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Usualmente, cuando los medios hablan de la conservación ambiental y de las
especies en peligro, las noticias que dan suelen ser casi siempre negativas: todo
va muy mal; cada vez hay más especies en riesgo de extinción; las actividades
humanas corrompen el medio ambiente; nuestro
planeta está en peligro de convertirse en un erial incompatible
con la vida… En realidad, al decir la frase resaltada, estamos utilizando el
tropo llamado sinécdoque, en la versión que consiste en nombrar el
todo por la parte, pues no es el planeta el que está en peligro, sino
nosotros, los seres humanos, junto con otros muchos seres vivos.
Acabo de leer un libro
publicado en 2012, escrito por Andrew Balmford y titulado Wild hope: on the front lines of conservation success,
que intenta poner énfasis en todo lo contrario: no todas las noticias son
negativas; últimamente se están produciendo algunos éxitos en la conservación
de especies animales en peligro de extinción, o de entornos amenazados por la
voracidad humana. El análisis que realiza de estos casos señala deficiencias en
los procesos de conservación ambiental dirigidos por los políticos, que a veces
consiguen exactamente lo contrario de lo que se proponían, como indiqué en este
blog en un artículo publicado hace casi seis años, titulado La
ignorancia ecológica de los ecologistas.