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jueves, 25 de abril de 2019

Por qué no soy animalista


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Corrida de toros en Benavente
en honor de Felipe el Hermoso.

Cuadro atribuido al pintor flamenco
Jacob van Laethem
En este blog he escrito dos artículos (este y este) en los que ataco el animalismo en su forma exacerbada, que de vez en cuando se abre paso en los medios de comunicación. Estos dos artículos han dado pie a numerosos comentarios, pues algunos de mis lectores se identifican más con la postura animalista que con la mía. En este artículo trato de explicar algunas de las razones que tengo para pensar como pienso.
En primer lugar, como saben mis lectores (pues es el tema del artículo más leído de este blog, unas 35.000 visitas), no creo que el hombre sea un animal más, como sí piensan algunos (no todos) los animalistas, que utilizan este argumento para negar que el hombre tenga más derechos que los animales, si es que tiene alguno, o para afirmar que los animales deben tener los mismos derechos que nosotros.

jueves, 17 de enero de 2019

La corrección política de los animalistas

John Maxwell Coetzee

En un artículo en La Vanguardia, Quim Monzó recuerda una campaña que organizó el Ayuntamiento de Sant Vicenç dels Horts para impulsar a la gente a recoger los excrementos caninos, con un cartel en el que un perro de aspecto porcino parecía decirle a su amo: “Soy tu perro, no me hagas quedar como un cerdo. Recoge mis excrementos.” El cartel provocó numerosas quejas de animalistas locales, para quienes constituía un insulto para los cerdos. Quim Monzó añade lo siguiente:
Como era previsible... [ahora] nos viene la consigna de que ha llegado la hora de arrinconar las frases hechas que trivializan el sufrimiento de los animales. [La asociación animalista] propone que dejemos de usar expresiones como “matar dos pájaros de un tiro” o “hacer de conejillo de Indias”... No diremos tampoco “coger el toro por los cuernos”. Hay en inglés una expresión –“bring home the bacon”– que significa [lo mismo que la española “ganarse los garbanzos”, y que tampoco debería usarse.]
El título que pone Monzó a su artículo es muy significativo: Idiotas, idiotas por doquier.
Yo no me atrevería a llamar idiotas a los animalistas, pero sí debo acusarles de irracionalidad. ¿De verdad creen que algún cerdo se sintió ofendido por la campaña para la recogida de excrementos caninos, o por las muchas veces que decimos no seas cerdo (o cualquiera de sus sinónimos) para increpar a una persona sucia? Me temo que a los cerdos este uso de nuestro lenguaje les resbala. A los únicos que molesta es a los animalistas, y mientras no se demuestre lo contrario, habrá que dar por supuesto que son seres humanos.

jueves, 2 de junio de 2016

El antropomorfismo de los animalistas

Bandera de los animales en
Animal Farm, de George Orwell
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Hace un año publiqué un artículo en el que demostraba con múltiples argumentos que el hombre no es un animal más, a pesar de los intentos de los materialistas por rebajarlo a ese nivel. En cambio, muchos animalistas parecen hacer exactamente lo contrario: sin darse cuenta, elevan a los animales al nivel humano. Lo hacen incluso con los insectos, como cuando hablan del horror que sufre una oruga al ser devorada por la larva de un himenóptero, aunque reservan especialmente su compasión para los animales superiores: las aves y los mamíferos.
En su campaña contra los espectáculos con animales en los circos, los animalistas utilizan el siguiente lema:
El circo es una cárcel
Suelen decir lo mismo de los parques zoológicos, a pesar de que los más modernos no tienen nada que ver con los que había a principios del siglo XX, las así llamadas casas de fieras.