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jueves, 7 de diciembre de 2023

La prehistoria de la divulgación científica

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El interés por el mundo que le rodea, la curiosidad por averiguar las causas de los fenómenos naturales, son tan antiguos como el hombre, pero en sentido estricto no se puede hablar de ciencia hasta la invención de la escritura, pues los conocimientos que se comunicaban por transmisión oral eran desorganizados, imprecisos y fragmentarios. Para que aparezca la ciencia, el bagaje de conocimientos debe constituir un todo coherente y ordenado, lo que era prácticamente imposible antes de que se pudieran utilizar medios de almacenamiento de información más permanentes que la memoria humana.

En cuanto aparecieron sistemas de escritura en Oriente Medio, la India, China y América, comenzaron a desarrollarse las ciencias. Las tres primeras fueron la medicina, las matemáticas y la astrología. Surgieron por razones prácticas: para curar enfermedades; para el buen manejo de la economía y la agrimensura; para predecir fenómenos naturales relacionados con el ciclo de las estaciones. Las ciencias de la naturaleza (física, química, biología y geología) fueron menos necesarias para las primeras sociedades humanas, por lo que no surgieron hasta la civilización griega.

jueves, 17 de enero de 2019

La corrección política de los animalistas

John Maxwell Coetzee

En un artículo en La Vanguardia, Quim Monzó recuerda una campaña que organizó el Ayuntamiento de Sant Vicenç dels Horts para impulsar a la gente a recoger los excrementos caninos, con un cartel en el que un perro de aspecto porcino parecía decirle a su amo: “Soy tu perro, no me hagas quedar como un cerdo. Recoge mis excrementos.” El cartel provocó numerosas quejas de animalistas locales, para quienes constituía un insulto para los cerdos. Quim Monzó añade lo siguiente:
Como era previsible... [ahora] nos viene la consigna de que ha llegado la hora de arrinconar las frases hechas que trivializan el sufrimiento de los animales. [La asociación animalista] propone que dejemos de usar expresiones como “matar dos pájaros de un tiro” o “hacer de conejillo de Indias”... No diremos tampoco “coger el toro por los cuernos”. Hay en inglés una expresión –“bring home the bacon”– que significa [lo mismo que la española “ganarse los garbanzos”, y que tampoco debería usarse.]
El título que pone Monzó a su artículo es muy significativo: Idiotas, idiotas por doquier.
Yo no me atrevería a llamar idiotas a los animalistas, pero sí debo acusarles de irracionalidad. ¿De verdad creen que algún cerdo se sintió ofendido por la campaña para la recogida de excrementos caninos, o por las muchas veces que decimos no seas cerdo (o cualquiera de sus sinónimos) para increpar a una persona sucia? Me temo que a los cerdos este uso de nuestro lenguaje les resbala. A los únicos que molesta es a los animalistas, y mientras no se demuestre lo contrario, habrá que dar por supuesto que son seres humanos.