¿Pruebas científicas de la existencia de Dios?

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Dos ingenieros franceses, Michel-Yves Bolloré y Olivier Bonnassies, han publicado un best-seller titulado en su traducción española Dios - La ciencia - Las pruebas: El albor de una revolución, en el que afirman que la ciencia ha demostrado la existencia de Dios. El libro es interesante, porque contiene numerosas anécdotas y citas de científicos, y algunos datos poco conocidos. No obstante, no estoy de acuerdo con su enfoque, que queda claro ya desde el título del libro.

¿Se puede demostrar mediante la ciencia la existencia de Dios? Como he dicho en este blog más de una vez, la respuesta a esta pregunta tiene que ser negativa. El objeto de la ciencia es el estudio del mundo material. Pero Dios no está en el mundo material, no es parte de él. Por lo tanto, no puede ser objeto de estudio por la ciencia. Esto significa que la ciencia jamás conseguirá demostrar la existencia de Dios, como tampoco conseguirá demostrar su inexistencia.

Como expliqué en otro artículo, el Papa Pío XII quizá se vio tentado a pensar que la ciencia había demostrado la creación, aunque se sospecha que Georges Lemaître, descubridor de la ley de Hubble-Lemaître y de la teoría del Big Bang, le disuadió de ello, porque el Papa, en un discurso posterior a la entrevista, dijo esto: la ciencia, aunque progresa a pasos agigantados, jamás estará en condiciones de responder a las preguntas finales, como la del origen de todas las cosas.

En este contexto, es preciso distinguir entre dos conceptos diferentes: pruebas, e indicios. Como todo lector de novelas policiacas sabe, los indicios inducen sospechas, pero no demuestran. Ante un tribunal, normalmente se necesitan pruebas directas, no suele bastar con presentar indicios, que también se llaman pruebas circunstanciales, a menos que los indicios se acumulen, porque a medida que aumenta el número de indicios aumenta también la credibilidad de aquello hacia lo que apuntan.

Si hacemos abstracción del mal uso de la palabra pruebas en el libro que estamos comentando, y cada vez que aparece esa palabra la sustituimos por indicios, el libro está bien estructurado y en general resulta convincente. Sin embargo, la parte científica contiene algunos errores históricos y científicos, que habría sido bueno evitar o corregir, para no dar argumentos a quienes sostienen la postura contraria. Yo he detectado los siguientes:

Louis Pasteur
Errores históricos:

1.      Los autores juegan con las fechas respecto a la persecución a algunos científicos en la URSS de Stalin.

2.      Pasteur no descubrió los microorganismos. Fue Van Leeuwenhoek, casi dos siglos antes.

Errores científicos:

1.      Los autores dicen que el universo es forzosamente esférico, en 4 dimensiones. Esto no es cierto, lo que se dice actualmente es que el universo es plano. Y los autores del libro no parecen darse cuenta de que un universo esférico implica forzosamente un final en forma de Big Crunch. Para algunos científicos ateos, esta fue durante mucho tiempo la opción que más les gustaba, porque podía dar paso a un universo cíclico y de duración infinita, a pesar de que hay argumentos que lo descartan. Pero esta teoría ha sido abandonada desde que en 1998 se descubrió que el universo se encuentra actualmente en expansión acelerada.

2.      Se presenta como caso de ajuste fino la vida media del neutrón aislado. No conozco este caso de ajuste fino. No digo que no exista, sino que no lo he visto nunca.

3.      El ajuste fino de la constante de estructura fina está muy exagerado. El libro dice que una modificación en la cifra número treinta bastaría para hacer imposible la vida. Que yo sepa, el ajuste es mucho menos fino que eso (de ser verdad sería realmente un indicio abrumador). Lo que se suele decir en este caso de ajuste fino es que, si el valor de la constante fuera superior en un 10% al valor que tiene, en el universo no habría hidrógeno, sólo helio, en cuyo caso no habría vida (sin hidrógeno no hay vida posible). Y si su valor fuera inferior en un 20% al que tiene, el deuterio no sería estable, y las reacciones nucleares que tienen lugar en el interior de las estrellas no serían posibles. Pero estamos hablando de una diferencia en la primera cifra significativa, no en la trigésima.

4.      Es absurdo calcular la probabilidad de existencia de una proteína en función de su composición de aminoácidos para deducir la probabilidad del origen de la vida. Lo que importa no es la probabilidad de que exista una sola proteína, sino la suma acumulada de las probabilidades de todas las proteínas que habrían podido desempeñar el mismo papel, o bien otro equivalente. Es el típico error de confundir la probabilidad de que me toque el gordo de la lotería de Navidad con la probabilidad de que le toque a alguien, quienquiera que sea. Es un caso del dios tapa-agujeros. A pesar de que el error se ha señalado muchas veces, no hay manera de erradicar este razonamiento equivocado, que comenzó con Lecomte de Noüy, fue también utilizado por Georges Salet (véase este artículo de mi blog), y como demuestra el libro que estamos comentando, no acaba nunca de desaparecer.

Resumiendo: Como acumulación de indicios sobre la existencia de Dios, y por algunos otros motivos, este libro no está mal, aunque estaría mejor si se corrigieran los errores que contiene y se sustituyera en todo el texto el término prueba a secas por la palabra indicio, mucho más adecuada al contenido del libro.

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Manuel Alfonseca

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