Lord Kelvin |
En un
artículo anterior en este blog hablé del mito de la Ilustración, que dio
lugar a la teoría del progreso indefinido y a la previsión de avances enormes para
la humanidad, que estarían a su alcance en un futuro no demasiado lejano. A
pesar de que la primera mitad del siglo XVIII supuso un freno en casi todas las
actividades culturales de nuestra civilización, incluida la ciencia, ellos
estaban encantados de haberse conocido. Friedrich Melchior, barón von Grimm
(1723-1807), lo expresó con inigualable candor, con estas palabras [1]:
El siglo XVIII
ha superado a todos los demás en los elogios que se ha prodigado a sí mismo.
Una de las ideas que se puso en boga por entonces fue la de que los
avances científicos permitirían al hombre alcanzar la inmortalidad en breve
plazo. Aunque la idea se remonta a Roger Bacon como algo posible, aunque muy
lejano, a finales del siglo XVIII parecía mucho más cerca. De ahí la anécdota
que se cuenta de la octogenaria mariscala de Villeroi, que al asistir al
ascenso del profesor Charles en un globo de hidrógeno, exclamó:
Si, es cierto; descubrirán
el secreto de no morir ¡cuando yo
ya esté muerta!
Las ideas optimistas del siglo XVIII dieron un vuelco impresionante en el
XIX, en el que pasó a dominar una visión más pesimista del futuro de la
humanidad, que se basó principalmente en dos descubrimientos:
Angelo Secchi |
- La muerte
térmica del universo,
divulgada en 1852 por William Thomson (Lord Kelvin), que procede de la
idea de entropía, descubierta por Carnot y Clausius: una magnitud
termodinámica que mide el grado de desorden de la energía, y que en un
sistema cerrado (aislado del exterior) sólo puede crecer. Como el universo
es un sistema aislado, de acuerdo con el segundo principio de la termodinámica le espera, a muy
largo plazo, la muerte térmica en el desorden total.
- El descubrimiento
de las estrellas gigantes rojas como fase de la evolución de las estrellas, realizado en 1868 por
el jesuita y astrónomo italiano Angelo Secchi, que predijo que el sol
abandonará su fase actual en un tiempo mucho más corto que el necesario
para llegar a la muerte térmica del universo; un tiempo que hoy se estima
en unos pocos miles de millones de años.
El fin del universo y el fin del sistema solar pusieron límite al ansia
de inmortalidad, hasta el punto de que durante algún tiempo no se habló mucho del
tema. El filósofo Nietzsche, con la idea del superhombre, volvió a proponer una
visión más optimista que no duró mucho, porque el siglo XX impulsó de
nuevo las ideas pesimistas. Y esta vez el fin de la humanidad parecía mucho más
próximo, casi inminente, debido también a dos descubrimientos en el campo de
las armas de destrucción masiva que hacían posible que el hombre llegara a
exterminarse a sí mismo, no ya en un futuro muy lejano, a millones de años de
distancia, sino en el presente:
- Los gases venenosos, de los que
hablé en
otro artículo, desarrollados a partir de las investigaciones del
químico alemán Fritz Haber, cuyo primer y más mortífero ejemplo fue el gas
mostaza, que se utilizó en la primera guerra mundial con efectos tan
horribles, que nadie (ni siquiera Hitler) se atrevió a usarlo en la
segunda.
- Las armas nucleares, cuyos
arsenales mundiales son, y han sido durante décadas, capaces de acabar con
la vida humana en la Tierra.
Durante la segunda mitad del siglo XX, el mundo se encontró
permanentemente al borde de una guerra nuclear total que acabaría con nuestra
civilización y, probablemente, con nuestra especie. La guerra nuclear y sus
consecuencias se convirtieron en uno de los temas favoritos de la literatura
distópica de ciencia-ficción, en la que destaca A canticle for Leibowitz, de
Walter M. Miller Jr. (1959).
Es curioso que sea precisamente la disuasión nuclear lo que habría
impedido que se desencadenara la tercera guerra mundial, como señala un
artículo reciente de Carl Bildt [2] en La Vanguardia, quien teme que la
eliminación total de las armas nucleares podría precisamente empujarnos hacia
ese escenario.
Con el hundimiento de la Unión Soviética, el peligro inminente de guerra
nuclear pareció alejarse, lo que dio lugar, a finales del siglo XX y principios
del XXI, a un renacimiento de las ideas optimistas y al resurgimiento de la
previsión de la
inmortalidad humana como algo inminente, especialmente por parte de la
corriente filosófica llamada transhumanismo,
nombre inventado en 1957 por Julian Huxley, quien entendió mal la obra de
Pierre Teilhard de Chardin, como demostró en el prólogo que escribió para la
versión inglesa de El Fenómeno Humano.
Ahora, sin embargo, empezamos a darnos cuenta de que la proliferación
nuclear creciente aumenta considerablemente el peligro, como expresa
significativamente A canticle for Leibowitz:
Hemos recopilado
la suficiente información desde que esto se escribió para saber que incluso
algunos de los gobernantes menores de ese tiempo habían puesto sus manos sobre
tales armas antes de que llegara el holocausto.
En esta novela, cuando la humanidad empieza a recuperarse de la guerra
atómica algunos siglos más tarde, nadie recuerda ya qué país fue el que la
desencadenó. La evolución reciente de la política internacional es indicio
sobrado de este peligro. ¿Nos acercamos a una nueva época de pesimismo?
[1] Citado en El
reino del hombre. Génesis y fracaso del proyecto moderno, de Rémy Brague.
[2] Ex primer ministro de Suecia.
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Manuel Alfonseca
Buenas Manuel.
ResponderEliminarSi una de las propiedades de la materia es:"No se crea ni se destruye" ¿Significa que la materia es eterna?
No existe un principio de la conservación de la materia. Esa fue una idea decimonónica. La materia se crea y se destruye, de acuerdo con la fórmula e=mc^2.
EliminarSí existe un principio de la conservación de la energía, aunque teorías como la inflación lo transgreden. Pero eso no significa que la energía sea eterna.
Hay que distinguir dos conceptos diferentes (el primero que lo hizo fue Boecio, en el siglo VI):
- Eterno es lo que está fuera del tiempo. Nada en el universo puede ser eterno, incluida la energía, porque todo está sujeto al tiempo. Que sepamos, sólo Dios es eterno.
- Perdurable es lo que dura indefinidamente en el tiempo. Si vamos hacia el final del universo, la energía permanecerá constante (aunque degradada en forma de energía térmica), pero la materia acabará desapareciendo. Si vamos hacia el principio, no sabemos qué pasó antes del Big Bang, ni siquiera si tiene sentido ahí la palabra "antes".
Ya entiendo, eso es algo que deberían actualizar en los libros de primaria :/.
EliminarGracias por responder.
Por cierto ¿Cómo la ecuación "E=MC^2 apoya que la materia si se crea y se destruye?
Eliminar¿Qué opina sobre la teoría de el Inflatón?
La materia es una forma de energía que puede transformarse en otras formas de energía de acuerdo con esa ecuación. Por lo tanto, la cantidad total de materia no es constante. En el sol, por ejemplo, cuando cuatro núcleos de hidrógeno se transforman en uno de helio, el núcleo de helio tiene una masa ligeramente inferior a la de los cuatro núcleos de hidrógeno. Esa masa se ha trasformado en otras formas de energía. Por eso brilla el sol. Por eso estamos aquí, porque no hay un principio de conservación de la materia.
EliminarLa teoría del inflatón es la de la inflación cósmica poco después del Big Bang. Por el momento es una teoría sin confirmación.
HACE POCO ESCRIBO UN CORTO ARTÍCULO PARA LINKEDIN- COMPAÑEROS EN DEBATES-LO INTITULE "TEORÍA O REALIDAD"--PONGO COMO EJEMPLO LOS CIEN AÑOS QUE CUMPLE LA FILOSOFÍA DE RUSSIA Y LA E.C.B.- DE LA CUAL COMPARANDO A LA E.C.B.-Y, EL CASO DE LA R.B.Vz...ESTO POR RELACIONAR LO MATERIAL-YA QUE EN EL CAMPO ESPIRITUAL---CREO EN DIOS Y EN SU ENÈRGÌA CREADORA---POR ENDE ENTIENDO QUE TODOS SOMOS ENERGÌA Y, SI TODO ES ENERGÌA---DEDUZCO QUE: SOMOS EVOLUCIÓN CONSTANTE HASTA LLEGAR A LA PERFECTIBILIDAD---JUNTO A DIOS....¡UN ABRAZO GIGANTE QUERIDO COMPAÑERO MANUEL ALFONSECA!!!!
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