El 30 de junio de 1908, de madrugada, tuvo
lugar una misteriosa explosión en una región casi despoblada de Siberia
central. La explosión devastó 2000 km2 de taiga, arrancando de raíz
unos 80 millones de árboles, que quedaron tendidos en tierra
alejándose del punto central del suceso, como los radios de una rueda. La
teoría más probable considera que su del suceso fue el impacto de un meteorito
o un cometa, aunque los investigadores no consiguieron encontrar sus restos. Al
contrario que en otros casos, como el Meteor
Crater de Arizona, no apareció ningún cráter en el lugar del accidente.
Para explicar estas anomalías, se llegó a la conclusión de que la explosión del
cuerpo celeste tuvo lugar a bastante altura (entre 5 y 10 km ), y teniendo en cuenta sus
efectos, se ha calculado que dicha explosión debió de liberar una energía entre
3 y 30 megatones, en función de las hipótesis utilizadas. Recuérdese que el
arma nuclear más potente jamás detonada (por la Unión Soviética ) fue una bomba
de hidrógeno de 50 megatones, más de 1000 veces mayor que la bomba de
Hiroshima, que sólo alcanzó 20
kilotones. (Un megatón es igual a 1000 kilotones). En tiempos de la guerra
fría, la Unión Soviética
se jactó de poseer una bomba aún mayor, de 100 megatones, cuya potencia les
impediría utilizarla en Europa, so pena de que sus efectos alcanzaran su propio
territorio.
Árboles derribados por el suceso de Tunguska |
Se calcula que, si el suceso de Tunguska
hubiese tenido lugar en una zona habitada, en lugar de Siberia, sus efectos
habrían sido catastróficos. Por ejemplo, si hubiese ocurrido sobre la ciudad de
Madrid, prácticamente toda la comunidad autónoma del mismo nombre habría quedado
devastada. En cambio, al tener lugar en una zona despoblada de
Siberia no hubo víctimas oficiales, aunque extraoficialmente se habla de dos
muertos.
Según los cálculos realizados, el meteorito o
cometa que provocó el suceso de Tunguska pudo medir entre 150 y 200 metros de diámetro,
por lo que se le considera pequeño.
Aunque es difícil establecer comparaciones, se ha calculado que el astro cuyo
impacto provocó el cráter de Chicxulub,
y como consecuencia una extinción global que, entre otras muchas especies,
acabó con los grandes dinosaurios, habría medido alrededor de un km de
diámetro, por lo que su masa sería al menos 200 veces mayor. Suponiendo que su
velocidad relativa a la Tierra
fuese la misma, la potencia de aquel impacto habría superado 2 gigatones (2000
megatones). Además, en aquel caso sí hubo impacto contra la Tierra , por lo que los
efectos del golpe fueron mucho mayores, al lanzar a la atmósfera una enorme
cantidad de polvo.
Alexander Kazantzev |
Como es lógico, un suceso tan misterioso
aguzó la imaginación de los escritores de novelas de ciencia ficción, que no
tardaron en lanzar la hipótesis de que había sido causado por la explosión de
una nave extraterrestre. Si no me equivoco, el primero en proponer esta
solución del problema fue Alexander Kazantzev en una novela (La isla ardiente) publicada en 1940.
Kazantzev escribió varias historias más sobre el mismo tema, como El mensajero del cosmos y El marciano, ambas publicadas en
1946 y traducidas al español. En la primera de estas historias breves sostiene
que la nave en cuestión procedía de Marte y venía a la Tierra a buscar agua para
su planeta empobrecido, pero su tripulación perdió el control y los motores
atómicos de la nave explotaron, causando el suceso. Las historias de Kazantzev,
especialmente El mensajero del cosmos,
están tan detalladas, que mucha gente (quizá incluido el propio autor) las tomó
al pie de la letra, como si en lugar de tratarse de ciencia-ficción, sus
argumentos contaran simplemente la realidad.
La idea prendió entre los escritores del
ramo. En 1951 Stanislaw Lem (hoy famoso por su novela Solaris) publicó una de sus
primeras novelas de ciencia-ficción, Los
astronautas, que explica el suceso de Tunguska como consecuencia de la
explosión de una nave procedente, en este caso, del planeta Venus. Otros
autores clásicos, como Isaac Asimov y Arthur Clarke, también lo mencionan en
alguna de sus historias. Algunos recurren a causas aún más exóticas, como
antimateria, agujeros negros, viajes en el tiempo o una anomalía
espacio-temporal que haría surgir en la actualidad algunos de los efectos del
impacto del asteroide de Chicxulub. Curiosamente, losvarios autores de este
género parecen tener cierta fijación con la figura de Nikola Tesla, pues son
varios los que le atribuyen la responsabilidad del accidente como consecuencia
de un experimento que le salió mal.
Una de las versiones más originales se debe a
los hermanos Arkady y Boris Strugatsky, que en su novela El lunes empieza el
sábado (1964) combinan los motivos de la nave extraterrestre y
los viajes en el tiempo, afirmando que el vehículo en cuestión se movía en el
tiempo en sentido inverso al nuestro, y por ello no se encontraron restos de la
nave, pues habría que ir a buscarlos en el pasado (es decir, sólo serían
visibles antes del 30 de junio de 1908).Hilo: Ciencia e Historia Anterior Siguiente
Manuel Alfonseca
Los viajes en el tiempo son imposibles. Existen paradojas irresolubles, por lo que solo serán material para la ciencia ficción.
ResponderEliminarYa he hablado de eso en este blog:
Eliminarhttp://divulciencia.blogspot.com/2016/03/sera-posible-viajar-en-el-tiempo.html