La irrazonable efectividad de la ciencia



Paul Davies
Paul Davies es un físico inglés, experto en cosmología y mecánica cuántica, muy conocido por su infatigable actividad como divulgador científico. En uno de sus artículos, con el mismo título que este [1], escribió lo siguiente:
El hecho de que del infierno sin rasgos distintivos del Big Bang emerja una variedad tan rica y compleja... como consecuencia de leyes de asombrosa simplicidad y generalidad... tiene un marcado sabor teleológico.
Y en el más famoso de sus libros, La Mente de Dios (1992), escrito en respuesta a Breve historia del tiempo de Stephen Hawking, Davies escribió las siguientes palabras:
El éxito del método científico para desentrañar los secretos de la naturaleza es tan deslumbrante, que nos puede cegar ante el mayor milagro científico de todos: que la ciencia funciona.
Lo que aquí plantea Davies tiene mucho que ver con uno de los problemas más acuciantes de nuestro tiempo, el debate entre realismo y anti-realismo, si usamos la nomenclatura de la filosofía analítica. Este debate se puede resumir con las siguientes palabras:

Es evidente que la Tecnología funciona. En los últimos siglos ha dado lugar a varias revoluciones industriales, y nos hace capaces de construir herramientas y dispositivos que actúan fuera de nuestro cuerpo, y a veces dentro. Pero la Tecnología se basa directamente en los descubrimientos de la ciencia. Entonces, ¿tiene sentido afirmar que los resultados de la ciencia son una elucubración de la mente humana que no tiene relación directa con la realidad?
Mientras los realistas afirman que los resultados de la ciencia sí tienen relación directa con la realidad, los anti-realistas piensan que las entidades cuya existencia postula la ciencia (átomos, electrones, genes, etcétera) no existen fuera de nuestras mentes.
Este problema es un caso particular del debate milenario entre realismo y nominalismo. En cuatro artículos anteriores de este blog (el primero aquí) mencioné otro caso particular, no exactamente el mismo, pero bastante relacionado, que se remonta hasta los albores de la filosofía griega y plantea si las entidades matemáticas (como los números) tienen existencia real, o bien son elucubraciones de nuestra mente.
Puesto que las ciencias y las matemáticas están muy relacionadas, ambos problemas se entrelazan y es difícil separarlos. En relación con esto, Leonard Adleman, informático y pionero de la computación con ADN, escribió esto en su artículo Computing with DNA [2]:
La biología había dejado ser la ciencia de las cosas de un olor indescifrable que se guardaban en frigoríficos... Esta ciencia estaba experimentando una revolución, adquiriendo rápidamente la profundidad y la potencia reservadas hasta entonces a la física. La biología consistía ahora en el estudio de la información almacenada en ADN −ristras de cuatro letras: A, T, G y C...− y de las transformaciones que esa información experimenta en el interior de la célula. ¡Aquí había matemáticas!
Albert Einstein
¿Qué pensaba Albert Einstein de estos dos problemas? Respecto al primero, el de la realidad de las entidades científicas, su postura parece tender al realismo, como se desprende de estas dos citas:
Bien se podría decir que “el eterno misterio del mundo es que sea comprensible”[...] En mi opinión no se puede decir nada a priori con respecto al modo en que deben formarse y conectarse los conceptos ni a la manera en que debemos coordinarlos con las experiencias sensoriales. La única guía posible en la creación de ese orden, el único factor determinante, es el éxito. [3]
Asimismo pertenece a ella la fe en la posibilidad de que las normas válidas para el mundo de la existencia sean racionales, es decir, comprensibles mediante la razón. No puedo imaginar que exista un solo científico sin esta arraigada fe. [4]
Pero con respecto a la realidad de las matemáticas, parece que tiende al anti-realismo, como se ve en esta otra cita:
¿Cómo puede ser que las matemáticas, que después de todo son un producto del pensamiento humano, independiente de la experiencia, sean tan admirablemente apropiadas para los objetos de la realidad? [...] En mi opinión, una respuesta breve a esta pregunta es esta: en la medida en que las leyes de las matemáticas se refieren a la realidad, no son ciertas; y, en la medida en que son ciertas, no se refieren a la realidad. [5].
En artículos sucesivos seguiremos hablando de esto.

[1] The unreasonable effectiveness of science. Publicado como capítulo del libro Evidence of Purpose: Scientists Discover the Creator, 1994, página 44.
[2] Scientific American (279:2, 54–61, 1998), traducido al español en Investigación y Ciencia (Octubre 1998, página 20).
[3] Física y realidad, The Journal of the Franklin Institute, 221:3, 1936.
[4] Ciencia y religión. Simposio sobre Science, Philosophy and Religion, 1941.
[5] Citado por James R. Newman, The World of Mathematics, Simon & Schuster, 1956.


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Manuel Alfonseca

9 comentarios:

  1. Sin duda un debate eterno y apasionante. Personalmente me inclino por una respuesta que integre lo mejor de las dos posturas extremas. Nuestras concepciones son producto de nuestra mente, pero no son arbitrarias: reflejan la realidad. Pero nuestras concepciones no tienen "existencia" extramental. Por poner un ejemplo, el número 2 no existe como tal fuera de la mente, pero existe materializado en todas aquellas realidades que son "dos": es verdad que tengo dos manos, etc.

    Y claro, nuestras concepciones reflejan la realidad en la medida en que no estén equivocadas, es decir, que no hay ninguna especie de "automatismo" en el conocimiento. Pero el mismo hecho de que seamos capaces de detectar y corregir nuestros errores testimonia que no estamos encerrados en nuestras mentes.

    Un caso particularmente difícil es la realidad extramental de las finalidades naturales, lo he tratado recientemente en mi blog: ¿Hay finalidad en el universo?.

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    1. Gonzalo Cánovas escribe: el número 2 no existe como tal fuera de la mente, pero existe materializado en todas aquellas realidades que son "dos".

      Esta postura se parece a primera vista al realismo moderado de Aristóteles, para quien el número 2 es la causa formal de todas aquellas realidades que son "dos". Pero para Aristóteles, dicha causa formal sí existe fuera de nuestras mentes, precisamente en todas aquellas realidades que son "dos". Así que, después de todo, quizá tu postura (al menos en referencia a los números, a los que dediqué una serie de cuatro artículos) se aproxime más al nominalismo moderado.

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    2. Puestos a escoger una etiqueta, me siento más cómodo como realista moderado que como nominalista moderado. ;-)

      >> para Aristóteles, dicha causa formal sí existe fuera de nuestras mentes, precisamente en todas aquellas realidades que son "dos".

      Yo diría que para Aristóteles dicha causa formal existe fuera de la mente, pero no existe separada de las realidades que son "dos". Eso sería más bien platonismo. De todas formas no me importa demasiado en que equipo juego.

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    3. Gonzalo escribe: "Yo diría que para Aristóteles dicha causa formal existe fuera de la mente, pero no existe separada de las realidades que son "dos". Eso sería más bien platonismo."

      Por supuesto. Por eso Aristóteles es realista moderado, pero Platón es realista Platónico (:-)

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  2. Hola lo interesante de este artículo es a parte de los grandes conocimientos del autor sobre el tema, y es que nos brinda una gran lección, que no importa la disciplina que se imparta, que nada es neutro, dependiendo del enfoque ideológico con que lo mires. También que es una pena, que en lugar de comprar libros por su rigor científico se compren porque el autor sea más mediático, y porque tenga enchufe con los medios de comunicación. Ojalá recuperemos el juicio pronto.

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  3. Realmente, creo que tenemos bastante obsesión con las explicaciones únicas sobre las cosas: La ciencia o es realista o no lo es, una cosa o la otra. Existen entidades reales desde un punto de vista científico (desde un punto de vista filosófico se puede dudar de la existencia de todo, incluso de la de uno mismo), pero no todas las entidades que postula la ciencia tienen por qué serlo, en el sentido de ser una reproducción fiel de nuestras creencias sobre el mundo.

    La realidad es demasiado compleja y extensa como para pretender describirla de manera exhaustiva. Sabemos que las simplificaciones funcionan, que existen los isomorfismos que permiten utilizar entidades abstractas inexistentes de manera conveniente en lugar de otras reales de más difícil manejo.

    Por todo ello, la ciencia no puede ser otra cosa que un sistema mixto, en el que se utilizan tanto aproximaciones realistas como no realistas, en función del problema que estemos abordando.

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    1. Sí, de esto hablo en los artículos sucesivos. De todas formas, hay que tener en cuenta que la filosofía analítica, a la que pertenece este dilema, ha sido una de las ramas más fecundas de la filosofía durante el siglo XX, proporcionando un excelente contra-ejemplo a la afirmación de Karl Marx (en sus Manuscritos) de que "la filosofía ha muerto".

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    2. >> La realidad es demasiado compleja y extensa como para pretender describirla de manera exhaustiva.

      Completamente de acuerdo.

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  4. La filosofía realista, esencialmente metafísica, ha sido casi desterrada de este mundo...el resultado es un pensamiento débil, extremadamente superficial,y que promueve el relativismo.

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