jueves, 31 de marzo de 2016

La falacia del gato invisible

Isaac Newton
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En el capítulo 1 de su libro Astrología, ¿ciencia o creencia?, publicado en 1992, Manuel Toharia escribe lo siguiente:
Por muy sabio que sea para ciertas materias, siempre existe algún elemento que contradice el mito del genio perfecto. Porque, por ejemplo, también es sabido que Newton era hombre colérico, terriblemente antipático y probablemente homosexual reprimido. Para que no haya malentendidos conviene añadir inmediatamente que lo que nos parece mal en esta supuesta homosexualidad del sabio inglés es la represión que tuvo que hacer de ella lo que le convirtió sin duda en una persona amargada y, sin duda, con dosis mínimas de autoestima.
¿Probablemente homosexual reprimido? Y eso ¿cómo podemos saberlo, si es verdad que Newton lo reprimió? ¿O es que Toharia (o quien fuese su fuente original) dispone de información privilegiada, o quizá ha llegado a esa conclusión porque sabe que Newton sufrió al menos dos crisis psíquicas durante su vida, y considera que la causa tuvo que ser su homosexualidad reprimida? (Observen la repetición del calificativo sin duda). Si es así, su razonamiento sería un ejemplo de manual de la falacia del gato invisible:

jueves, 24 de marzo de 2016

El cálculo de la fecha de la Pascua

Rafael - Resurrección de Cristo

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El primer Concilio Ecuménico se celebró en Nicea, Asia Menor, en el año 325, convocado por el emperador Constantino. Antes no habían podido celebrarse Concilios Ecuménicos, pues los cristianos eran perseguidos y tenían que reunirse de forma clandestina. Este primer Concilio tuvo consecuencias muy importantes: se condenó el arrianismo, que negaba la divinidad de Cristo; se definió la versión del credo que se sigue rezando en muchas misas; y se estableció el algoritmo para el cálculo de la fecha de la Pascua de Resurrección, que aún seguimos empleando. Este algoritmo es tan complicado, que Donald Knuth incluyó un programa para ejecutarlo en su famosa y clásica enciclopedia de la informática, The art of computer programming.
La Pascua quedó fijada en el primer domingo después de la primera luna llena posterior al equinoccio de primavera, que ese año cayó en el 21 de marzo. Para calcular la fecha exacta hay que tener en cuenta que el ciclo solar (el año) dura 365,2421988 días, mientras el ciclo lunar (el de las fases de la luna) dura 29,530588 días, dos números con muchas cifras que no tienen ninguna relación entre sí, por lo que el cálculo es bastante complejo.

jueves, 17 de marzo de 2016

¿Pueden evitarse las paradojas de los viajes en el tiempo?

Portada de Fantastic SciFi con una
historia de Porges (The shadowsmith)
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En un cuento de ciencia-ficción escrito en 1962 por Arthur Porges y titulado The rescuer (El rescatador), los inventores de una máquina del tiempo descubren que un hombre ha entrado en la máquina para viajar hacia el pasado. Para impedírselo, destruyen la máquina con el hombre dentro. Cuando se les juzga por asesinato y destrucción de bienes valiosos, se explican:
Este hombre se llevó consigo un rifle de repetición y cinco mil balas explosivas. Su intención era trasladarse al Gólgota para rescatar a Jesucristo de los soldados romanos. En breve, impedir la crucifixión. Con un rifle moderno, quizá lo habría conseguido. ¿Y entonces qué?... ¿Qué efecto tendría eso en el futuro, en toda la historia secular y religiosa?
El cuento es un ejemplo excelente de la paradoja de la predestinación que mencioné en un artículo anterior, entre otras varias que nos hacen dudar de la posibilidad de realizar viajes en el tiempo. Pero ¿no hay ninguna manera de evitar las paradojas? ¿Es posible idear una teoría que las elimine y haga factibles, al menos en principio, los viajes en el tiempo? Se han propuesto varias formas de conseguirlo.

jueves, 10 de marzo de 2016

¿Qué dice la física sobre los viajes en el tiempo?

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En el artículo anterior planteamos algunas paradojas que nos podrían hacer dudar sobre la posibilidad de realizar viajes en el tiempo. Pero ¿qué dice la física? ¿Hay alguna teoría que haga posible viajar en el tiempo? ¿Es verdad, como dicen algunos, que la teoría especial de la relatividad de Einstein implica que será posible viajar en el tiempo?
En primer lugar, es preciso refutar una idea falsa, pero bastante extendida. A menudo se oye decir algo parecido a esto:
Si fuese posible viajar a velocidades mayores que la de la luz, viajaríamos hacia atrás en el tiempo, porque el tiempo transcurrido sería negativo.
¿Es esto cierto? Veamos la ecuación que define la relación entre el tiempo propio y el tiempo externo para un cuerpo que se mueve con movimiento rectilíneo y uniforme, de acuerdo con la teoría especial de la relatividad:


Donde t es el tiempo vivido por los viajeros que se mueven a la velocidad v; t0 es el tiempo externo equivalente (el tiempo experimentado por un objeto que se encuentre en reposo); y c es la velocidad de la luz. Podemos ver que, para v < c, el término que está dentro de la raíz cuadrada es positivo y menor que 1, su raíz también lo será, y por lo tanto t < t0 (el tiempo de los viajeros se acorta).

jueves, 3 de marzo de 2016

¿Será posible viajar en el tiempo?

Hibernación en 2001, una odisea del espacio
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La respuesta obvia a esta pregunta, tal como está formulada, es que sí, ¡claro que es posible! Todos viajamos en el tiempo a razón de 24 horas al día.
Naturalmente, no es esto lo que usualmente se piensa cuando se hace la pregunta. Lo que se quiere decir es si será posible algún día dar saltos bruscos en el tiempo, ya sea hacia adelante (hacia el futuro) o hacia atrás (hacia el pasado).
Existen varios esquemas para viajar hacia el futuro. Aunque no sean posibles por el momento, podrían llegar a serlo. Por ejemplo, quizá algún día un ser humano podrá hacerse congelar y permanecer en animación suspendida, para despertar y reanudar su vida ordinaria cien años más tarde. O podría tomar pasaje en una nave espacial que haga un viaje a velocidad relativista y vuelva al punto de partida un siglo después, aunque para los viajeros el tiempo transcurrido haya sido sólo de un año. En ambos casos, desde el punto de vista de la persona en cuestión, habría habido un viaje en el tiempo, aunque en realidad no se habría producido ningún salto brusco, porque el tiempo habría seguido pasando para el cuerpo en hibernación, aunque la mente no fuese consciente de ello, y también para el viajero relativista, aunque en ese caso transcurriría de forma acelerada.
Pero cuando se habla de viajes en el tiempo no nos referimos a estos casos, posibles en principio, sino a desaparecer del presente y aparecer en un pasado o futuro más o menos lejano, saltándose los tiempos intermedios. ¿Seremos algún día capaces de hacerlo?

jueves, 25 de febrero de 2016

¿Tiempo A o Tiempo B?

J.M.E. McTaggart, que en 1908 acuñó
los términos "Tiempo A" y "Tiempo B".
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Los seres humanos parecemos tener una propensión innata a pensar que lo que no nos gusta o no podemos explicar no existe. Así, en el hinduismo y el budismo, la realidad misma se considera una ilusión (maya), algo de lo que hay que desprenderse para alcanzar la liberación. Según esta filosofía, y como parte inseparable de la realidad física, el tiempo también debería ser considerado como una ilusión. En el Brahman hinduista y en el Nirvana budista no hay tiempo.
En la filosofía y la ciencia de Occidente, la idea del tiempo ha sido tradicionalmente muy distinta. Hasta el siglo XVIII no se puso en duda la realidad de la realidad. Como parte inseparable de la realidad, el tiempo era absoluto. En la mecánica de Newton desempeña ese papel. Según su teoría de la gravitación, el transcurso del tiempo es independiente del movimiento del observador. De ahí se puede deducir el principio de la relatividad de la mecánica clásica, según el cual, cuando varios cuerpos están sometidos a movimiento rectilíneo y uniforme (con velocidad constante), es imposible distinguir cuál de ellos está en reposo y cuál está en movimiento.

jueves, 18 de febrero de 2016

Determinismo o libertad (2ª parte)

Claude Elwood Shannon
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Entre los argumentos que utilizan los neurocientíficos deterministas para aducir que la libertad humana no existe, destacan estos dos:
  • Las lesiones cerebrales y las alteraciones mentales afectan a la mente y a la consciencia de diversas maneras, según la parte del cerebro afectada. En el peor caso, la consciencia puede perderse por completo. De ahí deducen que la consciencia de sí mismo es un epifenómeno que puede proporcionar algunas ventajas evolutivas, pero que en el fondo es una ilusión sin realidad objetiva.
  • Por otra parte, es posible provocar estados mentales de todo tipo (incluso experiencias místicas) mediante estímulos electromagnéticos aplicados a distintas partes del cerebro. De ahí deducen que los estados mentales sólo dependen del estado eléctrico de nuestras neuronas y que las experiencias místicas, cualquiera que sea su origen, son todas alucinatorias. Ya he hablado sobre esto en otro artículo.

jueves, 11 de febrero de 2016

El dilema entre determinismo y libertad

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En una de mis novelas de misterio (El zahir de Quetzalcoatl) el protagonista debe resolver tres enigmas, como en los cuentos de hadas clásicos. El tercer enigma está formado por tres afirmaciones, de las que se sabe que no pueden ser todas verdaderas ni todas falsas. Este enigma constituye lo que podríamos llamar un trilema.
C.S.Lewis
Un trilema famoso fue formulado por C.S.Lewis para justificar la divinidad de Cristo. Partiendo de la base de que Cristo afirmó su propia divinidad, Lewis planteó las siguientes alternativas: O bien Cristo estaba loco, o mentía, o es verdad que era Dios. De estas tres afirmaciones, sólo una puede ser verdadera, pues cada una excluye a las otras dos.
Ante la cuestión de la libertad humana, cuya realidad es negada por la filosofía determinista, Brigitte Falkenburg propone otro trilema algo diferente, pues en este caso dos cualesquiera de las tres alternativas pueden ser verdaderas, pero entonces la tercera tiene que ser falsa. El trilema es este:

jueves, 4 de febrero de 2016

La fecha de la crucifixión de Cristo

Cristo crucificado, talla en madera
de Manuel Alfonseca Santana

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Durante la deportación de Babilonia, el pueblo judío adoptó un  calendario lunar de tipo babilónico y lo llevó consigo al regresar a Palestina. Ordinariamente el año tenía doce meses lunares, pero como así se perdían, por término medio, once días cada año respecto al ciclo solar, de vez en cuando era preciso introducir un mes intercalar, con lo que algunos años tenían trece meses.
A principios de nuestra era no existía una regla rígida para la proclamación de los meses intercalares. Cada año el Sanedrín (el tribunal supremo judío) decretaba si debía o no intercalarse un mes adicional. Había varios criterios para decidirlo. El principal consistía en que la celebración de la Pascua tenía que tener lugar después del equinoccio de primavera, pero si el año agrícola había sido malo y los primeros frutos (que debían ofrecerse en dicha fiesta) no estaban maduros, o si los corderos del sacrificio no habían crecido lo suficiente, el Sanedrín podía decidir intercalar un nuevo mes, retrasando un ciclo completo la celebración de la fiesta mayor.

jueves, 28 de enero de 2016

La infancia de Jesús y la crítica periodística

Benedicto XVI
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En su libro El español y los siete pecados capitales, Fernando Díaz Plaja critica lo que él considera un ejemplo del pecado de soberbia bastante común entre los españoles: criticar un libro sin haberlo leído. Para ello, aduce el ejemplo siguiente:
En ningún sitio como en España el juicio literario resulta fácil. Una vez oí una retransmisión por radio en la que unos escritores comentaban el Doctor Zhivago, de Pasternak. Los juicios eran duros, tan tajantes y negativos, que una señora del grupo con acento extranjero, probablemente ruso, se asombró y preguntó humildemente:
—Pero ¿cómo puede usted decir..., en qué parte ha leído usted eso? —No he leído el libro, señora —fue la asombrosa respuesta. Resultó que de los cuatro escritores que se habían reunido para discutir la obra sólo la había leído ella.
El 21 de noviembre de 2012, para coincidir con el tiempo de Navidad, se publicó el libro sobre La infancia de Jesús, tercero de la trilogía que el papa Benedicto XVI dedicó a Jesús de Nazaret (aunque la firmó también con su propio nombre, Josef Ratzinger).
Veamos la reseña que le dedicó El País el mismo día de la publicación del libro: