Ratón quimera con sus crías |
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Se sabe que los gemelos idénticos surgen cuando un zigoto (un óvulo fecundado) comienza a dividirse. Unos cinco días después de la fertilización, alcanza la fase de blástula y se implanta en el útero, pero por razones que no están claras puede partirse en dos partes separadas, lo que dará lugar a dos embriones independientes que pueden o no compartir la misma placenta, aunque usualmente tienen distinto saco amniótico. Los dos hermanos que nacen comparten la misma dotación genética (el mismo ADN), salvo por posibles mutaciones posteriores a la separación.
Se sabe que los gemelos idénticos surgen cuando un zigoto (un óvulo fecundado) comienza a dividirse. Unos cinco días después de la fertilización, alcanza la fase de blástula y se implanta en el útero, pero por razones que no están claras puede partirse en dos partes separadas, lo que dará lugar a dos embriones independientes que pueden o no compartir la misma placenta, aunque usualmente tienen distinto saco amniótico. Los dos hermanos que nacen comparten la misma dotación genética (el mismo ADN), salvo por posibles mutaciones posteriores a la separación.
Por el contrario, dos gemelos
no idénticos surgen cuando dos óvulos distintos son fecundados, cada
uno por un espermatozoide, y forman dos blástulas diferentes, cada una de las
cuales se implanta en el útero a través de una placenta propia. Los dos
hermanos tendrán dotaciones genéticas distintas, parecidas a las de dos
hermanos no gemelos, pues proceden de gametos diferentes.
Pero hay una tercera posibilidad:
una quimera surge cuando dos blástulas que
normalmente darían lugar a dos gemelos no idénticos se fusionan antes de
implantarse en el útero y dan lugar a un sólo embrión y, por consiguiente, a un
solo individuo que posee dos dotaciones genéticas diferentes, cada una, eso sí,
en células distintas. Así, puede ocurrir que un individuo quimérico tenga (por
ejemplo) el hígado con una dotación genética y los riñones con otra.
Normalmente, las quimeras son difíciles de detectar, a menos que (por ejemplo)
una de las blástulas fuese a dar lugar a un individuo albino y la otra no, en
cuyo caso el individuo quimérico resultante podría tener la piel pigmentada de
forma desigual, y aun así la causa podría ser diferente. También podría darse
el caso (muy raramente) de que uno de los dos zigotos fuese masculino (con
cromosomas X e Y) y el otro femenino (con cromosomas XX), en cuyo caso parte de
las células de la quimera sería masculina y otra parte femenina.
Una quimera puede formarse también
cuando una blástula absorbe espontáneamente algunas células desprendidas de
otro ser vivo, de su madre o de uno de sus hermanos que comparten el útero
materno. En este caso se habla de microquimeras,
pues el número de células que poseen dotación genética distinta está
desequilibrado, pues una de las dos dotaciones genéticas será mucho más
frecuente que la otra.
La frecuencia de las quimeras
depende de la especie. Así, por ejemplo, en los titíes un 95% de los individuos
son quimeras, aunque esta cifra incluye también las microquimeras.
El número del 18 de febrero de
2017 de la revista Science News contiene una noticia titulada Se
han creado quimeras humano-animales (este es el título en la revista de
papel, en la web es diferente). Lo que se ha hecho es incorporar células madre
humanas en embriones de cerdos y de ganado vacuno, con intención, a largo plazo,
de construir seres vivos que tengan dentro un hígado o un corazón humano,
proporcionando así material para trasplantes. Por el momento, los resultados del experimento no han sido muy
convincentes, pues de 2075 embriones de cerdo inyectados con
células madre humanas, sólo 186 sobrevivieron durante todo el experimento, y de
estos tan sólo 67 habían incorporado células humanas. Además, los embriones
quiméricos estaban subdesarrollados, lo que parece indicar que la inyección de
células humanas había interferido negativamente en su desarrollo.
Pero estas son limitaciones
técnicas temporales, que seguramente se irán resolviendo en el futuro.
La verdadera cuestión es que este tipo de experimentos plantea problemas éticos muy importantes. Por ejemplo:
si no se controla bien dónde incorpora el embrión las células humanas,
podríamos terminar creando un cerdo con cerebro humano, o una cerda con ovarios
humanos, que si fuese fecundada con semen humano diese a luz un bebé de nuestra
especie. ¿Estamos dispuestos a permitir que una investigación pueda llevar a
semejantes resultados?
En algunos países, la
investigación con quimeras formadas por células humanas mezcladas con animales
está prohibida. En los Estados Unidos sólo se prohíbe su financiación con
fondos federales, pero sí se permite si se financia con dinero privado o
estatal.
Ante esta situación, Françoise
Baylis, experto en bioética en la universidad Dalhousie en Halifax, Canadá,
cree que la investigación sobre las quimeras humano-animales acabará
prohibiéndose, debido a la afirmación
errónea de que la vida humana es más valiosa que la de los animales no humanos.
Y añade lo siguiente:
La esperanza de que se puedan evitar las cuestiones
éticas difíciles garantizando que los animales no humanos no serán humanizados
de forma sustancial es defectuosa y miope.
Con otras palabras: este bioético
lamenta que se ponga trabas a estas investigaciones porque la vida humana no
es, según él, más valiosa (por ejemplo) que la de una cucaracha. Y sin embargo,
no creo que ningún biólogo esté dispuesto a negar la afirmación de que el cerebro
humano es el objeto más complejo que existe en el universo (que sepamos, dejando
aparte la posible existencia de vida extraterrestre). Baylis se limita, pues, a
repetir sin dar argumentos el dogma supremo de la biología materialista:
Todas las especies de seres vivos son equivalentes,
ninguna es superior a las demás.
Este dogma es claramente
anti-científico, pues se apoya exclusivamente en la ideología y se niega a
tener en cuenta las abundantes pruebas científicas que demuestran que el hombre
es una especie diferente y superior a todas las demás, pruebas que resumí en el
artículo más leído de este blog: ¿Es
el hombre un animal más?
Manuel Alfonseca
Tengo la sensacion de que la marea de estupideces (stultitiae) y maldades va a acabar ahogándome, lo que, a mi edad, no es epecialmente grave. Me preocupa más el mundo que le tocará vivir a mis hijas y nietos
ResponderEliminarDescriptivo e interesante artículo Alfonseca. Las quimeras me recuerdan a la hibridación celular de Lynn Margulis y al origen de la reproducción sexual (viral-bacteriano) que finalmente fue adoptado por especies pluricelulares. No tengo dudas de que la especie humana es la más inteligente, pero incluso entre las subespecies humanas parece haber habido hibridación (Sapiens, Neandertal, Denisovianos). Imagina una quimera humano-vegetal donde la piel adquiera propiedades fotosintéticas (podríamos alimentarnos de la luz). En la mitología ya se hablaba de quimeras y a veces me pregunto si estas solo fueron ideales o si alguna llegó o llegará verdaderamente a existir.
ResponderEliminarNo es lo mismo hibridación (fecundación entre dos individuos de distinta especie o variedad) que quimerización (mezcla de células con distinta dotación genética en el mismo embrión).
EliminarLa quimera de la mitología griega era un monstruo con parte de león, parte de cabra y parte de serpiente. Un ser así es imposible, sólo puede surgir de la imaginación humana.
Ya sé que conceptualmente hay diferencias y se consideran procesos distintos (antes de Darwin las especies parecían bien distintas e inconexas unas con otras), pero la realidad es más compleja de lo que pensamos y en la evolución desde formas de vida elementales, pueden haber actuado innumerables mecanismos al unísono (que todavía desconocemos).
EliminarTambién sé lo que es una quimera mitológica, la pregunta es si alguna civilización anterior y desconocida habría experimentado ya con la hibridación-quimérica en la Tierra y producto de ello quedaría la idea de animales que combinaban en uno solo, características de otros varios. La realidad suele sorprendernos con cosas más increíbles que la ficción. Un abrazo fraternal.