¿Es una casualidad que la vida terrestre esté
basada en el carbono, o bien es éste el único elemento capaz de servir
de base a la vida? ¿Podría existir, en algún lugar del Universo, un tipo de
vida diferente del nuestro, cuya composición química no esté basada en el
carbono? ¿Sobre qué átomo o grupo de átomos podría construirse, en teoría, una
química de complicación comparable a la química orgánica?
En la Tierra hay 91 elementos químicos diferentes.
Otros han sido generados artificialmente en el laboratorio, y se sospecha que
pueden producirse en pequeñas cantidades en el interior de una estrella gigante
que se transforma en supernova, pero su vida tiene corta duración, pues son muy
radiactivos y se desintegran rápidamente, transformándose en elementos más
estables. Por tanto, la búsqueda se puede reducir a los 91 elementos naturales.
Seleccionaremos entre éstos los que cumplan las dos condiciones siguientes,
imprescindibles para poder ser la base química de la vida:
- Que sean capaces de establecer más de dos enlaces covalentes con otros
átomos.
- Que sean estables. Es decir, que tengan al menos un isótopo
no radiactivo.
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Metano |
La primera condición es necesaria para que el elemento pueda unirse consigo mismo formando cadenas o anillos. Dos enlaces no son suficientes, pues, en este caso, la cadena o el anillo no tendrían enlaces libres para unirse con átomos diferentes. La segunda condición es lógica, porque un elemento radiactivo no daría estabilidad a los compuestos químicos basados en él. Algunos de los átomos de las cadenas y los anillos se transmutarían espontáneamente, y los seres vivos se desintegrarían.
La lista de los elementos químicos que cumplen las
dos condiciones se reduce a nueve: boro, nitrógeno, fósforo, arsénico, antimonio,
carbono, silicio, germanio y estaño. Los cinco primeros pueden formar tres enlaces
covalentes, y están en inferioridad de condiciones respecto a los cuatro
últimos, que disponen de cuatro enlaces.
Parece razonable exigir que el elemento sobre el
que pueda basarse la vida sea bastante abundante. De los nueve mencionados, el
nitrógeno, el carbono y el silicio abundan en el universo. En la corteza de la
Tierra destacan el silicio, el fósforo y el carbono. En la hidrosfera el
carbono es el más frecuente de los nueve elementos. Finalmente, en la atmósfera
destacan el nitrógeno y el carbono. El boro, el arsénico, el antimonio, el
germanio y el estaño son elementos mucho menos abundantes que los otros cuatro.
Prescindiremos de ellos, puesto que es improbable que en algún lugar del
Universo exista un tipo de vida basado en ellos.
Nos vemos reducidos, por consiguiente, a cuatro
elementos: carbono, silicio, nitrógeno y fósforo. ¿Podemos eliminar alguno más?
Sí. Hay que tener en cuenta la estabilidad de los compuestos resultantes. En la
naturaleza, los elementos se combinan de tal manera que se precisa más energía
para descomponer las configuraciones más estables. Esto no significa que no
puedan existir otras cuyos enlaces requieran menos energía para separarse, pero
estas se deshacen con más facilidad y a la larga se transforman en las
primeras. Pues bien, aunque teóricamente sería posible construir cadenas de
átomos de nitrógeno, esta configuración es mucho menos estable que la molécula formada
por dos átomos de nitrógeno unidos entre sí mediante un enlace triple: N≡N. La energía de este enlace es
seis veces mayor que la de un enlace sencillo. Esto significa que los
compuestos basados en cadenas o anillos de átomos de nitrógeno serán inestables
y se descompondrán, produciendo nitrógeno molecular. Por consiguiente, podemos
prescindir de este elemento.
Llegamos así a la siguiente conclusión: entre todos los elementos conocidos sólo tres tienen ciertas probabilidades de poder servir de
base para la construcción de la vida: el carbono, el silicio y el fósforo.
Sabemos que el primero cumple todas las condiciones requeridas, puesto que la
vida terrestre se basa en él. Pero ¿podemos decir lo mismo de los otros
dos?
Fijemos la vista en el silicio, que supera al
fósforo; abunda más en el universo, puesto que se produce en grandes cantidades
en las estrellas que alcanzan la fase llamada gigante roja. Además, puede establecer
cuatro enlaces covalentes frente a los tres del fósforo, y por tanto puede dar
lugar a la formación de un número mucho mayor de compuestos. Esto nos lleva a
formularnos una pregunta: Puesto que el silicio, en teoría, podría servir de base
para el origen de la vida, ¿por qué no se basa en él la vida terrestre, siendo
así que abunda en la Tierra mucho más que el carbono?
El carbono tiene átomos más pequeños,
por lo que los enlaces que puede constituir con otros elementos y consigo mismo
son más fuertes, precisan aportar más energía para ser destruidos, y por tanto
son más estables. En particular, la energía del enlace carbono–carbono es 1,5
veces mayor que la del enlace silicio–silicio. El carbono será, por tanto,
superior al silicio para realizar el papel que nos interesa.
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Estructura del cuarzo |
Aunque el silicio es capaz de formar cadenas y
anillos semejantes a los del carbono, la energía de su enlace con otro átomo de
silicio es significativamente menor que la de su enlace con un átomo de
oxígeno. En presencia de oxígeno, los polímeros del silicio se destruirán
espontáneamente, transformándose en compuestos oxidados, más estables. Al
carbono le pasa lo mismo, pero su afinidad por el oxígeno es 1,13 veces mayor
que la energía del enlace carbono–carbono, frente a 1,66 veces en el caso del
silicio. Esto significa que, en presencia de oxígeno, los compuestos del carbono
son más estables que los del silicio.
En la Tierra primitiva casi no había oxígeno libre,
pues cuando la Tierra se formó la mayor parte de este gas se combinó con otros
elementos, especialmente con el silicio. Más del 80 por 100 de la corteza de
nuestro planeta se compone de varias combinaciones del oxígeno con el silicio. La
vida terrestre pudo basarse en el carbono porque el silicio había acaparado la
mayor parte del oxígeno.
Es cierto que casi todo el carbono también estaba
oxidado en forma de anhídrido carbónico. Pero el anhídrido silícico es sólido
hasta alta temperatura: el cuarzo funde a 1.780°C. Además, es poco soluble en
agua. Por el contrario, el anhídrido carbónico es un gas soluble en agua. En la
Tierra primitiva, los compuestos de silicio se acumularon en la masa sólida del
planeta mientras que los del carbono formaban parte, sobre todo, de la
atmósfera y de la hidrosfera, y por ello se vieron sometidos a la acción de las
fuentes de energía que provocaron la aparición de los primeros compuestos
orgánicos anteriores a la vida.
Esto explica por qué el carbono prevaleció
sobre el silicio como base de la vida en nuestro planeta. Arroja, además, fuertes dudas
sobre la posibilidad de que el silicio pueda desempeñar ese papel en un planeta
diferente, pues siendo el oxígeno el tercer elemento más frecuente en el
Universo, es muy probable que siempre esté presente en mayor proporción que el
silicio, que se combine con él, y que lo incapacite para formar una química
orgánica.
La conclusión de estas discusiones puede expresarse
con las palabras de Richard M. Lemmon y Wallace R. Erwin: Es
difícil para el químico moderno imaginar que la vida pueda basarse en algún
elemento distinto del carbono. Es difícil, pero no podemos asegurar que sea
imposible, que no pueda existir algún lugar del Universo donde una combinación
de circunstancias extrañas haya hecho posible la aparición de una vida basada
en el silicio, en el fósforo, o en dos o tres elementos a la vez. El Universo
es tan inmenso, el número de estrellas tan inimaginable que, aunque la
probabilidad de un suceso sea pequeña, tal vez exista algún lugar donde se
hayan reunido las condiciones adecuadas para que se produzca. Sin embargo, por
esa misma razón, es muy improbable que lleguemos a enterarnos de su existencia.
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Manuel Alfonseca
Dedicado a Juan Rojas, que me
sugirió este artículo
Excelente artículo como siempre Manuel. Hay muchas razones por las que el silicio no vale como alternativa al carbono. Aporto alguna más: los enlaces múltiples son muy importantes para la vida, puesto que la reactividad de los dobles y triples enlaces carbono-carbono y el doble carbono oxígeno es decir, el grupo carbonilo están en la base de casi toda la reactividad orgánica. Pues bien, el silicio forma enlaces dobles y triples muy débiles consigo mismo. El motivo es que son enlaces necesariamente más largos porque los orbitales que utiliza son del tercer periodo y el segundo y tercer posible enlace se lleva acabo mediante solapamientos laterales entre orbitales que no solamente están más alejados, sino que cuentan con un nodo, es decir, cambio del signo de la función de onda en su interior al tratarse de orbitales del tercer periodo . Esto establece unas interacciones no solo enlazantes sino también en parte antienlazantes que los convierte en inestables. Además, las cadenas de silicio solo con enlaces simples se vuelven inestables a partir de los ocho átomos. Con lo cual las posibilidades de combinación de silicio son enormemente inferiores. El último párrafo de tu artículo, por tanto lo veo excesivamente optimista no encuentro razón alguna por la que se puede encontrar vida, ni siquiera muy primitiva basada en otros elementos.. pero como ya te he comentado alguna vez voy más lejos y es que ni siquiera el rango de moléculas para constituir la vida, creo que pueda apartarse mucho de las que forman la vida que conocemos.
ResponderEliminarTienes razón en lo que dices, que las moléculas básicas para la vida terrestre (aminoácidos, purinas y pirimidinas) son precisamente las que se encuentran incluso en entornos tan hostiles como los asteroides, y que probablemente, si hay vida en cualquier otro lugar del universo, se basará en allas.
EliminarLas cadenas de átomos de silicio con un solo enlace son inestables a partir de ocho átomos, pero si se intercalan átomos de oxígeno entre los átomos de silicio pueden ser mucho más largas. Esa es una de las razones por las que puse lo de los dos y tres elementos básicos en el último párrafo.
Por otra parte, me ratifico en lo que dice la última proposición de ese párrafo: que el universo es tan grande que algo muy poco probable podría ocurrir en algún sitio. Los escritores de ciencia-ficción lo han aplicado para describir formas de vida totalmente ajenas a nuestra experiencia, por ejemplo, en "La nube negra" de Fred Hoyle o en "Solaris" de Stanislas Lem.
Magnífico artículo Manuel. Muchas gracias.
ResponderEliminarMuy bien explicadas las razones por las que se descartan los posibles átomos alternativos al carbono.
Lo único que yo añadiría es que en ese sumamente improbable caso de aparición de una vida basada en el silicio, en el fósforo, o en dos o tres elementos a la vez, la vida que así surgiera dificilmente podría alcanzar los niveles de complejidad que hemos alcanzado con el carbono. Y esto, a mi entender, reduciría la posibilidad de generar seres inteligentes.
Eso es cierto, pero en este artículo no he hablado de vida inteligente, sólo de vida en otros mundos :-)
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