Mostrando entradas con la etiqueta John McCarthy. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta John McCarthy. Mostrar todas las entradas

jueves, 17 de octubre de 2024

¿Se desinfla la investigación en generadores de lenguaje?

John McCarthy

The same post in English

Parece como si el sino de ese campo de la tecnología informática mal llamado inteligencia artificial fuese alternar entre el optimismo excesivo y el pesimismo desatado. Veamos un esbozo de la historia de esta tecnología:

  1. En el curso de verano del Dartmouth College, en 1956, se propuso el nombre de inteligencia artificial para los programas de ordenador que realizaran tareas que tradicionalmente se habían considerado exclusivamente humanas, como jugar al ajedrez y traducir de una lengua humana a otra. Los asistentes, dirigidos por John McCarthy, lanzaron las campanas al vuelo y predijeron que en diez años se habrían resuelto esos dos problemas. Esperaban que para 1966 habría programas capaces de ganar al campeón del mundo de ajedrez, y otros que podrían traducir perfectamente entre dos lenguas humanas cualesquiera. Cuando esos objetivos no se consiguieron tan pronto, la investigación en inteligencia artificial se detuvo. En las universidades, los temas de investigación en este campo estaban mal vistos, porque se pensaba que no tenían futuro.

jueves, 16 de noviembre de 2023

Programas de ordenador y juegos de inteligencia

The same post in English

En 1956, John McCarthy y sus colegas definieron el término Inteligencia Artificial, del que tanto se está abusando, en un seminario que tuvo lugar en el Dartmouth College de Hanover (USA). Ese mismo año, Arthur Samuel, que trabajaba en IBM, construyó el primer programa de ordenador capaz de jugar a las damas. Este programa guardaba información sobre el desarrollo de las partidas que jugaba y la utilizaba para modificar sus jugadas futuras. Es decir, “aprendía”. Tras un número suficiente de partidas, el programa fue capaz de vencer a su creador y desempeñaba un papel razonable en los campeonatos oficiales.

Este avance pareció dar la razón a los creadores del término Inteligencia Artificial, que habían predicho que diez años más tarde (o sea, hacia 1966) habría programas capaces de traducir perfectamente entre dos lenguas humanas cualesquiera y de jugar al ajedrez mejor que el campeón del mundo. Y esto no sería más que el principio. Pronto sería posible construir máquinas capaces de comportarse con inteligencia igual o superior a la nuestra. El viejo sueño de construir hombres artificiales se habría hecho realidad.

jueves, 1 de septiembre de 2022

Ciencia y odio a la religión: una anécdota personal

John McCarthy
The same post in English

Desde 1995, Internet se ha convertido en una herramienta casi indispensable para mucha gente. Nuestra sociedad depende cada vez más de la red mundial de datos, lo que significa que somos cada vez más vulnerables. Una llamarada solar, un gran meteorito, una sobrecarga de las redes de energía, una guerra importante, pueden poner en peligro nuestra estructura social, dejándonos sin Internet.

A finales de los años ochenta, Internet era sólo una red incipiente que ligaba entre sí a empresas privadas con cualquier hardware y software. De hecho, era una entre las muchas redes que competían por el nuevo nicho ecológico-social. Una de las más importantes de esas redes era BITNET, que unía a todas las universidades de América del Norte que utilizaban ordenadores de IBM. Después se creó una red paralela en Europa que recibió el nombre de EARN, que no tardó en conectarse con BITNET.

jueves, 8 de noviembre de 2018

Fred Saberhagen contra la Prueba de Turing


Alan Turing
En 1950, el matemático y químico inglés Alan Turing intentó definir las condiciones en las que sería posible afirmar que una máquina es capaz de pensar como nosotros. Para Turing, esto se conseguirá cuando la máquina sea capaz de engañar a los seres humanos, haciéndoles pensar que es uno de ellos. Esta prueba se llama el juego de la imitación. He hablado de esto en un artículo anterior de este blog.
En 1956, Arthur Samuel, de IBM, construyó un programa para jugar a las damas que guardaba información sobre el desarrollo de las partidas que jugaba y la utilizaba para modificar sus jugadas futuras (es decir, aprendía). En pocos años, tras un número suficiente de partidas, el programa fue capaz de vencer a su creador y desempeñaba un papel razonable en campeonatos oficiales.
Ese mismo año, durante un curso de verano celebrado en Dartmouth College, John McCarthy y otros pioneros de la informática acuñaron el término inteligencia artificial y, lanzando las campanas al vuelo, predijeron avances espectaculares para los diez años siguientes, que no tuvieron lugar en el tiempo previsto, sino mucho más tarde. De esto también he hablado en otro artículo.
En 1963, el escritor de ciencia-ficción Fred Saberhagen publicó el primer cuento de su famosa serie de los berserkers, fortalezas espaciales autónomas e inteligentes creadas por una antigua civilización extraterrestre para exterminar la vida inteligente dondequiera que aparezca en la galaxia. Este cuento, cuyo título inglés es Without a thought, es una respuesta a la Prueba de Turing y un mentís a las esperanzas desaforadas de los inventores del término inteligencia artificial. Este es el argumento del cuento:

jueves, 16 de noviembre de 2017

Qué es la inteligencia artificial


Hal 9000, de la película 2001, una odisea del espacio
Últimamente se está abusando de los términos inteligente e inteligencia artificial. Veamos algunas noticias recientes que han aparecido en diversos medios de comunicación:
  • Bancos inteligentes con carga móvil gratuita por energía solar y acceso a Wi-Fi. Estos bancos públicos callejeros instalados en Londres por la empresa Ford incorporan un repetidor de wifi y una placa solar que les da energía para cargar un teléfono móvil. ¿Dónde está la inteligencia del banco? En ninguna parte. En todo caso, la inteligencia corresponde al ser humano al que se le ocurrió montar esos dispositivos. Lo contrario sería como decir que nuestras casas son inteligentes porque tienen luz eléctrica y una conexión a Internet.
  • China implanta cubos de basura inteligentes. También en este caso el cubo de basura incorpora una placa solar conectada a un cargador de teléfonos móviles. En el futuro dispondrán también de repetidor de wifi y de un dispositivo para desinfectar la basura con rayos ultravioleta. Como en el caso anterior, se confunde la mera presencia de un dispositivo eléctrico o electrónico con la inteligencia.
  • Goodyear prueba un neumático que predice cuándo debes cambiarlo. El neumático lleva incorporado un sensor inalámbrico que detecta cuando debe ser reemplazado y lanza el aviso correspondiente. Aunque este caso es algo más complejo que los dos anteriores, de nuevo se llama inteligencia a lo que no lo es, pues para implementarlo basta con un sensor y un dispositivo electrónico sencillo, más o menos equivalente a esos radio-dispositivos que desde hace décadas se incorporan a los animales salvajes para seguir sus desplazamientos y vigilar sus actividades.
  • China sube la inteligencia artificial al espacio. El satélite lleva un software que permite recibir datos desde una aplicación que funciona en un teléfono móvil. Poner software en satélites no es nada nuevo, se hace desde hace muchas décadas. Lo que se ha hecho en este caso es una simple aplicación de comunicación de datos. ¿Dónde está la inteligencia?
Como se verá, lo que ahora llaman inteligente es lo que antes se llamaba automático. Pero claro, la palabra inteligente tiene más gancho, por eso se abusa de ella. En la misma línea, últimamente se tiende a llamar inteligencia artificial lo que antes se llamaba informática.

jueves, 9 de febrero de 2017

La traducción automática

John McCarthy
The same post in English

En un famoso curso de verano que tuvo lugar en Dartmouth College en 1956, se propuso el nombre de inteligencia artificial para los programas de ordenador que realizaran tareas que tradicionalmente se habían considerado exclusivamente humanas, como jugar al ajedrez y traducir de una lengua humana a otra. Los asistentes a ese curso, dirigido por John McCarthy, lanzaron las campanas al vuelo y predijeron que en diez años se habrían resuelto completamente esos dos problemas. Así pues, esperaban que hacia 1966 habría programas capaces de ganar al campeón del mundo de ajedrez, y otros que podrían traducir perfectamente entre dos lenguas humanas cualesquiera.
En marzo de 1961, mi tío Felipe F. Moreno, que por entonces era jefe de traductores de español en la sede de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) en Ginebra, escribió en la revista de la UIT un artículo sobre la traducción automática y cómo podría afectar a los traductores humanos, lo que demuestra que la cuestión era candente. Poco después, cuando se cumplió el plazo establecido por los precursores de la inteligencia artificial, se comprobó que habían sido demasiado optimistas, porque los dos problemas que plantearon estaban muy lejos de resolverse.
Sabemos que el objetivo de que un programa ganara al campeón del mundo de ajedrez no se cumplió hasta 1997, cuando el programa Deep Blue derrotó a Garry Kasparov, vigente campeón en ese año. El otro problema, la traducción automática, resultó aún más difícil. A finales de los sesenta corría por los ambientes informáticos la siguiente anécdota: