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El 13 de febrero de 2017, La
Razón Digital publicó una
entrevista sobre trasplantes con Rafael Matesanz, de la que se
hizo eco Madri+d, con el siguiente titular:
El
trasplante de cerebro sería la panacea
Como de costumbre, los medios de
comunicación prefieren los titulares más espectaculares, independientemente de
que desvirtúen el sentido del artículo. En este caso, por ejemplo, el titular
lo sacaron de una parte más bien secundaria de la entrevista. Esta:
–El cerebro.
–Sería reemplazable si supiéramos conectar las fibras que
salen del sistema nervioso central con la médula, mientras no sea así... Aún
estamos lejos, aunque ya nos gustaría porque eso significaría poder curar las
tetraplejias y paraplejias.
...
– Fíjate lo que significaría para personas como Stephen
Hawking, con un cerebro privilegiado, al que le puedas trasplantar un cuerpo
sano. O muchas enfermedades vegetativas que estropean el cuerpo de forma
motora, pero con el cerebro sano. Podría ser una forma de tratamiento
insuperable, pero estamos lejos de conseguirlo. Conceptualmente sería la
panacea.
Ciencia-ficción, claro. Por otra
parte, como de costumbre, los escritores de este género literario ya se habían
adelantado. En 1928, Edgar Rice Burroughs (el autor de Tarzán
de los Monos) publicó la novela “The
Master Mind of Mars”, sexta de la serie sobre John Carter de
Marte, en la que aborda el tema del trasplante de cerebro de la siguiente
manera:
Ras Thavas es la mente maestra de Marte, el hombre que ha
conseguido resolver el problema del trasplante de cerebro. En su laboratorio,
escondido en un lugar casi inaccesible de Marte, Ras Thavas ha encontrado
aplicación práctica a su descubrimiento a través de una nueva forma de
comercio: la venta de cuerpos jóvenes a viejos ricos. Para ello, organiza una red
de compra de esclavos, o simplemente de secuestros, para obtener cuerpos sanos
que pueda vender a sus clientes. Entonces les extrae el cerebro y lo sustituye
por el del cliente, para que este recupere la juventud (según Ras Thavas, o más
bien Burroughs, el cerebro no envejece). Pero la mente maestra de Marte tiene
un problema: está envejeciendo y querría aplicarse su propio procedimiento
rejuvenecedor, pero no puede operarse a sí mismo y no se fía de ninguno de sus
ayudantes, que podrían causar su muerte para sustituirle. Justo entonces llega
a Marte el capitán Ulysses Paxton, del ejército de los Estados Unidos, que no
tiene relación con ningún marciano, y por lo tanto debería estar al margen de
las ambiciones locales. Ras Thavas decide instruirle para que sea capaz de
realizar la operación. Lo malo es que Paxton se enamora de una bella marciana,
cuyo cuerpo ha sido vendido a una vieja rica, y le promete recuperarlo...
De forma magistral, Burroughs
prevé en esta novela casi todas las formas en que el trasplante
de cerebro, si fuese posible, podría ser mal utilizado. Por
ejemplo, para experimentar con seres mixtos, parcialmente humanos y
parcialmente animales, a los que se habría trasplantado únicamente la mitad del
cerebro. Uno de ellos, medio mono medio hombre, se convierte en uno de los
mejores colaboradores de Paxton, que le ha prometido que le devolverá su cuerpo
original y el medio cerebro que le falta.
¿Cuál es el principal fallo
científico de la novela? Que el cerebro
también envejece, y aunque su trasplante a un cuerpo sano podría
ayudar a una persona incapacitada (como sugiere Matesanz), no permitiría
alcanzar la inmortalidad.
Afortunadamente, el trasplante de
cerebro, si fuese posible, está tan lejos en el tiempo, que podemos olvidarnos
de él, por lo menos durante el resto del siglo XXI. Se observará que ninguno de
los futurólogos que nos prometen que alcanzaremos
de inmediato la inmortalidad recurre a este procedimiento para conseguirla.
Manuel Alfonseca
Se olvidan del concepto de alma. Yo sin mi cuerpo no soy yo. Además,¿cómo saben qué el alma está en el cerebro?
ResponderEliminarAl revés que el trasplante de cualquier otro órgano, se supone que un trasplante de cerebro llevaría aparejado el paso de la personalidad (o del alma, si quiere usar el término) de un cuerpo a otro. Sea cual sea su idea del alma, no cabe duda de que el cerebro es el órgano a través del cual se produce su interacción con el cuerpo.
EliminarEn cualquier caso, dado que el trasplante de cerebro es ciencia-ficción, no se trata de una cuestión candente.
Parece que el autor está de acuerdo con el monismo emergentista. La mente sería el resultado de la interacción de miles de millones de neuronas a través de sus sinapsis en el cerebro y del cerebro con otros órganos del cuerpo y con el mundo que nos rodea. Este sería, en resumen, el modo como el cerebro crea la mente o, en otras palabras, como la mente emerge del cerebro. Sin embargo no terminan de convencer las propuestas monistas para explicar el más sagrado de los elementos del hombre: su libertad. Además nadie a podido demostrar cómo de la materia que es irracional e impersonal, puede surgir libertad e inteligencia. Ergo, la mente humana no reside en el cerebro sino en el espíritu, como siempre lo ha señalado la Teología.
ResponderEliminar¿De dónde ha sacado tal idea? Para otra vez le aconsejo que se informe antes de sacar consecuencias que no están incluidas ni se siguen de lo que yo he dicho.
EliminarContestarle sería muy largo, y además lo he hecho ya. Para ver lo que yo pienso, lea estos artículos de este blog:
http://divulciencia.blogspot.com/2015/11/sobre-la-inteligencia.html
http://divulciencia.blogspot.com/2016/02/determinismo-y-libertad.html
Vaya, se me han adelantado :-), aunque no es extraño porque supongo que, ante este delirio futurista, todos nos preguntamos lo mismo, al menos los que no somos reduccionistas: "¿qué pasa con la consciencia?" Si es cierto que es un epifenómeno, un producto de la actividad del cerebro, no hay problema. Pero, ¿y si, como apuntan ya algunos filósofos de la ciencia y otros expertos, la consciencia es "algo" - no sabemos qué - pero aparte y distinto del cerebro?
ResponderEliminarHace poco leí que un chico tetrapléjico se ofrecía voluntario para que intentaran con él un "transplante de cabeza", completa, no solo del cerebro... Entiendo sus motivaciones, pero, aparte de ponerme los pelos como escarpias, me pregunté si ese chico no necesitaría atención psiquiátrica el resto de su vida para poder "reconocerse" en un cuerpo que no es el suyo. Yo soy parapléjica y mi cuerpo me da mucha lata, pero no acabo de aceptar la idea de verlo separado de mí... Lo dicho, los pelos como escarpias. Esta noche tendré pesadillas.
Mary Shelley ha vuelto, Manuel :-) Quizás nunca se fue.
Siempre es un placer leerte. Un abrazo.
Veo que con este artículo ha quedado un problema pendiente: cómo entroncaría el problema mente-cuerpo con un hipotético trasplante de cerebro. Es una elucubración un tanto en el aire, pues no sabemos si el trasplante de cerebro llegará alguna vez a ser factible, pero intentaré dar mis ideas al respecto en un artículo que se publicará, previsiblemente, durante el mes de abril.
EliminarQuedamos a la escucha, entonces :-) Un abrazo.
ResponderEliminarCuando se habla de trasplante de cerebro, ¿se está hablando del cerebro propiamente, o de trasplante de cabeza?
ResponderEliminarEn general, significa cambiar de cuerpo sólo el cerebro, pero como lo más complicado es reconectar las vías nerviosas, si fuera factible el trasplante de cerebro, el de cabeza no sería muy difícil.
EliminarHe llegado a este su blog a través se la lectura del blog de Ana Marquez del que soy fan incondicional.
ResponderEliminarA partir de ahora me tendrá usted entre sus fieles lectores.
Un saludo y gracias
En cuanto al asunto del que se trata, creo que el asunto del "alma" (no la confundo con consciencia, son dos cosas distintas)se trata muchas veces de forma inadecuada.
ResponderEliminarEL concepto de alma es platónico, no es un concepto propio de las religiones más difundidas. La asunción por parte del cristianismo del concepto de cuerpo y alma y de su dualidad es una herencia de la filosofía griega y de San Agustín (coo herencia de su maniqueismo gnóstico previo), en mi modestísima opinión haciéndole un flaco favor a la religión cristiana.
Cristo era judío y los judíos o bien no creen en na trascendencia "post mortem" (saduceos) o bien creen en una resurrección completa (esenios y fariseos) y por eso en el credo se recita la creencia en la "resurrección de la carne".
Yo soy creyente cristiano y me considero católico y no creo para nada en eso del alma
Sobre esto, vea la continuación de este artículo aquí:
Eliminarhttp://divulciencia.blogspot.com/2017/03/trasplante-cerebro-identidad.html