El Juego de la Vida y el multiverso

John Horton Conway
Como dije en el artículo anterior en este blog, El Juego de la Vida es un autómata celular ideado por John Conway. Vamos a ver cómo funciona, con un poco más de detalle:
Este autómata celular actúa sobre un espacio bidimensional potencialmente infinito, dividido en celdillas cuadradas. En cada celdilla hay un autómata sencillo, o si se quiere ver de otra manera, un programa que tiene dos estados que podemos llamar vivo y muerto, o también 1 y 0. El programa de cada celdilla toma como entradas su propio estado y los estados de sus ocho vecinos. Si está vivo (o sea, en el estado 1) y dos o tres de sus vecinos están vivos, en el instante siguiente seguirá vivo. Si está muerto (en el estado 0) y tres de sus vecinos están vivos, en el instante siguiente pasará a estar vivo. En cualquier otro caso, pasará a estar muerto. Veamos una figura que podría aclararlo:
El programa de la casilla del centro está en el estado 1. Como dos de sus ocho vecinos están en el estado 1, en el instante siguiente seguirá estando en el estado 1 (o sea, vivo).
Es usual representar las casillas cuyo programa asociado está en el estado vivo (1) rellenando el cuadradito de negro, y dejando en blanco las casillas que se encuentran en el estado muerto (0), o bien al revés: utilizando el negro para las casillas muertas y el blanco para las vivas.
Parece muy sencillo, pero estas reglas tan simples dan lugar a comportamientos muy complejos. Veamos, por ejemplo, una disposición llamada deslizador, porque a lo largo del tiempo se va desplazando, manteniendo constante su estructura.
Puede verse en la figura (donde las casillas muertas se han dejado en blanco) que, después de cuatro pasos, la combinación de ceros y unos que forma el deslizador se ha desplazado en diagonal una posición hacia abajo y a la derecha, recuperando su forma inicial. Si no se encuentra con otras casillas en estado vivo que puedan modificar su comportamiento, el desplazamiento en diagonal continuaría indefinidamente (recuérdese que la rejilla es potencialmente infinita).
Otra combinación interesante es la que muestra la figura de la izquierda, que se llama cañón de deslizadores. Después de cierto número de pasos, la disposición inicial vuelve a repetirse, pero de ella se ha desprendido un deslizador, que a partir de ahí se aleja indefinidamente. Después de otro conjunto de pasos idéntico, aparece un nuevo deslizador, que sigue tras los pasos del primero.
Combinando de diversas maneras dos cañones de deslizadores, se puede montar una puerta O (un dispositivo que al recibir el impacto de uno o dos deslizadores genera un nuevo deslizador); o una puerta Y (se genera un nuevo deslizador sólo si los dos deslizadores que impactan están presentes); o una puerta NO (el deslizador nuevo surge si, y sólo si el deslizador que impacta no está presente). Sabemos que con estas tres puertas lógicas (O, Y y NO) se puede montar un ordenador. Por lo tanto, dentro de la rejilla del juego de la vida es potencialmente posible (aunque difícilmente factible) construir un ordenador, capaz de resolver los mismos problemas que el ordenador de nuestra mesa.
Esto no es más que una muestra de las estructuras asombrosamente complejas que se pueden montar con el Juego de la Vida.
¿Cómo probamos Soler y yo que el multiverso de Tegmark no resuelve el problema del ajuste fino?
El matemático sueco-estadounidense Max Tegmark ideó el multiverso matemático, que se basa en la afirmación de que toda estructura matemáticamente coherente existe físicamente en algún universo. O sea, que hay un número infinito de universos, pues el número de estructuras matemáticas coherentes es infinito. Tegmark sostiene que en ese multiverso no habría un problema de ajuste fino, pues al existir infinitos universos, alguno ha de ser compatible con nuestra existencia. Eso sí, añade una condición adicional que permite poner a prueba su teoría: el universo en que nos encontramos tiene que ser el más probable entre todos los compatibles con nuestra existencia, porque de lo contrario se plantearía de nuevo el problema del ajuste fino.
Pues bien: para demostrar que el multiverso de Tegmark no resuelve el problema del ajuste fino, Soler y yo hemos planteado la siguiente argumentación:
  1. El Juego de la Vida es una estructura matemática coherente. Luego, según Tegmark, en alguna parte hay un universo que implementa el Juego de la Vida.
  2. El Juego de la Vida permite la existencia de estructuras complejas, al mismo nivel que los ordenadores corrientes. De acuerdo con las condiciones de Tegmark, y para un observador inteligente hipotético situado en el universo del Juego de la Vida, el problema del ajuste fino no se plantearía si dicho universo fuese el más probable entre todos los compatibles con la existencia de ese tipo de estructuras complejas.
  3. Analizando los autómatas celulares del tipo del Juego de la Vida, hemos encontrado cuatro versiones de las reglas compatibles con la existencia de estructuras complejas. Además hay que añadir un número infinito de versiones, también compatibles con dicha existencia, que se construyen suponiendo que las reglas para el cambio de estado no son constantes, sino que oscilan con el tiempo entre las cuatro reglas compatibles, de todas las formas posibles. Luego la probabilidad de que un universo capaz de soportar estructuras complejas, elegido al azar entre todos los posibles, esté basado en reglas fijas que no varían con el tiempo, como el Juego de la Vida, es cero (4 dividido por infinito). Luego en el universo del Juego de la Vida se plantearía el problema del ajuste fino.
  4. Nuestro universo parece estar diseñado especialmente para que sea posible la vida (ajuste fino), porque las constantes universales están ajustadas a valores bastante críticos (pero no absolutamente críticos). Si dichas constantes universales no fuesen constantes, sino que variasen con el tiempo sin abandonar sus zonas críticas respectivas, el universo seguiría siendo compatible con nuestra vida.
  5. El número de universos con parámetros que variaran con el tiempo de esa manera sería infinito. Luego nuestro universo no es el más probable entre todos los compatibles con nuestra existencia, porque la probabilidad de que nos encontremos en un universo con parámetros constantes tiende a cero. Luego no se cumple la condición que estableció el propio Tegmark. Luego el multiverso de Tegmark no resuelve el problema del ajuste fino.
Obsérvese que, al revés de otros multiversos, el de Tegmark permite experimentar con otros universos (El Juego de la Vida es uno de ellos). Por eso es posible alcanzar conclusiones razonables, como que dicho multiverso no resuelve el problema del ajuste fino.
Para más detalles, véase nuestro artículo Fine tuning explained? Multiverses and cellular automata. F.J. Soler Gil, M. Alfonseca. Journal for General Philosophy of Science, Springer, March 2013. DOI: 10.1007/s10838-013-9215-7.
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Manuel Alfonseca

Dedicado a Joaquín Díaz Mediavilla

7 comentarios:

  1. Un post muy a tiempo ya que hace apenas unos dias Conway ha fallecido a causa de COVID-19.

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  2. Un científico ruso de prestigio (Yacob Zeldovich) lo ha dicho así taxativamente: «Esta descripción del comienzo del universo es parte tan firme de la ciencia moderna como pueda serlo la mecánica de Newton». No hay alternativa. Sabemos que hubo esa gran hoguera porque se ha encontrado su resplandor, y se han encontrado las cenizas. Una ceniza muy común: el hidrógeno; otra: el helio. Cada vez que nos bebemos un vaso de agua, el hidrógeno del agua procede de esa gran explosión primitiva, de hace 15.000 millones de años.

    ¿Y por qué es el universo así? ¿Por casualidad? El decir que es por casualidad es lo mismo que decir porque sí. La casualidad en ciencia solamente puede calcularse de una manera: se calculan las probabilidades de diversos modos de ocurrir algo y entonces se dice que ocurre por casualidad de una forma u otra con mayor frecuencia. Cuando sólo hay un caso, como es el universo (porque hablar de otros universos es hablar de ciencia-ficción) uno no puede hablar de casualidad. Entonces, ¿qué queda? El universo es como es por una decisión finalística en que el Creador —que es responsable de que el universo exista— crea con un fin, porque todo aquél que actúa inteligentemente actúa por un fin, y el fin lo podemos inferir precisamente de toda esa serie de ajustes que permite que nosotros existamos:
    ¿Por qué es el universo como es?
    Porque está hecho para el hombre.

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    1. El ajuste fino no es una prueba científica de la creación por parte de Dios. Es un indicio. Cualquier lector de novelas policíacas conoce la diferencia entre pruebas e indicios. Por sí misma, la ciencia no puede llegar a ninguna conclusión respecto a Dios. Su misma existencia o inexistencia es un axioma en el que cada uno tiene que elegir su propia postura.

      Los ateos parten del axioma de que Dios no existe. De aquí se sigue automáticamente que el origen del universo tiene que ser casual (por azar), aunque de hecho esto no explica nada. Los creyentes partimos del axioma de que Dios existe y llegamos a conclusiones parecidas a las de Frank, que sí tienen poder explicativo, pero no son pruebas, son indicios.

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  3. Aunque no merezco tanta atención, te agradezco Manuel tu interés en que yo entienda esto del juego de la vida. Algo he entendido del juego de las celdas (mejor que células, que uno tiene tendencia a pensar en seres vivos cuando lee esa palabra) gobernadas por reglas sencillas que llevan al infinito. Te todas formas, su conexión con el multiverso, queda demasiado grande para mí que tengo formación biológica y lo abstracto me queda un poco alejado.
    Muchas gracias.

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  4. Me parecen interesantes estos dos artículos. Podría representarse en algún nivel o mundo o aproximación que el funcionamiento del universo podría explicarse a un mecanismo, algoritmo, representación sencillos que se replican de manera infinita?

    Podría el universo responder a un principio fundamental, básico, en el que el Todo está en cada uno y el uno no se puede endenter sin el Todo?

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    1. A la primera pregunta: Yo no lo creo. Stephen Wolfram, creador del lenguaje Mathematica, sí lo cree.

      A la segunda: es una pregunta metafísica sobre la que hay muchos libros escritos. No puedo intentar contestarla en un simple comentario.

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