La desaparición de los dinosaurios


Desde su descubrimiento, a principios del siglo XIX, los dinosaurios siempre han despertado la imaginación humana. Que en otro tiempo hayan existido animales tan grandes, de los que parecía no quedar huella en la fauna actual, es algo muy sugerente. Dentro del multitudinario campo de la ciencia, los dinosaurios ocuparon, y siguen ocupando, un lugar extremadamente atractivo. Los dinosaurios tienen gancho.
Por otra parte, no tardó en plantearse el misterio de la desaparición de los dinosaurios. ¿Qué pudo causar su extinción? A lo largo de siglo y medio se propusieron diversas causas posibles, tales como las siguientes:
  • Se dijo, por ejemplo, que los mamíferos primitivos pudieron provocar la extinción de los dinosaurios comiéndose sus huevos. Lo malo es que ambos grupos de animales convivieron durante cien millones de años sin ningún problema. De hecho, los mamíferos estaban arrinconados por sus gigantescos vecinos y no pudieron desarrollarse y extenderse hasta que estos desaparecieron.
  • Se dijo también que la aparición de las plantas con flores (Angiospermas) durante el periodo Cretácico, el último en que vivieron los dinosaurios, pudo causar la extinción de estos al provocar un cambio en su dieta. Lo malo es que el periodo Cretácico fue muy largo, y las plantas con flores aparecieron treinta millones de años antes de la extinción de los dinosaurios. Si pudieron aguantar con esa dieta durante tanto tiempo, ¿por qué de pronto había de sentarles mal?
  • Otro motivo que se adujo fue un cambio de clima. Durante la Era Mesozoica (la edad de los dinosaurios) el clima de la Tierra fue bastante cálido. Después, en el periodo Terciario, fue más frío. Lo malo es que los cambios de clima no suelen ser tan bruscos, mientras la desaparición de los dinosaurios sí parece haber sido muy rápida. Por eso se propuso que la causa de la extinción pudo ser una catástrofe súbita que causara un cambio de clima repentino.
Cráter de Chicxulub
En 1980, un equipo dirigido por Luis Álvarez, Premio Nobel de Física, y por su hijo Walter Álvarez, descubrió que los sedimentos de la Era Mesozoica están separados de los del periodo terciario por una capa muy estrecha, en la que abunda el elemento iridio. Eso llevó a los Álvarez a proponer que, hace 65 millones de años, un asteroide o un cometa de unos 10 km de diámetro pudo estrellarse con la Tierra, provocando que la atmósfera se saturara de polvo, lo que impediría durante mucho tiempo la llegada de los rayos solares a la superficie, y con ello la muerte de las plantas, la de los animales herbívoros, y en consecuencia la de los carnívoros. Pero mientras las plantas resistirían en forma de semillas, y los animales pequeños (como los mamíferos primitivos) podrían encontrar suficiente alimento para sobrevivir, los animales grandes, como los dinosaurios, se habrían extinguido. El descubrimiento en 1990 del cráter de Chicxulub, en la península del Yucatán, producido por un enorme impacto extraterrestre hace 65 millones de años, pareció dar el espaldarazo a esta teoría.
Como suele ocurrir en la ciencia, las hipótesis alternativas no desaparecieron del todo. La catástrofe que provocó la extinción pudo tener otro origen. Por la misma época (hace unos 65 millones de años) tuvo lugar en el Decán, en la India, una actividad volcánica gigantesca, que podría haber producido los mismos efectos (la saturación de la atmósfera por el polvo expulsado) que el impacto de un meteorito. Puesto que los dos fenómenos fueron casi simultáneos, se planteó el siguiente dilema:
¿Qué fue primero, el impacto del asteroide (o cometa) o la actividad volcánica?
Si el impacto del asteroide fue anterior, el vulcanismo pudo haber sido provocado por él, junto con la extinción de los dinosaurios y de otros muchos seres vivos. Pero si las erupciones tuvieron lugar antes del impacto, quizá este no tuvo ningún efecto, porque los dinosaurios ya se habrían extinguido antes de que llegara el proyectil extraterrestre.
Dos estudios recientes realizados en la India por dos equipos científicos independientes han tratado de resolver la cuestión utilizando métodos diferentes de datación por desintegración radiactiva. Lo malo es que los resultados obtenidos han sido contradictorios. Para uno de los equipos, las erupciones tuvieron lugar antes que el impacto; para el otro, justo después. El problema sigue, por tanto, sin resolverse.
Veamos cómo titula esta noticia una revista de divulgación científica seria como Science News:
En cambio, como de costumbre, algunos medios de comunicación de masas no han podido resistir la tentación de ponerle a la noticia un titular de mucho más gancho, aunque sea a costa de que diga exactamente lo contrario de la realidad. Pero ya sabemos que los medios están más preocupados por las ventas, y por atraer a sus anunciantes, que por la verdad. Veamos el titular del periódico El País para esta noticia:
Por cierto, yo también abordé este tema en una de mis novelas de ciencia-ficción, Tras el último dinosaurio, en la que propuse una tercera explicación posible para la extinción de los dinosaurios, alternativa a las dos que actualmente suelen considerarse más probables.

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Manuel Alfonseca

9 comentarios:

  1. El artículo es muy interesante y muy sugestivo. Debido a mi ignorancia no puedo decir mucho (científico nada), pero me gusta mirar este tema desde un punto de vista sentimental, y nostalgico. El autor tiene razón es curioso como el fenómeno de los dinosaurios nos cautiva a todos. No importa de que generación se sea. Yo recuerdo que de niño me encantaban, y compraba muñecos de dinosaurios. Creo, que mi serie favorita es la que mejor ha reflejado el cariño que se siente en la infancia por estos terribles reptiles. Es curioso también el éxito de las novelas con dinosaurios El mundo perdido, Jurassic Park (todavía recuerdo con regocijo, como el firmante de este artículo dijo que pese a sus errores científicos al final le puso tres estrellas, porque es muy entretenido, que los dinosaurios se coman a la gente) en la misma línea está la novela de mi amiga Corinna Turner "Drive" :-). En cuanto a películas tenemos tanto en Busca del balle encantado, Arlo, Meteor y demás, pero mis favoritas son las de Doraemon "Doraemon y los caballeros enmascarados" (donde se narra el fin de estos adorables seres) y Doraemon y el pequeño dinosaurio, que quizá sea una de las películas de dibujos animados que mejor han contado el paso de la infancia a la edad adulta.
    Espero con deleite el nuevo artículo del Profesor Alfonseca, y lamento que mi disertación haya sido tan poco científica.

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    1. También me gusto mucho la novela del Profesor Alfonseca tras el último dinosaurio aunque es un poco triste.

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  2. Por mi parte, junto a mi felicitación por el artículo, debo confesar que, como a tantos otros, me fascinan estos bichos... y hace unos años tuve la íntima felicidad de saber que, en realidad, no han desaparecido. Siguen entre nosotros, sí. Son esos interesantes animales caracterizados por tener pico y plumas. Las aves, los dinosaurios (avianos) que sobrevivieron. Según las últimas clasificaciones zoológicas, no es que desciendan de los dinosaurios, es que son una rama superviviente de los dinosaurios terópodos. De hecho, para referirse a los extintos los científicos ahora hablan de "dinosaurios no avianos". Es fascinante... nunca he vuelto a mirar del mismo modo los andares de un avestruz, o el mal carácter de los pavos. Están ahí.

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    1. Lo de que las aves son dinosaurios y no descienden de ellos es consecuencia de la aplicación estricta de las reglas de la cladística, la nueva forma de clasificar. De acuerdo con esta forma de verlo, los peces óseos, los anfibios y los reptiles no existirían, porque no cumplen las reglas de la cladística, y los mamíferos seríamos reptiles teriomorfos. Hablé de esto en otro artículo de este blog:
      Cómo clasificar los seres vivos: cladística o niveles de complejidad

      Como todas las reglas de este tipo, las de la cladística pueden ser útiles en determinadas condiciones, pero si se aplican demasiado a rajatabla se convierten en reglas rígidas, que hacen perder la flexibilidad.

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    2. Bueno, pero si pese a su extremado rigor la cladística me permite pensar que esa urraca que me mira por las mañanas es un pequeño raptor que sobrevivió al cataclismo, bienvenida sea.
      En todo caso sí que hay líneas de investigación que están tratando de explotar esa cercanía evolutiva entre los dinosaurios "clásicos" y los "avianos". Me viene a la cabeza ese paleontólogo tan pintoresco (y reputado, aunque no recuerde ahora su nombre) que en los EEUU está tratando de resucitar a un pequeño raptor modificando genéticamente al pollo de granja, o los que están tratando de estudiar la morfología del cerebro de las aves, de sorprendente capacidad pese a su reducido tamaño, para aventurar que los dinosaurios deberían tener una estructura similar y no ser en absoluto los seres escasamente inteligentes que nos representaban hace unos años.
      Y lo que es difícil de negar es que los movimientos y comportamiento de grandes aves no voladoras como el avestruz o el ñandú deben ser muy similares a los que mostrasen terópodos de su mismo tamaño. Al menos, a mí me inspiran eso cuando las veo en los zoológicos...

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  3. No tiene nada que ver con este post, más allá de que los humanos podamos terminar como los dinosaurios, pero es cierto que han conseguido un robot autoconsciente?
    https://engineering.columbia.edu/press-releases/lipson-self-aware-machines

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    1. No, no es cierto. Es un robot que genera un modelo de su propia forma en función de sus interacciones con el medio. De ahí a ser consciente hay una gran distancia (quizá infinita).

      El problema es que no sabemos lo que es la consciencia, así que difícilmente vamos a simularla, mucho menos a generarla.

      Véase este artículo en este blog: Ciencia o filosofía

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    2. Muchas gracias por la respuesta.

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  4. Este artículo también le podria interesar...
    https://strangenotions.com/robots-and-the-resurrection/

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