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jueves, 7 de marzo de 2024

Azar, diseño y vida artificial

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En artículos anteriores de este blog he mencionado mis experimentos sobre vida artificial: la simulación en un ordenador de procesos similares a los que tienen lugar en los seres vivos. La vida artificial no debe confundirse con la vida sintética: construcción de seres vivos artificiales en el laboratorio.

Una de las herramientas más utilizadas en vida artificial (y en otros campos relacionados) son los algoritmos genéticos, que simulan la evolución biológica dentro del ordenador y la hacen actuar sobre los entes que son objeto de la investigación. En estos experimentos, se utiliza una mezcla de azar y necesidad (el título del libro de Monod mencionado en el artículo anterior). El azar se aplica usualmente con un generador de números seudoaleatorios que modifican el funcionamiento del resto del algoritmo, que al estar programado, representa la necesidad.

jueves, 25 de enero de 2024

Tres preguntas sin respuesta científica

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Aunque ya he hablado de algunas de estas cosas en otros artículos, voy a reunir aquí tres preguntas que, por ahora, no tienen respuesta científica, y que quizá nunca la tendrán.

  • El universo ¿comenzó a existir en el Big Bang, o hubo algo antes? Esta controversia es mucho más antigua de lo que muchos piensan. Hace tres cuartos de milenio, Tomás de Aquino escribió esto en su Summa Theologiae (I parte, cuestión 46):

No se puede probar mediante una demostración que el mundo no ha existido siempre.

O sea que, según Aquino, la cuestión de la creatio originans (que el mundo tuvo principio) es irresoluble por la razón humana. Es de notar, sin embargo, que la creatio ex nihilo (que el mundo fue creado) sí estaría al alcance de nuestra razón. Dicho con otras palabras: la razón nos permite llegar a la conclusión de que el universo fue creado, pero no se podría demostrar si tuvo principio o no.

jueves, 13 de mayo de 2021

Los límites de las matemáticas

Kurt Gödel
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A finales del siglo XIX, Friedrich Ludwig Gottlob Frege, profesor de la universidad de Viena, emprendió un programa ambicioso: formalizar la aritmética mediante unos pocos axiomas y unas pocas reglas de deducción, de modo que todo teorema verdadero pudiese deducirse de los axiomas mediante cierto número de aplicaciones de las reglas de deducción. El resultado fue un libro monumental, Grundgesetze der Arithmetike (1893-1903), que entre otras cosas formalizó la teoría de conjuntos con una notación engorrosa, que pronto fue sustituida por la de Peano, que es la que usamos ahora.

Desgraciadamente para Frege, cuando estaba a punto de publicarse el segundo tomo de su libro, Bertrand Russell le envió una carta en la que demostraba que su formulación de la teoría de conjuntos daba pie a una inconsistencia. En la teoría de Frege, un conjunto puede pertenecer a otro conjunto. En particular, algunos conjuntos no pertenecen a sí mismos (como el conjunto de los números enteros, que no es un número entero), mientras otros sí pertenecen a sí mismos (como el conjunto de todos los conjuntos infinitos, que es infinito). Russell señaló que es posible definir el conjunto de todos los conjuntos que no pertenecen a sí mismos. Este conjunto lleva a una paradoja: si pertenece a sí mismo, no pertenece, y viceversa. La paradoja de Russell acabó con la obra de Frege, que tuvo que añadir apresuradamente un apéndice a su libro y abandonó la investigación sobre los fundamentos de las matemáticas.

jueves, 1 de febrero de 2018

¿Azar o seudo-azar?


Gregory Chaitin
En la programación de ordenadores se utilizan desde hace tiempo, para simular el azar, ciertos algoritmos (llamados seudo-aleatorios) que generan series de números que cumplen las condiciones que exige la estadística para decidir sobre la aleatoriedad de una sucesión.
Sin embargo, esos algoritmos, por el hecho de ser algoritmos, han sido diseñados por alguien (el programador que los ideó). De hecho, no suelen ser aleatorios, en el sentido de que, si se ejecutan varias veces consecutivas, dan siempre los mismos resultados.
Tenemos un caso semejante con las cifras del número p. Se conocen diez billones de cifras de p, y el número de cifras conocidas crece constantemente. Hasta ahora, las cifras de p han cumplido todas las pruebas estadísticas de aleatoriedad. Sin embargo, es evidente que no pueden ser realmente aleatorias, sino que están diseñadas. Existen algoritmos bastante sencillos que las generan una tras otra, en el orden correcto.
Volvamos al experimento mental del artículo anterior de este blog. Si llegaran a surgir seres inteligentes en un experimento de vida artificial,
¿Serían esos seres capaces de distinguir entre el azar y el diseño como origen de su propia existencia?