jueves, 17 de marzo de 2016

¿Pueden evitarse las paradojas de los viajes en el tiempo?

Portada de Fantastic SciFi con una
historia de Porges (The shadowsmith)
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En un cuento de ciencia-ficción escrito en 1962 por Arthur Porges y titulado The rescuer (El rescatador), los inventores de una máquina del tiempo descubren que un hombre ha entrado en la máquina para viajar hacia el pasado. Para impedírselo, destruyen la máquina con el hombre dentro. Cuando se les juzga por asesinato y destrucción de bienes valiosos, se explican:
Este hombre se llevó consigo un rifle de repetición y cinco mil balas explosivas. Su intención era trasladarse al Gólgota para rescatar a Jesucristo de los soldados romanos. En breve, impedir la crucifixión. Con un rifle moderno, quizá lo habría conseguido. ¿Y entonces qué?... ¿Qué efecto tendría eso en el futuro, en toda la historia secular y religiosa?
El cuento es un ejemplo excelente de la paradoja de la predestinación que mencioné en un artículo anterior, entre otras varias que nos hacen dudar de la posibilidad de realizar viajes en el tiempo. Pero ¿no hay ninguna manera de evitar las paradojas? ¿Es posible idear una teoría que las elimine y haga factibles, al menos en principio, los viajes en el tiempo? Se han propuesto varias formas de conseguirlo.

jueves, 10 de marzo de 2016

¿Qué dice la física sobre los viajes en el tiempo?

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En el artículo anterior planteamos algunas paradojas que nos podrían hacer dudar sobre la posibilidad de realizar viajes en el tiempo. Pero ¿qué dice la física? ¿Hay alguna teoría que haga posible viajar en el tiempo? ¿Es verdad, como dicen algunos, que la teoría especial de la relatividad de Einstein implica que será posible viajar en el tiempo?
En primer lugar, es preciso refutar una idea falsa, pero bastante extendida. A menudo se oye decir algo parecido a esto:
Si fuese posible viajar a velocidades mayores que la de la luz, viajaríamos hacia atrás en el tiempo, porque el tiempo transcurrido sería negativo.
¿Es esto cierto? Veamos la ecuación que define la relación entre el tiempo propio y el tiempo externo para un cuerpo que se mueve con movimiento rectilíneo y uniforme, de acuerdo con la teoría especial de la relatividad:


Donde t es el tiempo vivido por los viajeros que se mueven a la velocidad v; t0 es el tiempo externo equivalente (el tiempo experimentado por un objeto que se encuentre en reposo); y c es la velocidad de la luz. Podemos ver que, para v < c, el término que está dentro de la raíz cuadrada es positivo y menor que 1, su raíz también lo será, y por lo tanto t < t0 (el tiempo de los viajeros se acorta).

jueves, 3 de marzo de 2016

¿Será posible viajar en el tiempo?

Hibernación en 2001, una odisea del espacio
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La respuesta obvia a esta pregunta, tal como está formulada, es que sí, ¡claro que es posible! Todos viajamos en el tiempo a razón de 24 horas al día.
Naturalmente, no es esto lo que usualmente se piensa cuando se hace la pregunta. Lo que se quiere decir es si será posible algún día dar saltos bruscos en el tiempo, ya sea hacia adelante (hacia el futuro) o hacia atrás (hacia el pasado).
Existen varios esquemas para viajar hacia el futuro. Aunque no sean posibles por el momento, podrían llegar a serlo. Por ejemplo, quizá algún día un ser humano podrá hacerse congelar y permanecer en animación suspendida, para despertar y reanudar su vida ordinaria cien años más tarde. O podría tomar pasaje en una nave espacial que haga un viaje a velocidad relativista y vuelva al punto de partida un siglo después, aunque para los viajeros el tiempo transcurrido haya sido sólo de un año. En ambos casos, desde el punto de vista de la persona en cuestión, habría habido un viaje en el tiempo, aunque en realidad no se habría producido ningún salto brusco, porque el tiempo habría seguido pasando para el cuerpo en hibernación, aunque la mente no fuese consciente de ello, y también para el viajero relativista, aunque en ese caso transcurriría de forma acelerada.
Pero cuando se habla de viajes en el tiempo no nos referimos a estos casos, posibles en principio, sino a desaparecer del presente y aparecer en un pasado o futuro más o menos lejano, saltándose los tiempos intermedios. ¿Seremos algún día capaces de hacerlo?

jueves, 25 de febrero de 2016

¿Tiempo A o Tiempo B?

J.M.E. McTaggart, que en 1908 acuñó
los términos "Tiempo A" y "Tiempo B".
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Los seres humanos parecemos tener una propensión innata a pensar que lo que no nos gusta o no podemos explicar no existe. Así, en el hinduismo y el budismo, la realidad misma se considera una ilusión (maya), algo de lo que hay que desprenderse para alcanzar la liberación. Según esta filosofía, y como parte inseparable de la realidad física, el tiempo también debería ser considerado como una ilusión. En el Brahman hinduista y en el Nirvana budista no hay tiempo.
En la filosofía y la ciencia de Occidente, la idea del tiempo ha sido tradicionalmente muy distinta. Hasta el siglo XVIII no se puso en duda la realidad de la realidad. Como parte inseparable de la realidad, el tiempo era absoluto. En la mecánica de Newton desempeña ese papel. Según su teoría de la gravitación, el transcurso del tiempo es independiente del movimiento del observador. De ahí se puede deducir el principio de la relatividad de la mecánica clásica, según el cual, cuando varios cuerpos están sometidos a movimiento rectilíneo y uniforme (con velocidad constante), es imposible distinguir cuál de ellos está en reposo y cuál está en movimiento.

jueves, 18 de febrero de 2016

Determinismo o libertad (2ª parte)

Claude Elwood Shannon
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Entre los argumentos que utilizan los neurocientíficos deterministas para aducir que la libertad humana no existe, destacan estos dos:
  • Las lesiones cerebrales y las alteraciones mentales afectan a la mente y a la consciencia de diversas maneras, según la parte del cerebro afectada. En el peor caso, la consciencia puede perderse por completo. De ahí deducen que la consciencia de sí mismo es un epifenómeno que puede proporcionar algunas ventajas evolutivas, pero que en el fondo es una ilusión sin realidad objetiva.
  • Por otra parte, es posible provocar estados mentales de todo tipo (incluso experiencias místicas) mediante estímulos electromagnéticos aplicados a distintas partes del cerebro. De ahí deducen que los estados mentales sólo dependen del estado eléctrico de nuestras neuronas y que las experiencias místicas, cualquiera que sea su origen, son todas alucinatorias. Ya he hablado sobre esto en otro artículo.

jueves, 11 de febrero de 2016

El dilema entre determinismo y libertad

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En una de mis novelas de misterio (El zahir de Quetzalcoatl) el protagonista debe resolver tres enigmas, como en los cuentos de hadas clásicos. El tercer enigma está formado por tres afirmaciones, de las que se sabe que no pueden ser todas verdaderas ni todas falsas. Este enigma constituye lo que podríamos llamar un trilema.
C.S.Lewis
Un trilema famoso fue formulado por C.S.Lewis para justificar la divinidad de Cristo. Partiendo de la base de que Cristo afirmó su propia divinidad, Lewis planteó las siguientes alternativas: O bien Cristo estaba loco, o mentía, o es verdad que era Dios. De estas tres afirmaciones, sólo una puede ser verdadera, pues cada una excluye a las otras dos.
Ante la cuestión de la libertad humana, cuya realidad es negada por la filosofía determinista, Brigitte Falkenburg propone otro trilema algo diferente, pues en este caso dos cualesquiera de las tres alternativas pueden ser verdaderas, pero entonces la tercera tiene que ser falsa. El trilema es este:

jueves, 4 de febrero de 2016

La fecha de la crucifixión de Cristo

Cristo crucificado, talla en madera
de Manuel Alfonseca Santana

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Durante la deportación de Babilonia, el pueblo judío adoptó un  calendario lunar de tipo babilónico y lo llevó consigo al regresar a Palestina. Ordinariamente el año tenía doce meses lunares, pero como así se perdían, por término medio, once días cada año respecto al ciclo solar, de vez en cuando era preciso introducir un mes intercalar, con lo que algunos años tenían trece meses.
A principios de nuestra era no existía una regla rígida para la proclamación de los meses intercalares. Cada año el Sanedrín (el tribunal supremo judío) decretaba si debía o no intercalarse un mes adicional. Había varios criterios para decidirlo. El principal consistía en que la celebración de la Pascua tenía que tener lugar después del equinoccio de primavera, pero si el año agrícola había sido malo y los primeros frutos (que debían ofrecerse en dicha fiesta) no estaban maduros, o si los corderos del sacrificio no habían crecido lo suficiente, el Sanedrín podía decidir intercalar un nuevo mes, retrasando un ciclo completo la celebración de la fiesta mayor.

jueves, 28 de enero de 2016

La infancia de Jesús y la crítica periodística

Benedicto XVI
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En su libro El español y los siete pecados capitales, Fernando Díaz Plaja critica lo que él considera un ejemplo del pecado de soberbia bastante común entre los españoles: criticar un libro sin haberlo leído. Para ello, aduce el ejemplo siguiente:
En ningún sitio como en España el juicio literario resulta fácil. Una vez oí una retransmisión por radio en la que unos escritores comentaban el Doctor Zhivago, de Pasternak. Los juicios eran duros, tan tajantes y negativos, que una señora del grupo con acento extranjero, probablemente ruso, se asombró y preguntó humildemente:
—Pero ¿cómo puede usted decir..., en qué parte ha leído usted eso? —No he leído el libro, señora —fue la asombrosa respuesta. Resultó que de los cuatro escritores que se habían reunido para discutir la obra sólo la había leído ella.
El 21 de noviembre de 2012, para coincidir con el tiempo de Navidad, se publicó el libro sobre La infancia de Jesús, tercero de la trilogía que el papa Benedicto XVI dedicó a Jesús de Nazaret (aunque la firmó también con su propio nombre, Josef Ratzinger).
Veamos la reseña que le dedicó El País el mismo día de la publicación del libro:

jueves, 21 de enero de 2016

La fecha del nacimiento de Cristo

Copia de La Virgen de la Rosa de Rafael,
por Manuel Alfonseca Santana
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No voy a entrar aquí en el debate decimonónico sobre la existencia histórica de Jesucristo, porque después de 1926 la crítica histórica ha aceptado unánimemente dicha existencia, y la persistencia de la idea de que Jesucristo no existió se debe exclusivamente a la ignorancia o al fanatismo anticristiano (Ana Márquez lo explica muy bien en su blog).
En el artículo anterior vimos que la fecha del 25 de diciembre pudo ser realmente la del nacimiento de Cristo, si seguimos una tradición que se remonta a san Ireneo. Tradicionalmente, el argumento principal en contra de esa fecha era la improbabilidad de que los pastores estuviesen en el campo en invierno vigilando sus rebaños. Sin embargo, otros estudios discrepan de esta afirmación.
El sistema cronológico internacional que hoy usamos es la era cristiana. Después de la caída y desintegración del imperio romano de occidente, la era romana, que contaba los años a partir de la fundación de Roma, siguió utilizándose durante unos doscientos años más, pero en el siglo VI el teólogo escita Dionisio el Exiguo introdujo la costumbre de fechar los acontecimientos históricos a partir del nacimiento de Cristo. Dionisio calculó que Jesús debió de nacer hacia el año 754 A.U.C. (Ab Urbe Condita,  desde la fundación de la ciudad) y llamó a este año 1 A.D.  (Anno Domini, año del Señor). Las fechas de la era romana posteriores a esta podían traducirse fácilmente a la era cristiana restando 753 de la fecha romana correspondiente. En cuanto a las anteriores al año 754 A.U.C., correspondían en la nueva era a números negativos y se obtenían restando la fecha romana de 754 y añadiendo las siglas a.C. (antes de Cristo) o B.C. (Before Christ) en inglés. En este sistema, el año cero no existe.

jueves, 14 de enero de 2016

La celebración de la Navidad

Iluminación de la Tierra
en el solsticio de invierno
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El tiempo del solsticio de invierno fue ocasión de celebraciones importantes en casi todos los pueblos de la antigüedad, pues representa el momento en que el sol, después de ir perdiendo altura durante seis meses, se recobraba y comenzaba de nuevo el movimiento ascensional. Para los antiguos siempre quedaba el temor de que algún año el sol no lograra recobrarse y siguiera descendiendo hasta desaparecer para siempre, lo que sería catastrófico para la humanidad.
En el imperio romano, las Saturnales desempeñaban ese papel, pues Saturno era el dios de la agricultura, y la recuperación del sol era una condición sine qua non para el éxito de la próxima cosecha. Además, justo por esas fechas el sol entraba en el signo de Capricornio del zodiaco, que estaba ligado astrológicamente con el planeta Saturno. La fiesta, que comenzaba el 17 de diciembre, se prolongaba durante varios días, hasta el 23 del mismo mes. En estos días se celebraban banquetes, se repartían regalos, y los amos servían a sus esclavos.
Una de las divinidades tradicionales de los pueblos indoeuropeos, Mitra, tuvo un destino desigual, según el pueblo concreto del que estemos hablando. Así, en la India védica fue uno de los dioses principales, junto con Varuna y los demás asuras, pero pasó a desempeñar un papel secundario, casi demoniaco, cuando en la India hinduista se impusieron los devas, otro grupo de dioses entre los que destacan Siva y Visnú.