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Daniel Dennett |
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En el artículo anterior hablé del trasplante de cerebro, pero quedó pendiente considerar el problema de cómo afectaría un trasplante cerebral a la identidad personal. ¿Está nuestra identidad asociada al cerebro, y por tanto pasaría a un cuerpo diferente en caso de trasplante cerebral? ¿O podría ocurrir algo distinto?
En el artículo anterior hablé del trasplante de cerebro, pero quedó pendiente considerar el problema de cómo afectaría un trasplante cerebral a la identidad personal. ¿Está nuestra identidad asociada al cerebro, y por tanto pasaría a un cuerpo diferente en caso de trasplante cerebral? ¿O podría ocurrir algo distinto?
En primer lugar, debo hacer
constar que esta disquisición no es científica, sino filosófica, pues por el
momento el trasplante de cerebro es pura ciencia-ficción. Ni es factible ahora,
ni parece probable que llegue a serlo en bastante tiempo, suponiendo que sea
posible realizarlo con éxito. O sea, que estoy apoyándome en
el vacío, eso mismo que yo he criticado varias veces cuando lo
hacen otros...
En 1978, el filósofo
estadounidense Daniel Dennett escribió un ensayo filosófico
sobre este problema titulado Where am I?
(¿Dónde
estoy yo?) en el que, haciendo uso del género de la ciencia-ficción,
planteaba el problema de la identidad personal en el caso de que llegasen a ser
posibles avances científicos hipotéticos, tales como el mantenimiento de un
cerebro vivo y activo fuera del cuerpo (aunque conectado con este por wifi), o la
descarga del contenido de un cerebro humano en un ordenador.