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jueves, 4 de enero de 2024

Problemas de la Generación Automática de Lenguaje Natural

Alan Turing
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ChatGPT y otras herramientas parecidas han cumplido con creces la prueba de Turing, pues son capaces de engañar a muchos seres humanos (no sé cuántos, pero desde luego bastantes más del 30%) haciéndoles creer que detrás de esos algoritmos tan simples hay una mente. Pero, como dijo Evan Ackerman (Senior Editor de IEEE Spectrum):

La prueba de Turing no demuestra que un programa de inteligencia artificial sea capaz de pensar. Indica si un programa de IA puede engañar a un ser humano. Y los seres humanos somos realmente tontos.

jueves, 13 de mayo de 2021

Los límites de las matemáticas

Kurt Gödel
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A finales del siglo XIX, Friedrich Ludwig Gottlob Frege, profesor de la universidad de Viena, emprendió un programa ambicioso: formalizar la aritmética mediante unos pocos axiomas y unas pocas reglas de deducción, de modo que todo teorema verdadero pudiese deducirse de los axiomas mediante cierto número de aplicaciones de las reglas de deducción. El resultado fue un libro monumental, Grundgesetze der Arithmetike (1893-1903), que entre otras cosas formalizó la teoría de conjuntos con una notación engorrosa, que pronto fue sustituida por la de Peano, que es la que usamos ahora.

Desgraciadamente para Frege, cuando estaba a punto de publicarse el segundo tomo de su libro, Bertrand Russell le envió una carta en la que demostraba que su formulación de la teoría de conjuntos daba pie a una inconsistencia. En la teoría de Frege, un conjunto puede pertenecer a otro conjunto. En particular, algunos conjuntos no pertenecen a sí mismos (como el conjunto de los números enteros, que no es un número entero), mientras otros sí pertenecen a sí mismos (como el conjunto de todos los conjuntos infinitos, que es infinito). Russell señaló que es posible definir el conjunto de todos los conjuntos que no pertenecen a sí mismos. Este conjunto lleva a una paradoja: si pertenece a sí mismo, no pertenece, y viceversa. La paradoja de Russell acabó con la obra de Frege, que tuvo que añadir apresuradamente un apéndice a su libro y abandonó la investigación sobre los fundamentos de las matemáticas.

jueves, 9 de enero de 2020

Las tres leyes de la Robótica

Isaac Asimov
Isaac Asimov fue un prolífico escritor de ciencia-ficción y divulgación científica que en los años 40 del siglo XX publicó una serie de cuentos sobre robots, posteriormente recopilados en la colección Yo Robot. En estos cuentos inventó una palabra que ha pasado al vocabulario tecnológico, como nombre de una disciplina: Robótica. Además formuló las tres famosas leyes de la Robótica, que en su opinión deberían implementarse en todos los robots para hacer posible nuestra seguridad en las interacciones con estas máquinas que, cuando Asimov formuló las leyes, eran simples previsiones de futuro.
Las tres leyes de la Robótica son las siguientes:
Primera Ley: Un robot no causará daño a un ser humano, ni permaneciendo inactivo permitirá que un ser humano sufra daño.
Segunda Ley: Un robot obedecerá cualquier orden que le dé un ser humano, excepto aquellas que se opongan a la primera ley.
Tercera Ley: Un robot protegerá su propia existencia e integridad, excepto en aquellas situaciones que se opongan a las dos primeras leyes.

jueves, 26 de septiembre de 2019

Los límites de la computación cuántica


Alan Turing
En una entrevista en la Contra de la Vanguardia publicada el 27 de julio de 2019, David Pérez García, investigador en física cuántica, dice esto: Sólo [estamos en] el principio de unas tecnologías que aún hoy no sabemos hasta dónde llegarán. Tiene razón, porque el futuro es difícilmente predecible, pero cuando se habla de computación cuántica se tiende a pensar que estos ordenadores, si algún día son viables, nos permitirán resolver problemas muy distintos de los que pueden abordar los computadores tradicionales a los que estamos acostumbrados, y esto sí es algo en que las matemáticas pueden ayudar a distinguir entre lo que se puede hacer, y lo que es completamente imposible.
Aunque la computación cuántica es un concepto bastante moderno, su fundamentación teórica fue establecida por Alan Turing durante los años 30 del siglo XX. Es interesante revisar lo que él demostró entonces, porque así podremos subsanar algunas ideas demasiado optimistas que suelen esparcir los medios de comunicación, a menudo impulsados por expertos que abordan la cuestión desde puntos de vista muy diferentes al de Turing.

jueves, 27 de junio de 2019

¿Viajes hacia el pasado?


S.Agustín, por Louis Comfort Tiffany
Lightner Museum
En sus Confesiones (Libro XI, capítulo 14), San Agustín escribió estas palabras, que hoy mantienen toda su vigencia:
¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé.
En la situación actual de nuestros conocimientos científicos y filosóficos, seguimos sin saber lo que es el tiempo.
·         Para la filosofía clásica y para la ciencia de Newton, el tiempo es una propiedad del universo. Existiría, por lo tanto, un tiempo absoluto.
·         Para Kant, el tiempo es una forma a priori de la sensibilidad humana (o sea, una especie de recipiente mental al que se adaptan nuestras experiencias sensoriales).
·         Para Einstein el tiempo es relativo al estado de reposo o movimiento de cada objeto físico. No existe, por tanto, un tiempo absoluto.
·         Para la teoría cosmológica estándar, para cada objeto físico sí es posible definir un tiempo cósmico absoluto, que mide la distancia temporal desde el Big Bang hasta la actualidad.
·         Para la teoría A del tiempo (utilizando la nomenclatura de J.McTaggart) el flujo del tiempo es parte de la realidad. El pasado ya no existe. El futuro aún no existe. Sólo existe el presente. Si la teoría A es correcta, los viajes hacia el pasado son imposibles, porque no se puede viajar a lo que no existe.
·         Para la teoría B del tiempo, el fluir del tiempo es una ilusión. Pasado, presente y futuro existen simultáneamente, sólo que para cada uno de nosotros el pasado ya no es accesible directamente, y el futuro todavía no lo es. Einstein adoptó la filosofía B del tiempo. En una carta de pésame escribió esto, para consolar a su interlocutor por la pérdida de un ser querido: 
La distinción entre pasado, presente y futuro es sólo una ilusión, aunque persistente.

jueves, 8 de noviembre de 2018

Fred Saberhagen contra la Prueba de Turing


Alan Turing
En 1950, el matemático y químico inglés Alan Turing intentó definir las condiciones en las que sería posible afirmar que una máquina es capaz de pensar como nosotros. Para Turing, esto se conseguirá cuando la máquina sea capaz de engañar a los seres humanos, haciéndoles pensar que es uno de ellos. Esta prueba se llama el juego de la imitación. He hablado de esto en un artículo anterior de este blog.
En 1956, Arthur Samuel, de IBM, construyó un programa para jugar a las damas que guardaba información sobre el desarrollo de las partidas que jugaba y la utilizaba para modificar sus jugadas futuras (es decir, aprendía). En pocos años, tras un número suficiente de partidas, el programa fue capaz de vencer a su creador y desempeñaba un papel razonable en campeonatos oficiales.
Ese mismo año, durante un curso de verano celebrado en Dartmouth College, John McCarthy y otros pioneros de la informática acuñaron el término inteligencia artificial y, lanzando las campanas al vuelo, predijeron avances espectaculares para los diez años siguientes, que no tuvieron lugar en el tiempo previsto, sino mucho más tarde. De esto también he hablado en otro artículo.
En 1963, el escritor de ciencia-ficción Fred Saberhagen publicó el primer cuento de su famosa serie de los berserkers, fortalezas espaciales autónomas e inteligentes creadas por una antigua civilización extraterrestre para exterminar la vida inteligente dondequiera que aparezca en la galaxia. Este cuento, cuyo título inglés es Without a thought, es una respuesta a la Prueba de Turing y un mentís a las esperanzas desaforadas de los inventores del término inteligencia artificial. Este es el argumento del cuento:

jueves, 30 de noviembre de 2017

La prueba de Turing


Alan Turing
En 1950, en un artículo publicado en la revista Mind, Alan Turing escribió esto:
Yo creo que en unos cincuenta años será posible programar computadoras, con una capacidad de almacenamiento de alrededor de 109, para que sean capaces de jugar tan bien al juego de la imitación que un interrogador promedio no tendrá más del 70 por ciento de probabilidad de hacer la identificación correcta después de cinco minutos de interrogatorio.
¿Por qué precisamente un 70 por ciento? Porque estudios realizados en los que una persona trataba de engañar sobre su sexo a otra que no podía verla, daban ese resultado. En un setenta por ciento de los casos, la persona que tenía que adivinar si le estaban engañando acertaba con la respuesta correcta. Con otras palabras, lo que viene a decir Turing es esto: 
Si la máquina llegara a ser capaz de engañar a los seres humanos, haciéndose pasar por humana, con la misma facilidad con que un ser humano puede engañar a otro, habría que considerarla inteligente.