realizamos los seres humanos. Los tiempos no cambian; eso fue también lo que le dijeron a Cristo crucificado: ¡Sálvate a ti mismo bajando de la cruz! (Mc. 15:30).

Es curioso: antes de que el lector pusiera estos comentarios en mi blog, yo había utilizado argumentos parecidos en una discusión sobre la existencia de Dios entre dos inteligencias artificiales en mi última novela de ciencia-ficción: Operación Viginti. El debate termina en tablas, que es lo que suele ocurrir en este tipo de discusiones. Es casi imposible llegar a un acuerdo, porque ambas partes del debate parten de axiomas diferentes: uno afirma que Dios existe, el otro lo niega o lo pone en duda, y es difícil encontrar un argumento que sea capaz de convencerles.

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Manuel Alfonseca

jueves, 14 de septiembre de 2023

Richard Dawkins frente a John Lennox

Richard Dawkins
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A la edad de quince años escribí mi primer libro, sin intención de publicarlo y para mi uso personal: una zoología sobre invertebrados en dos volúmenes. Todavía lo sigo consultando, aunque las clasificaciones han cambiado mucho desde entonces, con el auge de la cladística y el análisis de ADN.

En 1977, con el doble de edad y esta vez con intención de enviarlo a la imprenta, escribí en inglés otro libro bajo el título de Human cultures and evolution, en el que planteé la siguiente propuesta:

·         La evolución cultural es equivalente a la evolución biológica. Muchas de sus propiedades son comunes a ambos campos. Las civilizaciones humanas son equivalentes a las especies biológicas y describen curvas vitales semejantes. Existe una selección cultural, equivalente y muy parecida a la selección natural propuesta por Darwin para explicar el origen de las especies.

jueves, 18 de mayo de 2023

Roger Penrose frente a William Craig

Roger Penrose
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Agradezco a Plácido Doménech Espí haber llamado mi atención hacia este debate realizado en 2019 entre Roger Penrose y William Craig, titulado El Universo: ¿Cómo llegó aquí, y por qué somos parte de él? (The Universe: How did it get here & why are we part of it?).

Roger Penrose saltó a la fama como cosmólogo cuando en 1970 demostró, junto con Stephen Hawking, un teorema según el cual, la aplicación de la teoría de la Relatividad General de Einstein al universo entero exige que haya al menos un punto singular en dicho universo (un punto en el que confluyen todas las geodésicas del universo). O sea, el Big Bang.

En 1989, Penrose se convirtió en uno de los divulgadores científicos más famosos al publicar La nueva mente del emperador (The emperor’s new mind), un libro con profundas implicaciones filosóficas, en el que, entre otras cosas, propuso la siguiente cuestión, inspirada en el teorema de Gödel: ¿cómo es que podemos demostrar que un teorema es verdadero, si no se puede demostrar matemáticamente a partir de un conjunto razonable de axiomas? Según él, esto podría indicar que la inteligencia humana es cualitativamente distinta de la de las máquinas computadoras.

En 2004 publicó otro libro, El camino hacia la realidad (The road to reality), esta vez de altísima divulgación, pues está plagado de ecuaciones, en el que propone una unificación de la relatividad general de Einstein con la mecánica cuántica (una teoría de la gravedad cuántica), de la que poco después surgió su teoría cosmológica, la Cosmología cíclica conforme (Conformal cyclical cosmology o CCC), según la cual el universo no comenzó con el Big Bang, que sólo sería el principio del eón actual, sino que habría una sucesión infinita de eones anteriores, cada uno de los cuales comenzaría en un Big Bang y evolucionaría hasta la muerte térmica, cuando lo único que quedaría en todo el universo serían fotones. En ese momento, (nadie sabe cómo) la entropía descendería súbitamente hasta un valor mínimo para dar comienzo a un nuevo ciclo.

William Craig ha propuesto el argumento cosmológico kalam, que puede resumirse así:

  1. Todo lo que empieza a existir posee una causa de su existencia.
  2. El universo empezó a existir.
  3. Luego el universo posee una causa de su existencia.

William Lane Craig

Craig sostiene que el Big Bang fue el comienzo de la existencia del universo, por lo que tiene que haber una causa de esa existencia: un Creador no causado, que existe sin principio, sin cambio, inmaterial, sin tiempo, sin espacio, y enormemente poderoso, y además omnisciente, para poder ser también el autor del mundo abstracto. O sea, Dios.

En el debate, Penrose empezó sosteniendo que hay tres componentes de la realidad: un mundo abstracto (las matemáticas); un mundo físico (el mundo material); y un mundo mental (el mundo de la consciencia). Además, señala la existencia de tres misterios, que se refieren a las relaciones entre estos tres mundos:

  1. La irrazonable efectividad de las matemáticas (Eugene Paul Wigner): ¿Por qué el mundo abstracto describe tan bien el funcionamiento del mundo físico?
  2. El origen de la consciencia: ¿Cómo surge la consciencia a partir del mundo físico?
  3. La capacidad de la mente para entender el mundo abstracto: ¿Por qué podemos entender las matemáticas y aplicarlas para describir fenómenos contrarios a nuestra intuición?

Craig estuvo de acuerdo con el análisis de Penrose, y añadió esta consideración:

El mundo abstracto no puede ser la causa de los otros dos mundos, el físico y el mental, porque no tiene poder causal y no puede tomar decisiones. No está claro que el mundo físico sea la causa del mundo mental: el propio Penrose reconoce que eso es un misterio. ¿Puede ser el mundo mental la causa del mundo físico y del mundo abstracto? Parece que sí: tenemos la experiencia de que nuestra mente es capaz de producir cambios físicos a través de la intencionalidad humana. ¿No podría haber una mente omnisciente que fuera la autora de los mundos físico y abstracto? Eso resolvería el problema del origen de los tres mundos.

A esto, Penrose sólo pudo responder que no le gusta la idea (se declara ateo), y que prefiere pensar que el mundo abstracto (o platónico) es primordial, aunque no sabe cómo podrían proceder los otros dos mundos de este.

La segunda parte del debate trató sobre el problema del ajuste fino. Craig indicó que existen tres soluciones al problema:

  1. Las constantes universales sólo pueden tener el valor que tienen.
  2. Nuestra existencia en un universo tan ajustado puede deberse al azar en el entorno de un multiverso.
  3. Nuestro universo ha sido diseñado por un Creador.

Penrose comenzó negando que exista el ajuste fino, aunque al final se declaró agnóstico al respecto. Propuso su teoría CCC como explicación del origen de nuestro universo. Craig señaló que esa teoría no es más que un multiverso en el tiempo en lugar de en el espacio, donde se supone que existen casi todos los multiversos que se han propuesto. Penrose, a quien parece que no se le había ocurrido esta idea, la abrazó con alegría y afirmó que su teoría está comprobada experimentalmente, cosa que casi ningún cosmólogo actual acepta.

Mi conclusión ante este debate es que Penrose estuvo casi todo el tiempo a la defensiva, y que no pudo ofrecer ningún argumento convincente en favor de su ateísmo.

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Manuel Alfonseca

jueves, 1 de septiembre de 2022

Ciencia y odio a la religión: una anécdota personal

John McCarthy
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Desde 1995, Internet se ha convertido en una herramienta casi indispensable para mucha gente. Nuestra sociedad depende cada vez más de la red mundial de datos, lo que significa que somos cada vez más vulnerables. Una llamarada solar, un gran meteorito, una sobrecarga de las redes de energía, una guerra importante, pueden poner en peligro nuestra estructura social, dejándonos sin Internet.

A finales de los años ochenta, Internet era sólo una red incipiente que ligaba entre sí a empresas privadas con cualquier hardware y software. De hecho, era una entre las muchas redes que competían por el nuevo nicho ecológico-social. Una de las más importantes de esas redes era BITNET, que unía a todas las universidades de América del Norte que utilizaban ordenadores de IBM. Después se creó una red paralela en Europa que recibió el nombre de EARN, que no tardó en conectarse con BITNET.

jueves, 27 de enero de 2022

El secuestro del Big Bang

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La teoría del Big Bang fue ideada en 1931 por el sacerdote belga Georges Lemaître, como consecuencia de la aplicación hacia atrás en el tiempo de la ley de Hubble-Lemaître, descubierta por Lemaître en 1927 e independientemente por Hubble en 1929. En efecto, si casi todas las galaxias se alejan, porque el espacio que las separa se expande, hace miles de millones de años debían de estar mucho más cerca, y en el límite todo el universo visible se habría reducido a un punto. Hoy se cree que esto ocurrió hace unos 13.800 millones de años.

En 1948, George Gamow, Ralph Alpher y Robert Herman hicieron dos predicciones que deberían cumplirse si la teoría del Big Bang fuese cierta: que la masa del universo debe estar constituida aproximadamente por un 75% de hidrógeno y un 25% de helio; y que debería existir una radiación cósmica de fondo con una temperatura de unos 5º Kelvin. Otros cosmólogos, sin embargo, tomaron a broma esta teoría, y para burlarse de ella le dieron el nombre de Big Bang, que no es muy apropiado, pero ha quedado fijo, quizá para siempre.

jueves, 17 de septiembre de 2020

La mente y el cosmos

Thomas Nagel
Thomas Nagel, filósofo, profesor en la Universidad de Nueva York y especializado en filosofía de la mente, ha publicado un libro (La Mente y el Cosmos) en el que resume sus ideas contrarias al reduccionismo materialista dominante en filosofía desde mediados del siglo XIX. He leído el libro en una traducción española realizada por el profesor de Sevilla Francisco Rodríguez Valls, con quien he colaborado más de una vez.
El libro proporciona argumentos contundentes en apoyo de la afirmación de que el reduccionismo materialista no puede explicar la consciencia, la razón y otros elementos mentales sin eliminarlos. Pero como la consciencia y la razón son los elementos dominantes de nuestra visión del mundo, la conclusión a la que deberíamos llegar es que el reduccionismo materialista tiene que ser falso.

jueves, 3 de septiembre de 2020

El problema del mejor de los mundos


Campo de concentración de Auschwitz
En 1993, William Rowe propuso un argumento filosófico ateo para demostrar que Dios no existe, que aunque se basa en el problema del mal (como tantos otros argumentos ateos), le da un giro algo diferente. Por eso se le ha puesto nombre, el del título de este artículo. El argumento puede resumirse así:
Si Dios existe y ha creado el universo, tiene que haber creado el mejor de los mundos posibles, desde el punto de vista moral. Pero dado un universo, siempre es posible idear un mundo mejor que ese. De hecho, el mejor de los mundos posibles no existe, siempre es posible imaginar uno mejor. Además, nuestro universo contiene bastante mal moral y dista de ser uno de los mejores. Luego Dios no existe.
Es curioso que, en respuesta a este argumento, algunos filósofos creyentes (como Klaas Kraay y otros), hayan recurrido para rebatirlo a las teorías del multiverso, que fueron ideadas inicialmente por pensadores ateos para enfrentarse al problema del ajuste fino. Según estos filósofos, el problema del mejor de los mundos se resolvería si Dios hubiese creado, no un universo, sino un multiverso que contenga todos los mundos mejores posibles, quizá en número infinito. No me parece que el intento tenga mucho porvenir. Es fácil prever que el mismo argumento que se aplica al universo puede aplicarse también al multiverso, con lo que no se habría resuelto el problema, sólo se habría trasladado a un nivel superior.

jueves, 2 de enero de 2020

El multiverso teológico

En otros artículos de este blog (ver uno de los hilos temáticos al final de este) he hablado de diversas teorías de los multiversos y he afirmado que ninguna de ellas es científica, porque es imposible demostrar que sean falsas. De hecho, dudo de que ni siquiera puedan considerarse filosóficas. A mí me parecen más bien elucubraciones fantasiosas: más que ciencia, son ciencia-ficción.
Lo curioso es que la idea del multiverso no es nueva. Ya mencioné que su primera aparición en la literatura de ciencia-ficción fue en una novela de Clifford Simak (Cosmic Engineers, 1950) que desarrolla un cuento corto del mismo autor de 1939.
Pero también la obra de Simak tiene precedentes, y bien antiguos, por cierto. El capítulo 21, versículo 1 del Apocalipsis, libro escrito hacia finales del siglo I, dice esto:
Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
Un cielo nuevo y una tierra nueva. ¿De qué está hablando, sino de otro universo, al que se supone pasaremos después de la muerte? Parece, por consiguiente, que en la visión cristiana del cosmos Dios ha hecho al menos dos universos: el nuestro y el de la otra vida. Este sería el multiverso teológico, nombre que acabo de inventar.
Cuando los físicos hablan de otros universos, a menudo dan rienda suelta a su imaginación. Permítanme que haga lo mismo.
El segundo universo tendría su propio tiempo, independiente del nuestro. Si queremos relacionarlos, yo diría que los dos ejes del tiempo son ortogonales (perpendiculares entre sí). Cristo (Dios hecho hombre), al morir, sale de nuestro tiempo y pasa al otro. De paso, captura a todos los seres humanos que han existido o existirán, y los arrastra consigo hasta el otro universo. Todos llegamos al otro universo en el instante inicial de su tiempo propio. Todos llegamos a la vez. Nadie tiene que esperar a nadie en la otra vida.
Añadiré dos consideraciones adicionales:
  • Algunos cosmólogos ateos se aferran a las diversas teorías del multiverso para salvaguardar su ateísmo. Parecen creer que, si se demostrara que existe el multiverso, quedaría demostrado que Dios no existe. No comprendo por qué. Si Dios ha creado un universo, ¿qué puede impedirle crear dos, cien o cien mil? El descubrimiento de un multiverso no haría otra cosa que ampliar nuestro campo de visión, señalando que hay más niveles en el universo de los que preveía nuestra filosofía, parafraseando lo que le dijo Hamlet a Horacio. Pero esto ha sucedido ya otras veces: Hasta principios del siglo XX, se creía que el universo estaba formado sólo por las estrellas próximas. Después se descubrió que estas estrellas forman una galaxia, y que hay miles de millones de galaxias, separadas por enormes espacios vacíos. Este aumento desmesurado del tamaño del universo no supuso ningún problema para la fe de los creyentes. Si se descubre que hay un  multiverso (en otras palabras, que el universo es aún más grande y complejo de lo que creíamos) tampoco supondrá ningún problema.
  • Jamás se me ocurriría presentar la teoría descrita en este artículo como si fuese ciencia. Tal como están las cosas, en este momento ninguna de las teorías del multiverso es ciencia. Hay bastantes, la mayor parte incompatibles con las demás. Si alguna vez se lleva a cabo un avance científico inesperado que demuestre que una de ellas es verdadera, esa teoría pasará a ser ciencia. De momento no hay señales de que tal cosa vaya a suceder. En cuanto a mi teoría, me temo que no sabremos si es cierta hasta después de nuestra muerte.
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Manuel Alfonseca

jueves, 9 de mayo de 2019

La acción de Dios a la luz de la ciencia



Portada del libro
Divine action & modern science
por Nicholas Saunders
Como he mencionado en artículos anteriores, ni la existencia de Dios ni su inexistencia pueden ser demostradas por la ciencia, pues Dios, si existe, no puede ser objeto del conocimiento científico. En consecuencia, desde el punto de vista racional, el problema de la existencia de Dios es filosófico y no científico. Ante este problema se han propuesto diversas soluciones:
  • Ateísmo: Según esta solución, propuesta hoy por muchos, Dios no existe y la existencia del universo sería consecuencia únicamente del azar. Un problema adicional, sugerido por esta teoría, es que realmente no sabemos qué pueda ser el azar (véase este artículo). Como la materia oscura y la energía oscura, es un nombre que sólo sirve para esconder nuestra ignorancia.
  • Panteísmo: Según esta solución, propuesta por nombres tan señeros como Spinoza y Einstein, Dios es el universo. Con otras palabras, en el universo hay algo que no podemos descubrir con el análisis científico, que explica de algún modo su propia existencia y la nuestra. La contraposición de esta teoría con la anterior queda clara en las palabras de Einstein contra la interpretación de Copenhague de la mecánica cuántica: Dios no juega a los dados. Con esas simples palabras, Einstein declaró su incredulidad respecto al concepto de azar, tal y como se plantea en muchas soluciones ateas al problema. En esta teoría, la acción de Dios en el mundo se realizaría únicamente a través de las causas naturales, sin modificación alguna (o sea, es una acción compatibilista).
  • Deísmo: Según esta solución, Dios existe y creó el universo, pero después se desentendió de él, dejándolo evolucionar solo. Originada en el siglo XVIII, muchos de los pensadores franceses de la época (y algunos posteriores hasta nuestros días) adoptaron esta teoría. Partiendo de este punto de vista, el problema de la acción de Dios en el universo no se plantea, pues se niega que Dios actúe en el universo.
  • Teísmo providencial: Según esta solución, Dios existe y creó el universo, pero después no se desentendió de él, sino que interactúa con él de alguna manera, dirigiendo su evolución. El problema de cómo tiene lugar la acción divina sólo se plantea en el marco de esta teoría.

jueves, 6 de diciembre de 2018

Hilos temáticos en Divulciencia


En este momento, y sin contar este, el blog Divulciencia contiene 225 artículos. Hace cosa de un mes uno de mis lectores, José Manuel Ramos Gascón, me señaló un problema que voy a parafrasear con las siguientes palabras:
Este blog tiene ya muchos artículos que han sido publicados sin seguir ninguna línea argumental, por lo que forman una ristra cronológica y es difícil orientarse entre ellos. Por ello te sugiero que establezcas un sistema de categorías base que permita clasificar las entradas y seguirlas de forma más ordenada de lo que ahora es posible.
Me pareció una idea excelente. Naturalmente, establecer esos hilos temáticos que permitan seguir los artículos asociados con un tema desde el principio hasta el final supone bastante trabajo, pues es preciso modificar todos y cada uno de los artículos previamente publicados en el blog, añadiendo al final del artículo información sobre el hilo al que pertenece, con enlaces a los artículos anterior y siguiente dentro del mismo hilo. Por eso voy a hacerlo progresivamente, a medida que encuentre tiempo para ello.
De momento, tengo ya preparados once hilos temáticos. Si no se dice lo contrario, el orden de un hilo es el cronológico de la publicación de los artículos incluidos en él. El enlace asociado al título conduce al primer artículo del hilo. Dichos hilos son los siguientes: