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jueves, 30 de junio de 2016

La Tierra hueca en la seudociencia y la ciencia

Cyrus Reed Teed (Koresh)


En 1870 surgió, fuera del ámbito literario, una variante curiosísima de la teoría de la Tierra hueca. El estadounidense Cyrus Read Teed proclamó su convencimiento de que la Tierra es hueca, pero (aquí está la diferencia con las teorías anteriores) nosotros vivimos en el interior. A pesar de que sabemos desde hace más de dos mil años que la superficie del mar es convexa, y de los argumentos que llevaron a los filósofos griegos a asignar a la Tierra forma esférica y a situarnos en su superficie exterior, Teed estaba convencido de que en realidad la Tierra es cóncava. El espacio exterior, que parece infinito, sería sólo una burbuja hueca en el interior de un universo de roca. Teed cambió su nombre a Koresh y fundó una religión (koreshianismo) que llegó a tener miles de adeptos, aunque se dispersaron después de su muerte en 1908.
Poco después, un aviador alemán llamado Bender, prisionero en Francia durante la primera guerra mundial, encontró las publicaciones de Teed y les dio crédito. Bender desarrolló estas teorías y afirmó que el universo es una masa infinita de roca que rodea una burbuja de 13.000 kilómetros de diámetro, y que nosotros vivimos en su superficie interior. La atmósfera, de 60 kilómetros de espesor, se enrarece hasta el vacío central, en el que se mueven tres astros: el sol, la luna y el universo fantasma, una bola de gas en la que brillan puntos de luz: las estrellas. Al pasar el universo fantasma por delante del sol, provoca la alternancia del día y de la noche en las diversas regiones de la superficie interior de la Tierra.

jueves, 29 de octubre de 2015

Dostoievski y la función de una sola variable

Fiodor Dostoievsky
The same post in English

En su novela Los demonios (o Los endemoniados, pues hay dos versiones del título), publicada en 1872, Dostoievski demuestra ser un profeta político que exhibe un conocimiento profundo del comunismo y de la forma de pensar de los comunistas. En este libro predice correctamente, con 45 años de antelación, que Rusia sería el primer país donde se impondría el comunismo, una idea que Marx y Engels desecharon debido a la ausencia de proletariado industrial en ese país. Veamos cómo lo dice uno de los personajes de Dostoyevski:
Sabemos que un dedo misterioso apunta a nuestro delicioso país como la tierra más adecuada para la realización de la gran tarea.
Los comunistas del libro, los demonios o endemoniados, quieren conseguir los mismos objetivos que sus camaradas que triunfaron en la Unión Soviética, entre ellos acabar con la religión. Para ello proponen dos métodos diferentes. Oigamos las palabras que pone en su boca Dostoievski: