La abducción y el argumento del no milagro



El gato de Cheshire,
famoso gato invisible
En un artículo anterior de este blog expliqué con un ejemplo el modo de razonamiento basado en la abducción que, aunque no tiene tanta fuerza como la deducción y la inducción, permite alcanzar altos grados de confianza en campos como la historia, la crítica del arte y otros, menos científicos que las matemáticas o las ciencias naturales.
En otro artículo publicado en marzo de 2016 describí la falacia del gato invisible, que consiste en confundir una condición suficiente para que ocurra algo, con una condición necesaria, pero no suficiente. Esta situación se presenta cuando existen varias causas posibles que pueden haber dado lugar al mismo fenómeno.
En algunos casos, si aplicamos la abducción a una situación donde podría darse la falacia del gato invisible, sí se puede llegar a alguna conclusión. Pensemos en el caso que propuse para describir dicha falacia:

Si sobre esa mesa hubiese un gato invisible, no veríamos nada.
No vemos nada.
Luego sobre esa mesa hay un gato invisible.
La falacia consiste en que hay otras razones que pueden dar lugar al mismo resultado (que no veamos nada sobre la mesa), además de la presencia de un gato invisible. Por ejemplo, bastaría con que sobre la mesa no haya nada.
Si consideramos todas las causas posibles de un fenómeno, veremos que unas son más probables que otras. En nuestro ejemplo, ¿cuál le parece al lector que es la causa más probable de que no veamos nada sobre la mesa? ¿Cuál es la mejor explicación? ¿Que haya un gato invisible, o que no haya nada? Creo que todos estamos de acuerdo en que la segunda es infinitamente más probable que la primera. Pues bien, si nos decidimos por ella estamos aplicando un razonamiento abductivo. Por eso la abducción se llama también inferencia a la mejor explicación, y también argumento del no milagro. La palabra milagro se utiliza aquí en el sentido de que sería un milagro que la explicación correcta fuese la del gato invisible, porque es mucho menos probable.
Testigos del milagro de Fátima,
13 de octubre de 1917
En otro artículo de este blog mencioné el milagro de Fátima, del que fueron testigos entre 30.000 y 40.000 personas y del que se pueden dar dos explicaciones: a) realmente sucedió algo inusual; y b) todas esas personas sufrieron una alucinación colectiva (algo que no sabemos si existe). ¿Cuál es en este caso la explicación más probable? Seguro que un ateo no estará de acuerdo conmigo, pero a mí me parece que la explicación más probable es la primera. Es decir, en este caso, el argumento del no milagro nos llevaría a concluir que realmente hubo un milagro. El argumento diría aproximadamente así:
La explicación basada en una alucinación colectiva que afectó a decenas de miles de personas es tan improbable, que sería un milagro que fuese cierta, por lo que es más lógico llegar a la conclusión de que esas personas fueron realmente testigos de un milagro.
Hilary Putnam
El matemático y filósofo estadounidense Hilary Putnam utiliza este tipo de argumentos para justificar su postura favorable a la teoría filosófica llamada realismo de las entidades, en el marco de la discusión sobre si existen o no en la realidad las entidades que postula la ciencia. Su razonamiento puede resumirse así:
La mejor explicación del éxito de la ciencia consiste en afirmar que las entidades cuya existencia se postula son reales: átomos, electrones, genes, virus, etcétera. Es extremadamente improbable que la ciencia tenga tanto éxito en sus aplicaciones tecnológicas y después de todo sea falsa. Sabemos que de una teoría falsa pueden seguirse conclusiones verdaderas, pero que esto haya ocurrido tantas veces y todas esas teorías fuesen falsas, sería un milagro.
Veamos cómo lo dice Putnam en su libro Meaning and the Moral Sciences (1978):
[E]l positivista moderno tiene que dejar sin explicación [el hecho de que] "los cálculos sobre los electrones", y "los cálculos sobre el espacio-tiempo" y "los cálculos sobre el ADN" predicen correctamente fenómenos observables si, en realidad, no hubiera electrones, ni espacio-tiempo, ni moléculas de ADN. Si esas cosas existen, la explicación natural del éxito de estas teorías es que son explicaciones parciales verdaderas [del comportamiento de esas cosas]. Y se tiene una explicación natural de la manera en que van sucediéndose las teorías científicas −por ejemplo, de cómo la Relatividad de Einstein sucedió a la Gravitación Universal de Newton− que consiste en afirmar que una explicación parcialmente correcta y parcialmente incorrecta de cierto objeto teórico, como el campo gravitatorio, o la estructura métrica del espacio-tiempo, o ambas cosas, fue reemplazada por una explicación mejor del mismo objeto u objetos. Pero si estos objetos realmente no existen, entonces es un milagro que una teoría que habla de la acción gravitatoria a distancia prediga con éxito los fenómenos; es un milagro que una teoría que habla del espacio-tiempo curvo prediga con éxito los fenómenos.
¿Qué dicen los anti-realistas ante este argumento? ¿Les ha convencido? Veremos la respuesta en el próximo artículo.


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Manuel Alfonseca

7 comentarios:

  1. Una de las cosas, que más me gusto del libro "Todo es número" fue que añadiese la abducción, y también me gusto mucho el caso del gato invisible. Ha sido un buen tanto añadir una foto del gato de Cheshire de la peli de dibujos de Walt Disney. Lo que no sé es porque en Sudamérica lo llamaron el gato risón, quizás porque como todos los habitantes del País de las Maravillas estaba medio loco, y se pasaba todo el día riendo.
    Por supuesto es un ejemplo, pero si hubiera un gato invisible cosa imposible debería mostrar signos de su existencia. Debería maullar, aunque la vista no funcionase otros sentidos deberían funcionar como el olfato, el tacto, y el sentido olfativo, que nos permitiesen discernir su existencia cosa, que no ocurre. La comida que le dejáramos debería desaparecer, pero habría que poner una cámara, para demostrar que no hay impostores, que como en el libro de Daniel se coman la comida del gato, para mantenernos engañados y demostrarnos que existe.
    En cuanto a la alucinación colectiva es altamente improbable. En resumen un artículo muy entretenido.

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  2. Quizás hayas cubierto en mayor detalle esto en otro apartado de tu blog Manuel, pero en mi opinión todo realismo ha de ser matizado con el giro Copernicano que dio Kant, poniendo al observador en el centro de la realidad. Desde Kant, entendemos que no sólo es nuestro conocimiento el que se forma en base a los objetos constituyentes de la realidad, sino que también estos objetos -como productos de nuestra percepción sensible- se conforman a través de nuestras facultades de percepción e intuición.

    En esta entrada del blog incluyes un comentario de Putnam que apunta a la teoría de la relatividad como un refinamiento a la teoría de Newton. Aunque en la práctica esto pueda considerarse así, el origen de ambas teorías es muy diferente. La teoría de Newton es una generalización inducida de datos empíricos observados (pre-Kant). La teoría de Einstein es una deducción procedente de una consideración epistemológica de las limitaciones inherentes a un sistema de descripción espacio-temporal verificable por el observador (post-Kant). En cierto sentido, la teoría de Einstein aparece automáticamente como consecuencia de determinadas restricciones de nuestra capacidad para realizar mediciones espacio-temporales. Sólo una vez postulada la teoría de la Relatividad general, se buscaron observaciones que la pudieran validar (Eddington fue quien propuso a Einstein utilizar la órbita de Mercurio para probarla, no se desarrolló la teoría para explicar la órbita de Mercurio).

    De la misma forma, se puede aducir que el papel del observador es clave para explicar el principio de indeterminación de la mecánica cuántica, fruto de que el mundo de la física es mundo contemplado "desde dentro de sí mismo", examinado con herramientas que son parte de él y sujetas a sus leyes. Lo que el mundo pueda parecer si se examinara de alguna manera sobrenatural desde fuera de sí, una realidad completamente objetiva, sin ser condicionada por nuestro propio entorno y esquemas mentales, no podemos saberlo.

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    1. De acuerdo con casi todo lo que dices, pero todavía quedan tres artículos de esta serie (:-)

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    2. los espero con muchísimo interés!

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  3. Manuel,

    Escribí mi tesis de licenciatura en filosofía sobre la abducción y los descubrimientos científicos en C.S. Peirce. Creo que el texto te puede resultar interesante, puesto que has mencionado la abducción en varios de tus posts. Se encuentra accesible en esta dirección:

    http://dadun.unav.edu/handle/10171/9834

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    1. Muchas gracias, Gonzalo. ¡Claro que me interesa! Ya me la he bajado.

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    2. Saludos Gonzalo y asiduos del blog,

      Paso a bajar tu trabajo el cual leeré con atención,ya la introducción y la estructura del trabajo promete.

      JL



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