 |
Heródoto |
The same post in EnglishComo he explicado en otros
artículos de este blog, algunas personas están convencidas de que estamos a punto de alcanzar la inmortalidad.
Eso sí, según cómo se consiguiera, podría ser que no fuera para todos, porque
sería carísima. Posiblemente sólo podrían alcanzarla algunas personas
enormemente ricas. O quizá se encontrarán formas más democráticas de
conseguirla, que permitan que todo el mundo sea inmortal. Muchos periodistas,
políticos, magnates, filósofos, futurólogos, e incluso gente común, están
convencidos de que, más pronto o más tarde, todos, o al menos algunos, seremos
inmortales.
No se trata de una aspiración
nueva, sino que se remonta a la más remota antigüedad. Una de las obras
maestras de la literatura más antiguas que se conocen, el Poema de Gilgamesh, escrito hace 4000 o 4500
años, tiene por objeto la búsqueda de la inmortalidad. O la leyenda de la
fuente de la juventud, que permitiría alcanzar la inmortalidad a quien beba de
sus aguas, y que según Heródoto estaría en Etiopía, aunque algunos dicen que Ponce
de León la buscó inútilmente en la Florida.