Ana Márquez me pide aclaraciones ante una noticia reciente que ha saltado a la prensa más o menos divulgativa con titulares como estos:
Los científicos resuelven el persistente
misterio de cómo surgen los genes de la nada. (Revista
Squire, 7/1/2024)
New genes found that can arise from nothing. (Phys.org, 8/12/2023)
Parece mentira el empeño que tienen los medios (y algunos científicos) en abusar del concepto de la nada. Ignoran que la nada no existe, y que nada puede surgir de lo que no existe. Esto es algo que ya sabían los filósofos griegos presocráticos. (El primero en plantearlo fue Parménides). Veinticinco siglos después, el hombre moderno, tan orgulloso del avance de la ciencia y la tecnología, comete este error una y otra vez. En estos artículos he criticado a menudo la frase, tan común hoy día, que afirma que el universo surgió espontáneamente de la nada, que suelen formular los ateos para negar la creación y, por ende, la existencia de Dios. Una frase que no pertenece a la ciencia (porque las teorías actuales no nos permiten remontarnos al momento del Big Bang), y que como filosofía no es más que una flagrante demostración de ignorancia.