¿Es el hombre un animal más?

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Theodosius Dobzhansky
Es frecuente entre los biólogos modernos afirmar que el hombre no tiene nada de especial, que es una especie más entre todas las que existen. Así, por ejemplo, Colin Tudge escribe esto:
Filogenéticamente somos una avanzada, un pequeño producto de la vida, al igual que la Tierra es un cero a la izquierda cosmológico que ninguna otra forma de vida inteligente en el Universo se molestaría en poner en sus mapas celestes. (The variety of life, Oxford University Press, 2000).
Todo esto no es más que la aplicación indiscriminada de un dogma seudocientífico que pocos biólogos se atreven hoy a discutir, y que suele expresarse de alguna de estas formas equivalentes:
  • Todas las especies de seres vivos son equivalentes, ninguna es superior a las demás.
  • No existen criterios que permitan comparar la importancia de las especies.
  • El hombre no es superior a los chimpancés, las hormigas, las bacterias…
  • La evolución no tiene dirección.

Evolución y progreso

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Friedrich Nietzsche
A finales del siglo XIX, muchos de los biólogos y pensadores ateos o agnósticos se apoyaron en las teorías de Darwin para construir unas escuelas filosóficas que combinaban la recién descubierta evolución con la idea dieciochesca del progreso para afirmar que la historia de la vida y del hombre en la Tierra mostraba las huellas de un claro progreso indefinido, y para predecir que dicho progreso continuaría indefinidamente hacia el futuro.
Entre los biólogos que se apuntaron a estas teorías destacaron T.H. Huxley y Ernest Haeckel. Los filósofos fueron muchos y cada uno dio lugar a una escuela propia, a menudo incompatible con las de los demás: Karl Marx (marxismo), Herbert Spencer (darwinismo social), Auguste Comte (positivismo) y Friedrich Nietzsche (nihilismo) fueron los más influyentes. En sus previsiones sobre el futuro de la evolución, el citado en último lugar fue el más exaltado, prediciendo que el hombre sería pronto sucedido y suplantado por una especie superior, el superhombre.

60 años después: predicciones científicas de George Thomson

George Paget Thomson
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En otro artículo en este blog expresé desconfianza hacia las predicciones realizadas por científicos y divulgadores sobre el futuro de la ciencia y la tecnología. La mayor parte de ellas no se cumplen. A veces pecan de excesivo optimismo, otras de demasiado pesimismo.
Sin embargo, algunas veces se acierta, aunque sólo sea en parte. En 1955, George Paget Thomson (premio Nobel de física por el descubrimiento de la difracción de electrones) publicó un libro de predicciones tecnológicas (The foreseeable future, Cambridge University Press). Resumo las conclusiones de su primer capítulo, que se refiere al futuro de la energía:
Mientras no se consiga detener el aumento de población, lo que no es previsible hasta el año 2050, el consumo de energía seguirá aumentando. De las distintas fuentes, la hidráulica alcanzará rápidamente sus límites prácticos; el carbón y el petróleo se agotarán más pronto o más tarde; la energía solar está demasiado dispersa y su aprovechamiento es demasiado caro; la energía eólica y la de las mareas nunca llegarán a ser mayoritarias; la única alternativa es la energía nuclear: de momento, la de fisión, hasta que la de fusión llegue a ser factible.

Cómo se inventó el código genético

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Como se sabe, el código genético es la representación de la secuencia de aminoácidos de las proteínas por medio de cadenas de ADN. Ahora bien: en las proteínas de los seres vivos intervienen 20 aminoácidos diferentes. Sin embargo, sólo hay cuatro nucleótidos distintos en el ADN. ¿Se pueden representar 20 aminoácidos con sólo cuatro bases?
Con codones de dos nucleótidos sólo se podrían representar 16 aminoácidos. Como son 20, dos nucleótidos no son suficientes: hacen falta tres. Y en efecto, eso es lo que ha hecho la vida, representar cada aminoácido por codones de tres nucleótidos. Lo que pasa es que con tres nucleótidos se podrían representar 64 aminoácidos diferentes y sólo hay 20 (21, teniendo en cuenta que hay codones que representan el final de la cadena). ¿Qué solución hay? Evidentemente, algunos aminoácidos deben estar representados por varios codones (esto es lo que se llama degeneración del código genético).
Los cuatro nucleótidos del ADN se componen de un esqueleto de azúcar y ácido fosfórico con el que se combina una base nitrogenada.
En el ADN hay cuatro bases diferentes:
  • Dos purinas (P): adenina (A) y guanina (G).
  • Dos pirimidinas (Q): citosina (C) y timina (T).