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La condena de Sócrates |
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En varios
artículos anteriores he avisado de algunos de los peligros que amenazan al
avance de la ciencia, que durante más de dos siglos y medio parecía casi imparable.
Uno de los más importantes es el predominio que están consiguiendo sobre lo que
dice la ciencia ciertas ideologías con mucha influencia política, que cuando ven
atacadas sus ideas, o bien pasan olímpicamente de lo que dice la ciencia, o
bien lo califican directamente de seudociencia.
- Es un hecho científicamente indiscutible que la vida de un ser humano comienza en el momento de la fecundación de un óvulo por un espermatozoide. A pesar de lo que digan ciertos políticos y periodistas, no existen discrepancias en el mundo científico respecto a esta cuestión. En un artículo anterior he resumido el consenso científico al respecto, un consenso que se mantiene desde hace más de un siglo y medio. A pesar de ello, los defensores de cierta ideología feminista radical se empeñan en proclamar un supuesto derecho al aborto que en realidad sería el derecho a matar a los hijos, y eso a sabiendas de que es claramente inconstitucional, como han señalado numerosas instancias jurídicas, aunque no hace falta ser experto en leyes para comprobarlo. Si estas leyes aberrantes se mantienen, se debe a la cobardía de los gobernantes, que no se atreven a derogarlas, y del tribunal constitucional, que no se atreve a enfrentarse abiertamente a la ideología dominante. El resultado es un paso atrás en la defensa de los derechos humanos. Volvemos a la Edad Media, cuando los padres tenían derecho de vida y muerte sobre sus hijos (ahora se les concede ese derecho a las madres). Volvemos a las épocas esclavistas, cuando unos seres humanos (los amos) tenían derecho de vida y muerte sobre otros (sus esclavos). Volvemos a la época del Imperio Romano, cuando eran legales el aborto y el infanticidio hasta 24 horas después del nacimiento. ¿Es esto lo que llaman progreso? Yo lo llamaría más bien retroceso