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Alan Turing |
En 1950, el matemático y químico
inglés Alan Turing intentó definir las condiciones en las que sería posible
afirmar que una máquina es capaz de pensar como nosotros. Para Turing, esto se
conseguirá cuando la máquina sea capaz de engañar a los seres humanos,
haciéndoles pensar que es uno de ellos. Esta prueba se llama el juego de la imitación. He hablado de esto
en un
artículo anterior de este blog.
En 1956, Arthur Samuel, de IBM,
construyó un programa para jugar a las damas que guardaba información sobre el
desarrollo de las partidas que jugaba y la utilizaba para modificar sus jugadas
futuras (es decir, aprendía). En pocos años, tras un número suficiente de partidas,
el programa fue capaz de vencer a su creador y desempeñaba un papel razonable
en campeonatos oficiales.
Ese mismo año, durante un curso
de verano celebrado en Dartmouth College, John McCarthy y otros pioneros de la
informática acuñaron el término inteligencia
artificial y, lanzando las campanas al vuelo, predijeron avances
espectaculares para los diez años siguientes, que no tuvieron lugar en el
tiempo previsto, sino mucho más tarde. De esto también he hablado en otro
artículo.
En 1963, el escritor de
ciencia-ficción Fred Saberhagen publicó el primer cuento de su famosa serie de
los berserkers, fortalezas espaciales autónomas e
inteligentes creadas por una antigua civilización extraterrestre para
exterminar la vida inteligente dondequiera que aparezca en la galaxia. Este
cuento, cuyo título inglés es Without a thought,
es una respuesta a la Prueba de Turing y un mentís a las esperanzas desaforadas
de los inventores del término inteligencia artificial. Este es el
argumento del cuento: