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Urbain Le Verrier |
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La ciencia estudia hechos concretos y trata de
explicar por qué ocurren. Las teorías
científicas son tanto más creíbles cuantos más hechos explican o predicen.
Basta que un hecho se oponga a la teoría, o que esta dé lugar a una predicción no
confirmada, para que haya que plantearse revisarla. En el
método científico, las teorías nunca son definitivas y los hechos tienen
precedencia.
Un ejemplo clásico es la teoría de la
gravitación universal de Newton, que permitió explicar hechos como la caída de
los cuerpos y el movimiento de los astros. Su primer logro, realizado por el
propio Newton, fue la deducción matemática de las tres leyes experimentales de Kepler,
que las obtuvo empíricamente a partir de la observación de las órbitas de los
planetas. Pero su mayor éxito fue una predicción correcta, cuando se detectaron
discrepancias entre la órbita de Urano predicha por la teoría y la observada en
la realidad. Cuando ocurre algo así, el problema se puede resolver de dos
maneras: