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jueves, 19 de abril de 2018

El fin del gen egoísta



El alemán August Weismann (1834-1914) fue uno de los biólogos más influyentes de finales del siglo XIX. Su aportación más importante fue la teoría del plasma germinal, también llamada en su honor Weismannismo, según la cual en todos los organismos vivos pluricelulares existen dos clases de células (véase la figura 1):
Figura 1
  • Células somáticas, representadas en la figura por una S, que componen la mayor parte del cuerpo y no desempeñan papel alguno en la herencia.
  • Células germinales, representadas en la figura por una G: los gametos, óvulos y espermatozoides, que pasan la información genética a la generación siguiente.

jueves, 18 de enero de 2018

Cómo fue la evolución del ojo


Pensemos racionalmente en el problema respondiendo a algunas preguntas.
  1. ¿Cuál de las partes del ojo es la más esencial de todas? Es evidente que la retina. Si no se puede detectar la luz, ¿para qué sirve el resto del ojo?
  2. ¿Puede una retina, por sí sola, sin el resto del ojo, desempeñar una función útil? Es evidente que sí, puesto que muchos grupos de animales poco complejos tienen ocelos, células foto-receptoras que sólo permiten distinguir la presencia de luz, pero no formar imágenes. Es obvio que percibir la presencia de la luz ofrece ventajas frente a ser totalmente ciego. La prueba de ello es que los ocelos han aparecido independientemente al menos en 40 grupos de animales distintos.
  3. ¿Cuál es el paso siguiente? Entre los animales actuales también tenemos huellas de él. La Planaria es un Platelminto (gusano plano) que posee ocelos situados en el fondo de una concavidad de su cuerpo. Gracias a eso, la Planaria no sólo puede detectar la presencia de la luz, sino también, hasta cierto punto, la dirección de donde viene. También es obvio que percibir la dirección de la luz proporciona ventajas a los individuos que pueden hacerlo frente a los que no pueden.

jueves, 11 de enero de 2018

El ojo como argumento sobre la evolución


El ojo de los vertebrados se compone de cinco partes: córnea (una capa aislante transparente); zona del humor acuoso; cristalino (lente rodeada de músculos que le permiten conseguir una distancia focal variable); zona del humor vítreo; y retina. La luz atraviesa la córnea y el humor acuoso, es enfocada por el cristalino, atraviesa el humor vítreo e impacta sobre las células nerviosas de la retina, que generan señales eléctricas que el nervio óptico transmite al cerebro, que forma con ellas una imagen del mundo exterior, origen de los rayos luminosos. El cerebro se ocupa incluso de darle la vuelta a la imagen, que al proyectarse sobre la retina está invertida.
La estructura compleja del ojo ha sido siempre un problema para los evolucionistas y un argumento para los contrarios a la teoría de la evolución. Ya Darwin, en el capítulo 6 de El origen de las especies, cuyo título es significativo (Dificultades de la teoría) se planteó el problema de la evolución del ojo con estas palabras:

jueves, 12 de mayo de 2016

El dios de los huecos

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En 1977 Pergamon Press publicó un libro muy curioso titulado La enciclopedia de la ignorancia, que intentaba reunir, en forma de colección de artículos escritos por especialistas en las distintas áreas, la mayor parte de los problemas aún sin resolver (por entonces) en campos como la cosmología, la astronomía, la física de partículas, las matemáticas, la evolución, la ecología, el desarrollo de los organismos, la medicina y la sociología. Algunos de esos problemas siguen sin haber sido resueltos casi 40 años después, otros parecen haber entrado en vías de solución, como el misterio de los neutrinos desaparecidos en la radiación solar, que mencioné en el artículo anterior, lo que ha dado lugar a la aparición de nuevos problemas, como suele ocurrir frecuentemente en la ciencia.
Desde el siglo XIX, una de las acusaciones típicas de los ateos contra los creyentes ha sido la de recurrir al dios de los huecos, o sea, utilizar a Dios para explicar las cosas que aún desconocemos sobre la estructura del mundo. Aún estamos muy lejos de saberlo todo, porque la ciencia es (y probablemente siempre será) incompleta, siempre quedarán misterios. Pues bien, se acusa a los creyentes de apoyarse precisamente en los misterios (los huecos de la ciencia) para justificar la existencia de Dios. Según ese punto de vista, Dios no sería más que un tapa-agujeros, el deus ex machina de la tramoya greco-romana, que venía a resolver los problemas insolubles en que el dramaturgo había enredado a sus personajes. A medida que avance la ciencia, los agujeros irán llenándose y la necesidad de recurrir a Dios disminuirá.

jueves, 22 de octubre de 2015

El error de Darwin

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Charles Darwin
Consideremos estas palabras de Darwin en The descent of man (capítulo 5):
Entre los salvajes, los débiles de cuerpo o mente son rápidamente eliminados; y los que sobreviven suelen exhibir un estado de salud vigoroso. Nosotros, los hombres civilizados, por el contrario, hacemos lo posible por contrarrestar el proceso de eliminación; construimos asilos para los imbéciles, los tullidos y los enfermos; promulgamos leyes para proteger a los pobres; y nuestros médicos hacen lo que pueden para salvar la vida de todo el mundo hasta el último momento. Hay razones para creer que la vacunación ha salvado a miles de personas, que por su constitución débil habrían sucumbido a la viruela. Así, los miembros débiles de las sociedades civilizadas propagan su tipo. Nadie que haya observado la cría de animales domésticos dudará de que esto debe ser muy dañino para la raza humana.
Parece increíble, pero después de una vida entera dedicada casi exclusivamente a meditar sobre su teoría de la evolución, Darwin cometió el grave error de no saber aplicarla a la especie humana. Lo demuestra claramente en el párrafo que acabo de citar.

jueves, 18 de junio de 2015

Evolución y progreso

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Friedrich Nietzsche
A finales del siglo XIX, muchos de los biólogos y pensadores ateos o agnósticos se apoyaron en las teorías de Darwin para construir unas escuelas filosóficas que combinaban la recién descubierta evolución con la idea dieciochesca del progreso para afirmar que la historia de la vida y del hombre en la Tierra mostraba las huellas de un claro progreso indefinido, y para predecir que dicho progreso continuaría indefinidamente hacia el futuro.
Entre los biólogos que se apuntaron a estas teorías destacaron T.H. Huxley y Ernest Haeckel. Los filósofos fueron muchos y cada uno dio lugar a una escuela propia, a menudo incompatible con las de los demás: Karl Marx (marxismo), Herbert Spencer (darwinismo social), Auguste Comte (positivismo) y Friedrich Nietzsche (nihilismo) fueron los más influyentes. En sus previsiones sobre el futuro de la evolución, el citado en último lugar fue el más exaltado, prediciendo que el hombre sería pronto sucedido y suplantado por una especie superior, el superhombre.

jueves, 9 de abril de 2015

Problemas pendientes en la historia de la vida

Gregor Mendel
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En un artículo anterior hablé del origen de la vida y de los problemas que plantea. Este es sólo el primero de los problemas pendientes que nos quedan en relación con la evolución, pues hay bastantes más, estamos muy lejos de saber explicar todo lo que pasó durante la historia de la vida.
La teoría de la evolución a través de la selección natural fue planteada inicialmente por Darwin y afinada por sus seguidores a medida que se descubrían fenómenos biológicos nuevos que iban resolviendo algunos de los problemas planteados desde el principio:
1.      Las leyes de la herencia (Mendel, 1865).
2.      Las mutaciones (Hugo de Vries, 1900).
3.      Las leyes de la genética (Thomas Hunt Morgan, principios del siglo XX).
4.      La teoría sintética de la evolución (Simpson, Dobzhansky y otros, hacia 1930)
5.      La transmisión de la herencia a través del ADN (Oswald Avery, 1944).
6.      La estructura del ADN y el desciframiento del código genético (Watson, Crick, Rosalind Franklin y otros).
7.      La teoría neutralista de la evolución (Motoo Kimura, 1968).
8.      La evolución en equilibrio puntuado (Stephen Jay Gould, 1972).
9.      Epigenética (principios del siglo XXI).
Rosalind Franklin

jueves, 22 de enero de 2015

El caso de los himenópteros cazadores

Jean-Henri Fabre


En 1879, el entomólogo francés J. H. Fabre estudió muchas especies de himenópteros (avispas y abejas solitarias) que capturan otros insectos para que sirvan de alimento a sus larvas. Por eso se los conoce usualmente como himenópteros cazadores (mal llamados himenópteros parásitos). Antes de poner el huevo, el himenóptero paraliza a la presa, inyectando con su aguijón una gota de veneno en cada uno de los ganglios (centros de control descentralizados) de su sistema nervioso. En alguna especie, como Ammophila hirsuta, que captura orugas de lepidóptero, el número de ganglios es grande (hasta 12, uno por cada segmento de la oruga). A pesar de ello, el cazador parece conocer exactamente los puntos donde debe clavar el aguijón.
Una vez paralizada la presa y puesto el huevo, la diminuta larva del himenóptero se introduce en su interior y comienza a devorarla. Al hacerlo, exhibe un aparente conocimiento innato de la anatomía de la presa, pues va devorando primero las partes menos necesarias para la vida, dejando para el final los órganos vitales. Así evita que la oruga muera demasiado pronto y se pudra, con lo que no podría alimentar al predador, que moriría inexorablemente.
Ammophila sabulosa trasladando una oruga capturada