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jueves, 11 de marzo de 2021

Cronologías y días Julianos

Joseph Justus Scaliger
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Una de las preocupaciones fundamentales del hombre civilizado es el estudio del pasado, natural o humano. Para ello es preciso poder fijar la fecha en que tuvo lugar cada suceso. Ese es el objetivo de toda una ciencia: la cronología.

Si se conoce la fecha exacta de un suceso, podemos definirla dando el día, mes y año en que tuvo lugar. Por ejemplo, decimos que la segunda guerra mundial comenzó el día uno de septiembre de 1939. Con el día y el mes no hay problema, pero ¿cómo se numeran los años? Es evidente que hay que tomar un origen o punto de partida y ponernos todos de acuerdo sobre él.

Este sistema de datación provoca un efecto curioso: los números asignados a los años posteriores al origen crecen hacia el futuro, mientras que los anteriores crecen hacia el pasado. Así, el año 2000 de nuestra era es posterior al año 1000, pero el año 2000 a.e.c. fue anterior al año 1000 a.e.c. (véase más abajo lo que significan estas siglas). Los años anteriores al origen de la cuenta de años funcionan como números negativos.

jueves, 2 de julio de 2020

Propuestas de reforma de calendario

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Como vimos en el artículo anterior de estos hilos, el calendario Gregoriano es prácticamente perfecto en cuanto a la duración del año, pues su error es de unos tres días cada diez mil años, por lo que no tendremos que preocuparnos de introducir nuevas correcciones hasta después del año 3500, aproximadamente.
Sin embargo, el calendario afecta también la distribución del año en meses, semanas y días. Y ahí, nuestro calendario tiene algunos inconvenientes: por un lado, los meses tienen duraciones variables; por otro, la semana y el año son inconmensurables: un año ordinario de 365 días contiene 52 semanas y un día; un año bisiesto, 52 semanas y dos días. Por ello, la posición de cada día del mes dentro de la semana va variando al pasar de un año al siguiente. Por ejemplo: el 1 de julio del año 2020 fue miércoles; la misma fecha del año 2021 será jueves; en el 2022 será viernes; en el 2023, sábado; y en el 2024, lunes. El salto es de un día en los años normales y de dos días en los bisiestos para los días posteriores al 29 de febrero, y en el año siguiente para los anteriores. Por eso el nombre inglés de los años bisiestos es leap year (el año del salto), pues la sucesión de los días de la semana que ocupa una fecha dada a lo largo de los años sufre una discontinuidad.

jueves, 18 de junio de 2020

El calendario gregoriano

Roger Bacon
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Después de la caída del imperio romano de occidente, el calendario juliano mantuvo su vigencia durante más de un milenio. Aunque muy aproximado, no era perfecto. La duración que asignaba al año era de 365,25 días, mientras su duración real es de 365,2421988… días. Por consiguiente, el error cometido es de 0,0078011... días por año, unos 11 minutos y 14 segundos, lo que puede parecer poco, pero a lo largo de mil años se acumulan varios días. El error asciende aproximadamente a un día cada 128 años, o unos tres días cada 400 años.
En el siglo XIII, desde el concilio de Nicea, se habían acumulado ocho días de diferencia, por lo que el equinoccio de primavera ya no caía en el 21 de marzo, sino que se había adelantado al 13 del mismo mes. El filósofo y científico inglés Roger Bacon se dio cuenta. En 1263, escribió al papa Urbano VII explicándolo. Sin embargo, aunque el proyecto de Bacon contó con el apoyo de su sucesor, el papa Clemente IV, la época no era propicia para reformas: el Sacro Imperio Romano-Germánico de los Hohenstaufen se había venido abajo. La segunda mitad del siglo XIII se caracteriza, en Europa central, por la lucha de facciones: güelfos y gibelinos en Italia. En esas condiciones, no se emprendió ninguna reforma del calendario. Tampoco tuvieron éxito, dos siglos más tarde, los intentos del erudito alemán Nicolás de Cusa y del astrónomo alemán Regiomontano.

jueves, 11 de junio de 2020

El calendario de Roma

Moneda conmemorativa de Numa Pompilio
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De acuerdo con Plutarco, el calendario romano fue instaurado por el segundo rey de Roma, Numa Pompilio (753-674 a.C.), quien al principio habría dividido el año en diez meses que empezaban en marzo, dando nombres numéricos a los meses quinto a décimo, pero posteriormente añadió dos meses más (enero y febrero), trasladando el principio del año al 1 de enero. Los meses del calendario romano primitivo, por tanto, eran estos: Ianuarius, Februarius, Martius, Aprilis, Maius, Junius, Quintilis, Sextilis, September, October, November, December. Se observará que, al añadir dos meses por delante, los números de orden de los meses quinto a décimo pasaron a ser séptimo a duodécimo, pero los nombres ya estaban establecidos y nadie se molestó en adaptarlos a la nueva situación. Plutarco comenta así el origen de los nombres de los meses:
El primer mes, consagrado por Rómulo a Marte, se llamó Martius, y el segundo Aprilis, denominado así por Afrodita, que es Venus, porque en él se hacen sacrificios a esta Diosa... Al que sigue por orden, le dicen Maius por Maia, porque está consagrado a Mercurio [hijo de Maia]; y a Iunius lo denominan así por la diosa Juno. Mas hay algunos que sostienen que estos toman su denominación de la edad más anciana y más joven; porque a los más ancianos se les llama maiores, y a los más jóvenes iuniores... El primero, Ianuarius, viene de Jano [el dios de las puertas].
Los meses romanos eran lunares, de 28 y 29 días alternados. Como doce meses lunares se quedan cortos en algo más de 11 días en el cómputo del año, cada cierto tiempo se añadía un mes adicional (el mes número trece), pero no se estableció un sistema regular para añadirlo, como sí hicieron en Babilonia y Grecia. La decisión de añadir ese mes adicional la tomaba el pontífice máximo, principal autoridad religiosa. Pero este cargo era político y entraba en el juego de partidos, que cobró especial virulencia en los últimos años de la república. Como las magistraturas políticas duraban un año, los pontífices insertaban el mes adicional cuando deseaban prolongar el gobierno del partido que ostentaba el poder, y lo omitían cuando los magistrados eran del partido contrario. El resultado fue caótico. A mediados del siglo I a.C., el error acumulado ascendía a ochenta días: casi una estación.

jueves, 4 de febrero de 2016

La fecha de la crucifixión de Cristo

Cristo crucificado, talla en madera
de Manuel Alfonseca Santana

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Durante la deportación de Babilonia, el pueblo judío adoptó un  calendario lunar de tipo babilónico y lo llevó consigo al regresar a Palestina. Ordinariamente el año tenía doce meses lunares, pero como así se perdían, por término medio, once días cada año respecto al ciclo solar, de vez en cuando era preciso introducir un mes intercalar, con lo que algunos años tenían trece meses.
A principios de nuestra era no existía una regla rígida para la proclamación de los meses intercalares. Cada año el Sanedrín (el tribunal supremo judío) decretaba si debía o no intercalarse un mes adicional. Había varios criterios para decidirlo. El principal consistía en que la celebración de la Pascua tenía que tener lugar después del equinoccio de primavera, pero si el año agrícola había sido malo y los primeros frutos (que debían ofrecerse en dicha fiesta) no estaban maduros, o si los corderos del sacrificio no habían crecido lo suficiente, el Sanedrín podía decidir intercalar un nuevo mes, retrasando un ciclo completo la celebración de la fiesta mayor.