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jueves, 30 de enero de 2020

El Quinto Nivel de la Evolución, ¡ahora en inglés!


En septiembre de 2014 publiqué en este blog un artículo sobre mi libro “El Quinto Nivel de la Evolución”. Se trataba de una nueva edición del libro que publicó en 2005 la editorial Adhara con el título de “El Quinto Nivel”, que ya estaba descatalogado. Ahora acabo de traducirlo al inglés y de publicarlo en Amazon, con el título The Fifth Level of Evolution.
Las dos ediciones del libro han recibido reseñas, tanto en la red social de libros (Goodreads) como en Amazon. Ninguna de esas reseñas iba asociada a una calificación intermedia: a mis lectores, o bien les encanta el libro, o bien lo odian. Parece que el libro despierta fuertes atracciones o repulsiones, lo que significa que trata sobre un tema que toca directamente las convicciones de quien lo lee.

jueves, 25 de abril de 2019

Por qué no soy animalista


The same post in English

Corrida de toros en Benavente
en honor de Felipe el Hermoso.

Cuadro atribuido al pintor flamenco
Jacob van Laethem
En este blog he escrito dos artículos (este y este) en los que ataco el animalismo en su forma exacerbada, que de vez en cuando se abre paso en los medios de comunicación. Estos dos artículos han dado pie a numerosos comentarios, pues algunos de mis lectores se identifican más con la postura animalista que con la mía. En este artículo trato de explicar algunas de las razones que tengo para pensar como pienso.
En primer lugar, como saben mis lectores (pues es el tema del artículo más leído de este blog, unas 35.000 visitas), no creo que el hombre sea un animal más, como sí piensan algunos (no todos) los animalistas, que utilizan este argumento para negar que el hombre tenga más derechos que los animales, si es que tiene alguno, o para afirmar que los animales deben tener los mismos derechos que nosotros.

jueves, 17 de enero de 2019

La corrección política de los animalistas

John Maxwell Coetzee

En un artículo en La Vanguardia, Quim Monzó recuerda una campaña que organizó el Ayuntamiento de Sant Vicenç dels Horts para impulsar a la gente a recoger los excrementos caninos, con un cartel en el que un perro de aspecto porcino parecía decirle a su amo: “Soy tu perro, no me hagas quedar como un cerdo. Recoge mis excrementos.” El cartel provocó numerosas quejas de animalistas locales, para quienes constituía un insulto para los cerdos. Quim Monzó añade lo siguiente:
Como era previsible... [ahora] nos viene la consigna de que ha llegado la hora de arrinconar las frases hechas que trivializan el sufrimiento de los animales. [La asociación animalista] propone que dejemos de usar expresiones como “matar dos pájaros de un tiro” o “hacer de conejillo de Indias”... No diremos tampoco “coger el toro por los cuernos”. Hay en inglés una expresión –“bring home the bacon”– que significa [lo mismo que la española “ganarse los garbanzos”, y que tampoco debería usarse.]
El título que pone Monzó a su artículo es muy significativo: Idiotas, idiotas por doquier.
Yo no me atrevería a llamar idiotas a los animalistas, pero sí debo acusarles de irracionalidad. ¿De verdad creen que algún cerdo se sintió ofendido por la campaña para la recogida de excrementos caninos, o por las muchas veces que decimos no seas cerdo (o cualquiera de sus sinónimos) para increpar a una persona sucia? Me temo que a los cerdos este uso de nuestro lenguaje les resbala. A los únicos que molesta es a los animalistas, y mientras no se demuestre lo contrario, habrá que dar por supuesto que son seres humanos.

jueves, 2 de junio de 2016

El antropomorfismo de los animalistas

Bandera de los animales en
Animal Farm, de George Orwell
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Hace un año publiqué un artículo en el que demostraba con múltiples argumentos que el hombre no es un animal más, a pesar de los intentos de los materialistas por rebajarlo a ese nivel. En cambio, muchos animalistas parecen hacer exactamente lo contrario: sin darse cuenta, elevan a los animales al nivel humano. Lo hacen incluso con los insectos, como cuando hablan del horror que sufre una oruga al ser devorada por la larva de un himenóptero, aunque reservan especialmente su compasión para los animales superiores: las aves y los mamíferos.
En su campaña contra los espectáculos con animales en los circos, los animalistas utilizan el siguiente lema:
El circo es una cárcel
Suelen decir lo mismo de los parques zoológicos, a pesar de que los más modernos no tienen nada que ver con los que había a principios del siglo XX, las así llamadas casas de fieras.

jueves, 25 de junio de 2015

¿Es el hombre un animal más?

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Theodosius Dobzhansky
Es frecuente entre los biólogos modernos afirmar que el hombre no tiene nada de especial, que es una especie más entre todas las que existen. Así, por ejemplo, Colin Tudge escribe esto:
Filogenéticamente somos una avanzada, un pequeño producto de la vida, al igual que la Tierra es un cero a la izquierda cosmológico que ninguna otra forma de vida inteligente en el Universo se molestaría en poner en sus mapas celestes. (The variety of life, Oxford University Press, 2000).
Todo esto no es más que la aplicación indiscriminada de un dogma seudocientífico que pocos biólogos se atreven hoy a discutir, y que suele expresarse de alguna de estas formas equivalentes:
  • Todas las especies de seres vivos son equivalentes, ninguna es superior a las demás.
  • No existen criterios que permitan comparar la importancia de las especies.
  • El hombre no es superior a los chimpancés, las hormigas, las bacterias…
  • La evolución no tiene dirección.

jueves, 15 de enero de 2015

Sobre la intolerancia religiosa y de pensamiento

Escena de la película Intolerancia (1916)
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Se dice a menudo que las culturas y civilizaciones de la antigüedad eran respetuosas y tolerantes en los aspectos religiosos, de modo que todas las creencias convivían en paz y armonía, algo que cambió hacia la intolerancia religiosa y las guerras de religión cuando en buena parte del mundo se impusieron las religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e Islam) durante los últimos 2000 años.
La supuesta tolerancia del paganismo se ha impuesto como un mito en la mentalidad moderna, pero no corresponde a la realidad. Para verlo, basta fijarse en que todas las guerras de los países paganos (egipcios frente a hititas, asirios frente a sirios, babilonios y egipcios, etc.) se consideraban enfrentamientos entre sus respectivos dioses. Los vencedores atribuían la victoria a los suyos, y se consideraban con derecho (basado en la religión) a cometer barbaridades tales como las pirámides de cabezas cortadas que construían los asirios cuando conquistaban una ciudad (las cabezas de todos los hombres y muchachos, porque a las mujeres y los niños muy pequeños no los mataban, los deportaban como esclavos). O bastaría recordar que la muerte de Sócrates fue en realidad una persecución religiosa (se le acusó incorrectamente de enseñar el ateísmo a la juventud).

jueves, 23 de octubre de 2014

El espejismo de Dawkins

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La traducción al español del título del libro The God Delusion de Richard Dawkins (2006) no es fácil. La palabra inglesa delusion significa un engaño en que alguien cae de forma involuntaria. El título utilizado usualmente en las traducciones castellanas (El espejismo de Dios) me parece acertado, aunque espejismo no sea el equivalente literal de delusion.
Empezaré señalando un par de inconsistencias. Hay muchas más, pero detallarlas todas exige el tamaño de un libro, y eso ya se ha hecho (A.J.Wilson, Deluded by Dawkins?, 2007).
·         En el capítulo 3, Dawkins desmonta el argumento teísta de los admirados científicos religiosos (¿cómo no creer en Dios, si tantos admirados científicos creyeron?). Estoy de acuerdo con él, este argumento no tiene peso. Pero entonces, ¿por qué se empeña en aducir tantas veces el argumento de los admirados científicos ateos? La mitad del capítulo 1 se dedica a contarnos que Einstein no creía en un Dios personal. En el capítulo 2 afirma, más de una vez, que la mayor parte de los políticos fundadores de los Estados Unidos eran ateos, aunque muy pocos se atrevieron a reconocerlo públicamente. (Supongo que por eso imprimieron In God we trust en sus billetes de banco). También sugiere que Thomas Huxley, que inventó la palabra agnóstico para aplicársela a sí mismo, en realidad debía de ser ateo, aunque no lo reconoció por plegarse a las exigencias de la época. Confiesa que Newton... afirmaba ser religioso. Lo mismo hizo casi todo el mundo [en su época]. Le ha faltado poco para afirmar que Newton también fue un ateo oculto.

jueves, 11 de septiembre de 2014

El quinto nivel de la evolución

La teoría de la evolución está muy bien establecida por la evidencia científica, pero dista mucho de explicarlo todo. Quedan pendientes algunos enigmas, cuya resolución no parece que vaya a ser inmediata. Por ejemplo:
·         El origen de la vida. No tenemos una idea clara de cómo, cuándo y dónde sucedió. Hay muchas teorías, pero ninguna se ha comprobado. Lo que es peor, es muy difícil que sea posible comprobarlas, porque el origen de la vida, más que un hecho científico, es un hecho histórico. Para verificarlo, no basta con reproducirlo en el laboratorio, es necesario encontrar pruebas documentales de que fue así como ocurrió, y no de otra manera. Es muy probable que dichas pruebas sean imposibles de encontrar, porque seguramente se han perdido todos los rastros paleontológicos del origen de la vida.
Los medios de comunicación saludan cada pequeño avance en este campo (como la reciente inserción de un cromosoma fabricado artificialmente en una célula de levadura) como si estuviésemos a punto de conseguir crear vida en el laboratorio. En realidad, estamos muy lejos de hacerlo. Para ello sería necesario mezclar un conjunto de moléculas artificiales (proteínas y ácidos nucleicos), introducirlas dentro de una membrana lípido-proteica, y conseguir que lo que salga de ahí esté vivo, que no sea un cadáver de célula. El último paso es el más difícil, porque en realidad aún no sabemos lo que es la vida.

jueves, 8 de mayo de 2014

¿Se ha frenado la investigación sobre el genoma humano?

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Todos conocemos el proyecto Genoma Humano, que se puso en marcha oficialmente en 1990, aunque ya venía funcionando de forma parcial desde 5 años antes. Su objeto era identificar y descifrar en 15 años todos los genes del ADN humano. El proyecto se completó en 2003, dentro del plazo previsto, aunque ya en el año 2000 se publicaron resultados parciales. Desde el punto de vista científico, el proyecto fue un éxito, pero es posible que para una parte del público parezca un fracaso, teniendo en cuenta las expectativas exageradas que despertaron algunos medios de comunicación.
Los medios saludaron el proyecto como la puerta abierta a una nueva revolución médica. Entre las aplicaciones revolucionarias que se anunciaban estaban: la terapia génica para prevenir o corregir enfermedades genéticas; el diagnóstico prematuro de enfermedades reales o potenciales, incluso desde la fase embrionaria; o la medicina personalizada, que adaptará los tratamientos de cada enfermedad a la persona que la padece. También se discutieron posibles peligros, como la manipulación de embriones humanos para adaptar sus genes a los deseos de sus padres o de gobiernos dictatoriales; y la utilización de los datos genéticos para seleccionar personal, o para conceder o denegar seguros y créditos...

viernes, 17 de enero de 2014

Evolución cultural y evolución biológica

La evolución cultural y la evolución biológica son similares: la selección natural actúa sobre ambas. Las producciones culturales compiten unas con otras, algunas se extinguen. Como pasa con los seres vivos, no siempre vencen los mejores: la suerte y la casualidad influyen. Véase cómo Windows-95 barrió al sistema operativo OS/2, entonces más avanzado; o el resultado de la guerra comercial entre los tres modelos de grabación de vídeo: Betamax, 2000 y VHS.
Igual que hay variabilidad genética (en una población de seres vivos de la misma especie coexisten muchas variantes del mismo gen), hay también variabilidad cultural, representada por la coexistencia de marcas y modelos antiguos y modernos, sucesivos y paralelos. Cuando ocurren cambios en el entorno (estamos asistiendo a uno muy intenso) un producto cultural puede salvarse gracias a la variabilidad: por ejemplo, combinando versiones para producir algo nuevo, más adaptado a las nuevas circunstancias.

jueves, 16 de enero de 2014

El hombre: ¿Un reino de la Naturaleza?

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Entre todas las especies vivas, hay una especial: la nuestra. Esto se ha dicho desde la antigüedad, y sólo se ha puesto en duda en el último siglo y medio. Muchos biólogos sostienen que la especie humana es una más entre muchas, que no se nos puede considerar superior a ninguna de las demás, ya se trate de bacterias, de insectos, o de los demás mamíferos.
Existe, sin embargo, un criterio cuantitativo y perfectamente objetivo que permite probar que la especie humana es única, completamente diferente de todas las demás: la cantidad de información que puede manejar cada uno de sus individuos.
Para los seres unicelulares, la única información de que dispone cada individuo es su propio genoma, que es muy fácil de cuantificar: su valor en bits es aproximadamente igual al doble del número de nucleótidos del genoma completo. Para los virus, está comprendido entre 10 y 50 kbits; para las bacterias, entre 1 y 10 Mbits; para un eucariota unicelular, alcanza los 25 Mbits.
Si pasamos a los animales y las plantas pluricelulares, el tamaño del genoma aumenta, y con él la cantidad de información manejada: desde 200 Mbits para un nemátodo, hasta varios Gbits para los vertebrados. Para el hombre se calcula en unos 6 Gbits, lo que ciertamente no le proporciona una gran ventaja sobre otras especies.
Además del genoma, los vertebrados disponen de una segunda fuente de información: su sistema nervioso, especialmente el cerebro, tanta más cuanto mayor sea éste: unos 10 kbits los anfibios, 10 Gbits los reptiles, cerca de 200 Gbits los mamíferos.
Aquí el hombre es único: en proporción al cuerpo, su cerebro tiene mayor tamaño que cualquier otra especie viva y es capaz de almacenar nada menos que 10 Tbits (10 billones de bits), mil veces más que su propio genoma y 50 veces más que la mayoría de los mamíferos. Se puede decir que, con la aparición del hombre, la vida atravesó un punto crítico que, por primera vez en la historia, permitió a un solo individuo alcanzar semejantes niveles de información.
Desde hace cinco mil años, con la invención de la escritura, el hombre ha atravesado un nuevo punto crítico, más drástico aún que el anterior: se ha convertido en la única especie que dispone de una tercera fuente de información, una memoria exterior a su cuerpo. Con la llegada de los ordenadores y de Internet, esa información se ha puesto a disposición de todos y no hace más que crecer. Actualmente se estima que ha rebasado ya los 100 exabits (100 trillones de bits: un uno seguido por veinte ceros). Así que cada ser humano, además de la que contiene su propio cerebro, tiene acceso a una información diez millones de veces mayor, como si estuviera conectado con diez millones de cerebros además del suyo.
La figura adjunta resume todo lo anterior y combina (en escala logarítmica) todas las fuentes de información disponibles en cada momento para la especie capaz de manejar mayor cantidad de información, en función del tiempo transcurrido desde el origen de la vida hasta la aparición de dicha especie (en miles de millones de años).
El hombre es tan distinto de todas las demás especies, tan abrumadoramente dominante, que deberíamos considerarlo como un reino de la naturaleza. Ya indiqué en otro artículo que, para bien o para mal, su efecto sobre el resto de los seres vivos (la biosfera), sobre la atmósfera y sobre la Tierra entera, es mayor que el de todos los demás animales juntos. Así que, cuando un biólogo afirma que el hombre es una especie como las demás, que la historia de la vida no muestra progreso alguno en ninguna dirección, lo menos que se puede decir es que no sabe lo que dice. O quizá se ha dejado arrastrar por ideologías extracientíficas que se empeñan en denigrar al hombre y despojarlo de su dignidad, para sus propios fines: para poder matarlo cuando estorba (aborto, eutanasia), o para manipularlo cuando conviene (C.S.Lewis, The abolition of man, 1943).

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Manuel Alfonseca

miércoles, 15 de enero de 2014

¿Qué es el hombre?


Desde hace algo menos de un siglo, con la consolidación de las teorías evolucionistas, y sacando de ellas conclusiones filosóficas sin base científica, muchos biólogos sostienen que el hombre es sólo un animal como cualquier otro, una más entre millones de especies de seres vivos, siendo imposible establecer criterios que permitan decidir si una especie es más avanzada más importante que otra.
¿Es esto cierto? Pienso que es evidente que tales criterios existen y que es absurdo negarnos una capacidad de comparar y de juzgar que está en la base de todos los avances tecnológicos de la humanidad. Mencionaré únicamente dos de esos criterios.
  • La aparición de la vida, hace unos 4000 millones de años, apenas tuvo un efecto inmediatamente perceptible en el aspecto físico de la Tierra: algunos cambios de tonalidad de las aguas o la aparición de arrecifes de cianobacterias. No obstante, la acción de la vida sobre la Tierra se iba desarrollando lentamente, culminando hace unos 1000 millones de años en una nueva composición de la atmósfera, que con el 20% de oxígeno hizo posible la respiración.
Con la aparición de los seres vivos pluricelulares, el aspecto físico de la Tierra cambió profundamente: el color dominante de los continentes pasó a ser verde. De los tres reinos de este nivel de la vida, los vegetales produjeron el mayor efecto: la existencia de hongos y de animales es prácticamente imperceptible desde el espacio exterior.
En los últimos siglos, la situación ha cambiado: para bien o para mal, la especie humana por sí sola ha modificado profundamente el aspecto de nuestro planeta. La superficie de las selvas tropicales se reduce; se extingue una proporción importante de las restantes especies de seres vivos; aparecen agujeros en la ozonosfera; cambia la composición de la atmósfera; el cielo nocturno se inunda de luz; y, por primera vez en su historia, la Tierra se ha convertido en emisor de ondas electromagnéticas de baja frecuencia (radio y microondas), lo que hace nuestra existencia detectable por hipotéticas inteligencias extraterrestres. Una sola especie ha conseguido todo esto en un tiempo enormemente breve, en relación con la historia de la Tierra.
  • Por otra parte, en años muy recientes, la especie humana ha llegado a manejar una cantidad enorme de información, que rebasa ya el trillón de bits y sigue creciendo. Compárese esta cifra con la información que se calcula maneja como máximo cualquiera de las otras especies, desde las bacterias hasta los chimpancés: entre un millón y 200 millones de bits, siete a doce órdenes de magnitud más pequeña. Es posible que la información a disposición del hombre haya rebasado ya la acumulada por el conjunto de los cien millones de especies de seres vivos que se calcula han existido desde el origen de la vida hasta la actualidad, suponiendo que tenga sentido sumarla.
¿Es el hombre una especie como las demás? No. Por sus obras los conoceréis. Opino que las clasificaciones biológicas debieran considerar nuestra especie al menos como un reino de la naturaleza, si no más: algo completamente aparte. Precisamente como se la consideró durante toda la historia de la humanidad, hasta que algunos biólogos del siglo XX comenzaron una continua y solapada labor de zapa de la dignidad humana.

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Manuel Alfonseca