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jueves, 2 de enero de 2020

El multiverso teológico

En otros artículos de este blog (ver uno de los hilos temáticos al final de este) he hablado de diversas teorías de los multiversos y he afirmado que ninguna de ellas es científica, porque es imposible demostrar que sean falsas. De hecho, dudo de que ni siquiera puedan considerarse filosóficas. A mí me parecen más bien elucubraciones fantasiosas: más que ciencia, son ciencia-ficción.
Lo curioso es que la idea del multiverso no es nueva. Ya mencioné que su primera aparición en la literatura de ciencia-ficción fue en una novela de Clifford Simak (Cosmic Engineers, 1950) que desarrolla un cuento corto del mismo autor de 1939.
Pero también la obra de Simak tiene precedentes, y bien antiguos, por cierto. El capítulo 21, versículo 1 del Apocalipsis, libro escrito hacia finales del siglo I, dice esto:
Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
Un cielo nuevo y una tierra nueva. ¿De qué está hablando, sino de otro universo, al que se supone pasaremos después de la muerte? Parece, por consiguiente, que en la visión cristiana del cosmos Dios ha hecho al menos dos universos: el nuestro y el de la otra vida. Este sería el multiverso teológico, nombre que acabo de inventar.
Cuando los físicos hablan de otros universos, a menudo dan rienda suelta a su imaginación. Permítanme que haga lo mismo.
El segundo universo tendría su propio tiempo, independiente del nuestro. Si queremos relacionarlos, yo diría que los dos ejes del tiempo son ortogonales (perpendiculares entre sí). Cristo (Dios hecho hombre), al morir, sale de nuestro tiempo y pasa al otro. De paso, captura a todos los seres humanos que han existido o existirán, y los arrastra consigo hasta el otro universo. Todos llegamos al otro universo en el instante inicial de su tiempo propio. Todos llegamos a la vez. Nadie tiene que esperar a nadie en la otra vida.
Añadiré dos consideraciones adicionales:
  • Algunos cosmólogos ateos se aferran a las diversas teorías del multiverso para salvaguardar su ateísmo. Parecen creer que, si se demostrara que existe el multiverso, quedaría demostrado que Dios no existe. No comprendo por qué. Si Dios ha creado un universo, ¿qué puede impedirle crear dos, cien o cien mil? El descubrimiento de un multiverso no haría otra cosa que ampliar nuestro campo de visión, señalando que hay más niveles en el universo de los que preveía nuestra filosofía, parafraseando lo que le dijo Hamlet a Horacio. Pero esto ha sucedido ya otras veces: Hasta principios del siglo XX, se creía que el universo estaba formado sólo por las estrellas próximas. Después se descubrió que estas estrellas forman una galaxia, y que hay miles de millones de galaxias, separadas por enormes espacios vacíos. Este aumento desmesurado del tamaño del universo no supuso ningún problema para la fe de los creyentes. Si se descubre que hay un  multiverso (en otras palabras, que el universo es aún más grande y complejo de lo que creíamos) tampoco supondrá ningún problema.
  • Jamás se me ocurriría presentar la teoría descrita en este artículo como si fuese ciencia. Tal como están las cosas, en este momento ninguna de las teorías del multiverso es ciencia. Hay bastantes, la mayor parte incompatibles con las demás. Si alguna vez se lleva a cabo un avance científico inesperado que demuestre que una de ellas es verdadera, esa teoría pasará a ser ciencia. De momento no hay señales de que tal cosa vaya a suceder. En cuanto a mi teoría, me temo que no sabremos si es cierta hasta después de nuestra muerte.
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Manuel Alfonseca

jueves, 24 de noviembre de 2016

El problema de Aquiles y la tortuga

Zenón de Elea
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Zenón de Elea, discípulo de Parménides, es recordado sobre todo por sus paradojas que tratan de demostrar que el movimiento no existe, y especialmente por la paradoja de Aquiles y la tortuga, que afirma que sería imposible que Aquiles alcanzara a la tortuga en una carrera, siempre que le haya dado cierta ventaja de partida.
Sabemos que Aquiles corre más deprisa que la tortuga (si no, no podría alcanzarla y la paradoja no tendría sentido). Si le da ventaja, en el momento en que Aquiles empiece a correr, la tortuga estará ya a cierta distancia, en el punto A. Cuando Aquiles llegue al punto A, la tortuga habrá avanzado hasta el punto B. Cuando Aquiles llegue a B, la tortuga estará ya en C. Y así sucesivamente, hasta el infinito.
Aquiles tardará en alcanzar a la tortuga la suma de los tiempos que necesite para alcanzar los puntos A, B, C… El tiempo total será, por lo tanto, la suma de una serie infinita de números. El problema es que Zenón piensa que la suma de una serie infinita de números tiene que ser infinita, por lo que Aquiles jamás conseguirá alcanzar a la tortuga (esta es la conclusión de su razonamiento). Esto, sin embargo, no es cierto: existen numerosas series infinitas cuya suma es finita. Una de ellas es, precisamente, la que calcula el tiempo que Aquiles tardaría en alcanzar a la tortuga, según el razonamiento de Zenón.