El segundo método que, según los optimistas, nos ayudará a conseguir la inmortalidad, se apoya en la siguiente idea:
Pronto seremos capaces de diseñar unos robots diminutos que, introducidos en nuestra sangre, ataquen y destruyan a todos los microorganismos patógenos habidos y por haber, así como a todas las células cancerosas, dejando intactas a las células normales del organismo. Al desaparecer todas las enfermedades, seremos automáticamente inmortales.